Conquistas

61 15 0
                                    

Noah

—¿Cómo que venir a verme?— rio al escuchar su voz aguda por la sorpresa.

—¿Qué te puedo decir? Soy todo oídos para cumplir con tus deseos. Además, mi madre es fan de los tulipanes— me divierto escuchando el alboroto que se formó en su línea. Para luego verla despeinada y con una mueca de horror clavada en su rostro.

—Que bella luces en la madrugada.

—Estas loco. ¿Cómo se te...— empieza.

—Aunque por la mañana también luces preciosa— interrumpo enumerando —Y por la tarde, pero en definitiva tu mejor momento es a eso de las cuatro de la madruga en adelante.— sonrió al ver su gesto escandalizado y agradezco una vista óptima, para observar sus mejillas cubiertas en un fino tono carmesí.

—Noah...

—Dime, italiana.

—¿Qué... haces... aquí...?— dice pausado, remarcando cada palabra.

—Creí ya haberte respondido a esa pregunta, pero no tengo ningún problema en repetirlo. Pensé que te había ocurrido algo, ayer te fuiste con... tu amigo, y no respondías a mis mensajes y realmente, siento que me estás evitando, ¿pasó algo?

A pesar de seguir hablando por el móvil, podía observar cada uno de sus gestos mientras conversábamos. No se había movido del lugar, seguía clavada en su balcón sostenida de la pequeña rejilla de este.

—No. No pasa nada.— murmura.

—Pues, no te creo.— mi auto estaba, en una muy buena posición, bastante escondido de la entrada de su casa, fuera de la vista de la otra habitación. Donde seguro estarían sus padres.

—Pues, es obvio que haz perdido la cabeza.— habla a la defensiva.

—¿Hice algo yo?— parece que derribo aquella pared que ella había creado, con esa pregunta.

—No tú... No pasa nada, ¿vale?— no termina de convencerme —Es muy tarde...

—Creo que lo noté cuando vi la hora, pero siempre son buenos los recordatorios.— digo sarcástico. 

—Noah, basta. — presto atención de inmediato —Hace frío y antes de que digas que lo sabes, en este momento no pareces muy consciente de ello— asiento con la cabeza, reprimiendo una sonrisa —Puedes pillar una gripa. Ve a casa, ya.

—Primero, tú preocupación por mí es muy tierna y te agradezco mucho por eso. Segundo, todo valió la pena por verte así.

De inmediato acomoda su cabello, como si le fuese dicho una ofensa.

—Estas loco, ¿sabías?

—Esa ya lo habías dicho.

—Pero parece que no te das cuenta de la gravedad de tu locura.— empieza a dar pequeñas vueltas sobre si misma.

—Deja de ignorar mis mensajes.

—No te creas el centro del universo, no he tenido cabeza para nadie.— al fin se abre un poco, aunque la información es un poco confusa.

—Ok... Tienes muchos amigos, ¿por qué no hablas con ellos de lo que te sucede?— cuestiono.

—Ellos son la principal parte del problema.— habla casi para si misma —Oye... no quiero que te tome por sorpresa cuando pase, pero mi madre y Mark, quieren conocerte y planean invitarte, no se cuando exactamente.

El Que Se Enamore Pierde [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora