Es hora de parar

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Nunca había sentido esto con nadie. Pero la extraña y a la vez agradable sensación de su mirada penetrante en mi nuca, erizo el vello de mi cuello.

No gire mi rostro cuando sentí como se deslizaba por la pequeña banca del piano. Su rodilla rozaba la mía y ese simple gesto me mandaba choques eléctricos a las zonas más inimaginables de mi cuerpo.

Postro, entonces, con gracia, sus manos sobre las teclas y continúo la melodía que yo había dejado a medias, con sorprendente habilidad.

Cerré mis ojos intentando recordar, cuál fue el momento en el que esa canción se cruzó por mi camino, pero un repentino flechazo de dolor, hizo que detuviera abruptamente el sendero propuesto por mi subconsciente.

Al parecer, me tense visiblemente, ya que volví a a sentir su mirada fijada en mi perfil, sin abrir mis ojos aún.

—Toqué.— casi en tono de disculpa, susurra más cerca de mi cabeza de lo que había calculado. —Toqué antes de entrar, cuando ellos me dijeron que ya te encontrabas aquí.

Abrí con lentitud mis ojos, pero sin atreverme a voltear mi rostro.

—No te escuché.— tenía la mirada puesta en mis manos.

—Te pido disculpas por acerte esperar.— solo ahí, me osé en adentrarme en aquellos ojos atrapantes, que hoy lucen más despampanantes.

Que cursi te haz vuelto.

Ignorando todo comentario de mi cabeza, él parece leer con claridad la pregunta implícita en mi mueca confusa.

—Soy tu compañero. También participaré en el evento.

—Nunca lo hubiese imaginado.

—¿Por qué?— un deje de diversión en su voz es acompañado, con una pequeña sonrisa.

—No creo que estés psicológicamente preparado para saberlo.— murmuro, sonriendo también.

—No planeaba pasar hasta que terminaras, pero... paraste.

—No sabía que seguía. Esa melodía me persigue— hablo atropelladamente —A veces, se me viene a la cabeza de la nada, pero siempre llego a la misma nota y... ya.

—Deberías escribir un libro...—

—¿Recuerdas el viaje?— lo corto.

—Sí.— dice como si tuviera el recuerdo muy presente.

—La vez que me encontraste en el bosque,— inició y el asiente —es muy fácil perderme en mis pensamientos y olvidarme de lo que me rodea.

—Eso no es normal,— me mira entornando sus ojos —¿Estás segura que no consumes nada?

—La próxima vez que insinúes algo así, utilizaré una de las llaves que me enseñaron contra ti.

La breve risa que abandona su garganta es gratificante.

—La ninja asesina— murmura bajo mi mirada reprobatoria —Así que nada de nada, ¿eh?

—No consumo ninguna droga, solo que aveces me pierdo en mis pensamientos y me es difícil regresar.

—Me alegra que no consumas nada de eso— ríe brevemente —No has pensado en escribirlo, escribir tus pensamientos, en un diario, tal vez.

—¿No crees que estoy muy grandecita para eso?

—Nunca se es demasiado grande para tener un diario, podrás escribir tus pensamientos y perderte en ellos, solo que ahora, será en hojas y páginas, en vez de un bosque,— me mira significativamente —en un libro puedes cerrarlo sin mucho esfuerzo o simplemente pasar de página.

El Que Se Enamore Pierde [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora