La gran patria de pizza

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El lugar era muy tranquilo. El sonido de las olas, era más que armonioso. La brisa fría despejaba mi rostro y con ella mis cabellos volaban hacia atrás.

Mi cara ya no se sentía mojada, deje de llorar en el momento que salí de la casa. Mark me aconsejó que regresara a dormir, pero la idea de enfrentarme a mamá, helaba mi piel. Tenía miedo de seguir decepcionadola. Me aterraba no estar a la altura.

El chico a mi lado permanecía en silencio. Miraba al horizonte, pensativo. Era muy extraña la sensación de tranquilidad, pero me gustaba. No hablaba, pero sentía como me desahogaba. El mar frente a mí parecía apacible, en calma, a pesar de sus olas incesantes.

Disfruto su compañía, como hace tiempo disfrutaba la mía. Abrace la chaqueta. Su chaqueta. Tenía su olor impregnado.

Recordaba como de pequeña me entretenía analizando el olor de las personas que conocía.

Mamá, olía a té de hierbas y caramelo, algunas veces contenía un poco de licor. Su bebida favorita. A pesar de eso, ella siempre olía a casa.

La abuela, olía a una extraña combinación de tabaco y medicinas. Las pocas veces que dejaba que la llevarán al hospital, sus ropajes regresaban con ese aroma tan típico de estos.

Papá, por el contrario de ellas, tenía un olor único, no podría describir aquel aroma. Era penetrante e intenso. No se comparaba con otro.
Él entero era único.

—¿Cómo conociste este lugar?— hice culminar el silencio que reinaba el momento, preguntando.

—Un día quería estar solo. Maneje dando vueltas y vi a una mujer saliendo de aquí, seguida del hombre que estaba cuando llegamos.— señaló el lugar donde minutos antes se encontraba el hombre. —Aparqué y caminé hasta aquí.

—Pues descubriste un hermoso lugar.

—Sí.— no me apetecía hablar de mí. No quería hablar de mamá, ni de lo que pasó. Él pareció notarlo y apoyar la causa. —Sabes... fuí a Italia cuando era pequeño.

—¿En serio?— sonreí disfrutando el nuevo rumbo de la conversación.

—Esa fue la primera vez que viajaba en avión.— no supe interpretar su expresión ante el recuerdo.

—Espera, ¿tu primer vuelo? ¿Ese no fue el traumático?— recuerdo nuestros momentos en la cabaña y la imagen de su cara a escasos centímetros de la mía, no me permite avanzar más en mis recuerdos.

—Sí. Íbamos a Italia. A mamá le encanta la moda. Creo que para esos días se llevarían a cabo varios desfiles.

—Oh...— tuve la tentación de acercarme a su lado. Ahogando los recuerdos de aquellos días, en lo más profundo de mi mente.

—Mi lugar favorito era el teatro Scala y el de la abuela también. Nos escapamos durante un desfile. Y hacíamos comentarios refinados mientras escuchábamos la ópera.— hizo una pausa mirando hacia mí —Creo que desde ese momento me empezó a gustar la música.

—Y el piano, ¿por qué?— pregunto, curiosa.

—Porque la chica que lo tocaba en la ópera era hermosa.— sonríe ampliamente, mientas yo pongo en blanco mis ojos. —¿Y a ti?

—Cuando nos mudamos, Mark quería que yo me sintiera lo más cómoda posible y no entiendo porque o de dónde salió la idea de comprarme un piano.— sonreí por la nostalgia —Creo que empecé las clases para no hacerlo sentir mal... y al final, me terminó gustando.

Sonreí al ver su mirada perdida en sus pensamientos. Cuando regreso a la realidad, pareció extrañado por mi sonrisa.

—¿Dónde estabas?— juntó sus cejas, confuso, ante mi pregunta.

El Que Se Enamore Pierde [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora