➴ 𝐇𝐚𝐰𝐤𝐢𝐧𝐬, 𝟏𝟗𝟖𝟔.
Ni hola, ni buenas tardes, ni qué tal; el recibimiento que Blake le proporcionó a Steve fue un puñetazo en el pecho. Lo suficientemente fuerte como para que Harrington soltase un alarido en forma de protesta.
—¿Y esto a qué viene, Hopper?
—¿Por qué te ha parecido una buena idea comentarle a Dustin que sé jugar a Dragones y Mazmorras?
—Necesitaba una vía de escape para que dejase de insistir en que me uniese a su grupo de raritos.
—¿Y esa vía de escape tenía que ser yo? —con inocencia, Steve se encogió de hombros. Cuando esa mañana recordó aquel dato aislado de Blake, no dudó en emplearlo para escaquearse de Henderson—. ¿Eres consciente de lo que me costó librarme de Mike y Dustin?
—También pudiste ceder a sus súplicas y pasar una grata velada jugando con ellos. ¡Te regalaban una camiseta! —el tono con el que el mayor se pronunció trinó por completo a Blake.
—En ocasiones era insufrible, Steve Harrington.
No obtuvo respuesta. Al menos no de manera verbal. La sonrisa que había adoptado el joven respondía a aquella manifestación de la chica. Era insufrible, y en ocasiones provocaba la ira de Blake; aún así, era consciente de que ella cruzaría el infierno por él.
—Ahí está —expuso en un murmullo, a la vez que elevaba su brazo y lo sacudía tratando de llamar la atención de la muchacha.
—¿Y ella es…?
—Sarah —contestó con simpleza, ignorando la cara de desagrado que había adoptado su acompañante.
—¿Enserio me has invitado para sujetar las velas? —cuando un par de días atrás Steve propuso ir juntos a ver el partido de baloncesto, omitió la información que incluía a Sarah Freeman y que colocaba a Blake como la violinista de aquella cita; si es que se podía catalogar como tal.
—Surgió sin querer —declaró entre dientes ante la proximidad de la chica.
—¡Oh! Entonces que yo haya invitado a Harriet también surgió sin querer —agregó con victoria.
Ignorando a Sarah, Steve encaró a su amiga y la contempló atónito. Aquella sí era una información que no debería haber omitido, dadas las circunstancias.
—¿Por qué?
—Porque es mi mejor amiga. Y…el amor de tu vida, aunque te niegues a admitirlo —aquel añadido, totalmente inesperado, dejó fuera de juego a Harrington; por lo que fue la propia Blake quien dio la bienvenida a la cita de su amigo—. Hola, Sarah.
—Blake, no sabía que ibas a venir —era agradable, y su tono de voz corroboraba aquel dato del que ya tenía constancia.
Steve continuaba observando a su amiga. Había invitado a Harriet sin haberlo puesto en sobre aviso con anterioridad. La última vez que había establecido contacto con ella había sido en fin de año; iba a ser, con bastante probabilidad, un reencuentro incómodo.
—¿Entramos ya? —propuso Sarah tras conseguir hacer reaccionar a Harrington. La afirmativa llegó al momento.
—Yo voy esperar a Harriet; nos vemos dentro —informó Blake, obviando la mirada de pocos amigos que le había dedicado el mayor. Le bastaba como venganza por haber soltado la bomba de su afán por los juegos de fantasía.
Y, hablando de juegos de fantasía…
—Veo que habéis encontrado un buen sustituto para Lucas, ¿eh? —junto a Henderson y Wheeler iba Erica; portando con orgullo la bandera estadounidense. Blake sonrió con diversión.