➴ 𝐇𝐚𝐰𝐤𝐢𝐧𝐬, 𝟏𝟗𝟖𝟔.
—¿Me estáis diciendo que la cosa que mató a Fred y a Chrissy es del Mundo del revés?
—Es lo más plausible —afirmó Steve, con aparente cansancio. Las últimas veinticuatro horas habían sido, en resumen, un caos.
—Nuestra teoría es que lanzó un ataque de maldición o...un hechizo —agregó Dustin—. No sabemos si actúa por orden del azotamentes o solo disfruta matando adolescentes.
Nancy suspiró, agotada. Contemplando los antecedentes de Hawkins, la teoría de una nueva criatura sobrenatural no le parecía tan descabellada.
—No tiene sentido —formuló tras una fugaz pausa de meditación—. ¿Por qué Chrissy y Fred?
—Quizás estuviesen en el lugar equivocado —aportó Harriet. Ella tampoco comprendía el patrón de aquellos asesinatos.
—Fueron al partido —intervino Blake tratando de dar con un hilo del que tirar—. Y al parque de caravanas.
—Es...justo donde estamos —musitó Steve con temor—. Y a lo mejor no deberíamos estar aquí.
Con cautela, todos contemplaron a su alrededor. El parking estaba completamente desierto; y el único sonido que los acompañaba era el murmullo sordo del viento.
—Noté a Fred muy raro en cuanto llegamos —expuso Nancy al recordar su llegada al recinto el día anterior.
—¿Raro en plan qué?
—Asustado, nervioso, disgustado.
—Max dice que Chrissy estaba disgustada —agregó Henderson apurado.
Con exasperación, Blake comenzó a jugar con la pulsera que rodeaba su muñeca derecha. El pasado la abofeteó sin previo aviso. Era uno de los coleteros de su hermana, Sarah; el mismo que también tenía su padre y ahora Ce. Les echaba de menos. A Sarah, a Jim y a Once. Les echaba mucho de menos.
—Los asesinos en serie acosan a las víctimas antes de atacar, ¿no? —ante las palabras de Robin, Blake volvió a prestar atención a sus amigos, tratando de evaporar los fantasmas del pasado que la atormentaban—. Puede que Fred y Chrissy vieran a Vecman.
—Vecna —corrigió la joven Hopper en un murmuro.
—No sé vosotros, pero si yo viera a un monstruo hechicero chiflado, se lo mencionaría a alguien —decretó Harrington.
—Quizás lo hiciera.
—Chrissy estuvo en el despacho de la señorita Kelley —recordó Max—. Si ves a un monstruo no acudes a la policía, no te creerían. Pero puede que acudas a tu...
—Loquero —finalizó Harriet—. Tal vez la psiquiatra del instituto sea la clave.
—Sea o no, por el momento es el único hilo del que podemos tirar.
A continuación, silencio. La señorita Kelley era la única carta que podían jugar aunque implicase dar palos de ciego.
—Vamos, ¿no? —decidida, y tomando la iniciativa, Blake se puso en pie—. Quedándonos en silencio e inmóviles no vamos a dar con una solución. Y Eddie nos necesita.
—Tú le necesitas —farfulló Steve, captando únicamente la atención de su mejor amiga—. Vamos entonces.
Ante la orden de Harrington, todos se irguieron y se encaminaron hacia los vehículos. De nuevo, la aventura daba comienzo; o lo que era lo mismo, la misión buscar problemas.
—Eh, Nance. ¡Nance! ¿A dónde vas? —confundido, se aproximó a su ex novia, buscando una respuesta.
—Oh, es que primero quiero comprobar una cosa.