➴ 𝐇𝐚𝐰𝐤𝐢𝐧𝐬, 𝟏𝟗𝟖𝟔.
—Dustin, ¿me recibes?
—Te recibo.
—Nancy es una genio —reconoció Robin al otro lado del walkie-talkie— Las primeras víctimas de Vecna se remontan a mil novecientos cincuenta y nueve; ha dado en la diana.
—Vale, me parece que se os va la olla, pero ahora no puedo hablar —expuso apurado, aumentando la velocidad de sus pasos.
—¿Se puede saber qué estáis haciendo? —con reconocible preocupación, Harriet habló.
—Allanar el instituto para conseguir unos documentos confidenciales y personales —explicó, confundiendo a sus receptoras.
—Espera, ¿puedes repetirlo?
—¡Que vengáis aquí ya! —exclamó Blake, dando así por finalizada la llamada.
Y, tras un corto por parte de Henderson, la comunicación con Nancy, Harriet y Robin cesó.
—Espero que encontremos algo, porque como nos pillen aquí...
—¡Oh, venga! Te han pillado haciendo cosas más graves que allanar el instituto —repuso Blake, contemplando a su mejor amigo.
—Y todas incentivadas por ti, Hopper. ¿Te he dicho alguna vez que eres una mala influencia?
—¿Mala influencia yo, Harrington?
De reojo, a la espera de que Max abriera la puerta de la señorita Kelley, Blake observó a Steve. A lo largo de los años, y desde la desaparición de Will Byers, habían sido numerosas las situaciones en las que, juntos o por separado, habían incumplido la ley. La mayoría de las ocasiones, e ignorando que su padre fuera el sheriff de Hawkins, la muchacha había sido la cabeza pensante; aunque lo negase.
—Sí, mala influencia tú, Hopper. ¿O tengo que recordarte lo que pasó la primavera pasada? O las navidades anteriores —recordó, causando la risa de su mejor amiga—. Y eso si no hablamos del verano de hace dos años. ¡Casi duermo en la comisaría!
—¿Y acaso yo te apunté con un arma y te obligué a seguirme en mis brillantes ideas?
—Dejarte sola me parecía peor opción que dejarme guiar por tus locuras —aceptó, rendido.
Aunque con frecuencia le echaba en cara sus pésimas ideas, la acompañaría al fin del mundo si resultara preciso. Era mucho más que su mejor amiga; era la primera persona que había tenido interés en conocer al Steve Harrington real —el que tenía miedos, inseguridades y metas por cumplir—, y no al abusón del Rey Harrington.
—Es como estar en Watergate —musitó Dustin al adentrarse en el despacho.
—¿Water qué?
—Watergate. El escándalo de Watergate en el que se robaron documentos en un complejo de oficinas —explicó, al tiempo que Blake y Max se aproximaron al archivo de alumnos y Steve lo contemplaba con una mueca que cantaba un: "no tengo ni idea de lo que me estás hablando"—. ¡Steve! ¿Enserio no sabes qué es el escándalo de Watergate? ¿Pero en qué mundo vives?
Obviando la disputa formada entre la parte masculina del grupo, Mayfield comenzó a revolver las carpetas del archivo en busca de un objetivo fijo.
—Aquí está —farfulló la pelirroja con un hilo de voz—. Joder.
—¿Lo has encontrado?
—Si, y no solo el archivo de Chrissy. Fred también veía a la señorita Kelley.