➴ 𝐇𝐚𝐰𝐤𝐢𝐧𝐬, 𝟏𝟗𝟖𝟔.
Con menos prendas de ropa no se habría sentido más expuesta y desnuda. Al menos entonces habría tenido la opción de escapar. Ahora estaba atrapada, con la mirada inquisidora de Robin puesta sobre ella, esperando obtener respuestas a sus dudas.
—¿Eddie y tú?
—Somos amigos.
—Ajá. ¿Amigos, dices?
—Amigos —reafirmó.
Se preguntó si habría sido posible haber sonado con menos convicción; aunque sabía que la respuesta era no.
—Steve y yo no nos besamos, y somos amigos. Tampoco tú y yo.
—Si quieres que nos besemos, solo tienes que pedírmelo. No pondré pegas.
El humor y el sarcasmo se habían transformado en sus muros de contención. Cuando los nervios la atacaban, tendía a recurrir a comentarios jocosos como aquel.
—¿Desde cuándo? Porque hace menos de una semana te estabas negando a unirte a Munson y su séquito en la frikada de Dragones y Mazmorras —rendirse en sus indagaciones no se barajaba entre las opciones. Robin ansiaba saber cómo había surgido aquel romance.
—Es...complicado. Ni yo misma era consciente de que sentía algo por él hasta la noche en la que murió Chrissy. Exactamente la misma noche en la que me uní a la frikada de Dragones y Mazmorras.
—Entonces, lo que sea que haya ocurrido entre vosotros, fue durante estos días, ¿no?
—La noche que volví al embarcadero, después de ver el reloj y de que Max casi...ya sabes.
—¿Sinceramente? No lo ví venir. Pensé que tu prototipo de chico era algo del estilo de Steve, ¿sabes? Pero...
Sin formular al completo su parecer, dibujó una amplia sonrisa en su rostro y, de manera silenciosa, comenzó a chillar. No era una reacción típica de la Robin que conocía, pero ser amiga de Harriet y Steve desencadenaba comportamientos como aquel.
—Opino lo mismo que tú, Buckley —acoplándose a la conversación, Harriet se sentó al lado de su mejor amiga en el sofá—. Ninguno nos esperábamos esta pareja, pero, ¡es maravillosa!
—No somos pareja, ¿vale? Solo somos...
—Amigos, sí, ya me lo has dicho. Y, ¿la verdad? Te lo discuto. Sois algo, aunque aún no tenga nombre; pero no amigos —decretó.
—Tal vez no. ¿Pero sabes quienes sí son pareja? —sin proporcionarle una respuesta verbal, señaló a Harriet con un sencillo gesto de cabeza.
—Júramelo.
—No creo que sea el momento para hablar de esto, ¿no creéis? —avergonzada, trató de evitar aquel tema de conversación. Desconocía el momento en el que su mejor amiga y Robin habían abandonado el terror por los acontecimientos pasados y futuros y lo habían sustituido por curiosidad acerca de la vida sentimental de la otra—. ¿O quieres que hablemos de Vickie?
—¿Se lo has contado? —en shock, encaró a Blake. No esperaba aquel jaque mate.
—¡Claro que no! ¿Tú se lo contaste a Harrington? —la respuesta, claramente, era sí; y su mueca la delató—. Steve lo larga todo, deberías conocerle.
—Ya, pero...da igual —suspiró, fatigada—. Olvidemos a Vickie, a Steve y a Eddie. No es el momento.
No, tal vez no lo era; pero hablar de un tema que no estuviese relacionado con Vecna y con el caos que había asolado sus vidas había sido como un soplo de aire fresco.