El pasado

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Ahn Taehyung. Ese solía ser su nombre. Con "Ahn", el apellido de su padre. 

Sin embargo, muchas cosas cambiaron cuando él los dejó, luego de años de traición.

Habían pasado un par de meses desde el incidente, y la vida continuaba. Pero la situación económica, sin el principal sostén de la familia, había decaído enormemente. Y la señora Kim estaba embarazada.

Situado en un escenario como ese, con ingresos que difícilmente alcanzaban para cubrir todos los gastos, Taehyung, apenas saliendo de la pubertad, se vio forzado a cambiarse a un instituto con costos mucho menores. Allí no tenía amigos, pero al menos su rendimiento en clases no había cambiado en lo más mínimo.

O al menos, así lo pensó el único día que estuvo allí, al mismo tiempo que el acoso por su apariencia comenzó y el incidente con aquellos chicos fue la gota que rebalsó el vaso. Pero mentiría si dijera que ese fue el peor día de su vida. Había sufrido mucho, era cierto, pero había conocido a alguien especial; aquel chico que lo había ayudado.

Al día siguiente de los hechos, Ahn Taehyung regresó al instituto, pero ya no para ir a clases. Su madre lo acompañaba, y la misión era sencilla; hacer el reclamo, anular la matrícula... y devolver el uniforme del chico que lo había ayudado. Así que, mientras su madre estaba en la oficina con el director y un par de maestros, él se dirigió al gimnasio. Todo lo que sabía era que ese chico jugaba baloncesto, y eso solo lo dedujo por el uniforme y el equipo, así que las posibilidades de encontrarlo allí eran bajas.

Pero nunca cero.

Vestido con el mismo uniforme de básquet del día anterior, el chico entrenaba solo, dando botes al balón y haciendo canastas. Hasta que lo vio.

Lanzó el balón una última vez, y luego, dejando que rebotara y se perdiera entre las gradas, se acercó al pequeño castaño.

—Hola. —pronunció, sacando al menor de su trance. —Eres el chico de ayer... ¿Cómo estás? ¿Tus... lentes están bien? —preguntó, recordando que parecían haberse roto el día anterior, y que, probablemente, el niño no querría hablar sobre el hecho en sí.

—A-ah... yo... —él soltó un suspiro. —Tenía un par viejo en casa. —murmuró, bajando la vista al suelo, algo avergonzado. —Aún me sirven para ver lo suficientemente bien.

Ninguno de los dos habló por un momento. Yoongi notaba que el pequeño quería decir algo, pero parecía tímido y las palabras no salían de sus labios.

En realidad, Taehyung se estaba torturando a sí mismo en su cabeza, como de costumbre. Tenía muchas ganas de agradecerle a ese hyung, pero no había sido capaz de saludar apropiadamente y se sentía realmente apenado por todo lo que había sucedido, sin mencionar que, por su culpa, ese chico había tenido que correr desabrigado bajo la intensa lluvia.

—Uhm... ¿no te resfriaste? —preguntó entonces, y el mayor negó. —Siento mucho lo de ayer, hyung. Yo... ¡tengo tu ropa! Y el paraguas. Puedes quedártelo. —le extendió el bolso que llevaba colgando de las manos, y tomó algo de su interior para extendérselo. —Mira... también tengo algo que quiero darte como agradecimiento. Son gomitas de dulce. —se sonrojó, y por primera vez lo miró a los ojos. —... Espero... que te gusten. —su voz salió en un hilo apenas audible; ahora mismo, su corazón era el que hacía más ruido. ¿Por qué pasaba eso? Tal vez había heredado las taquicardias del abuelo, ¿era posible?

—Muchas gracias... —Yoongi tomó la bolsa. ¿De verdad eran para él? Nunca nadie le había hecho un detalle así. Se sentía lindo recibir un regalo... —Uh... ¿puedo comer una?

—¿Eh? P-pues claro, son todas tuyas. —el pequeño castaño parecía un poco perdido.

Yoongi se sonrojó ante la pregunta obvia que había hecho y, sintiéndose algo tonto, carraspeó y miró alrededor. —Oh, ¿quieres sentarte por aquí? Podemos compartirlas.

—S-supongo que está bien. Tengo algo de tiempo. —se acercaron a las graderías y se sentaron, dejando el paquete en medio.

—¿No deberías estar en clases? ¿Por qué no llevas uniforme? —preguntó el mayor, desenvolviendo uno de los dulces. Tenían forma de osito.

—Bueno... Después de lo de ayer, ya no voy a estudiar aquí, así que... —explicó vagamente, mientras su voz se apagaba de a poco.

—Entiendo. Siento mucho lo que pasó. —hizo una pausa para comerse el dulce y, titubeando, finalmente se decidió a preguntar. —... ¿Por qué te molestaban?

Por supuesto que era incómodo para el menor hablar de eso, pero ya que se trataba de su salvador, no le hacía sentido guardárselo.

—Creo que es bastante notorio. Tú mismo puedes ver el por qué, hyung. —intentó sonreírle, mientras jugaba con sus manos.

—No, no sé qué es.

—Es por mi apariencia. —suspiró, mirando a su regazo. —Por mi peso... mis lentes... Porque creen que soy raro. —explicó cortamente.

—¿Por eso? —frunció el ceño, mientras su voz denotaba cierta sorpresa. —Pero yo no creo que seas raro. De hecho, pienso que eres adorable. —confesó, sin vergüenza alguna, pensando que un cumplido podía animarle un poco.

Pero Taehyung siempre se ahogaba en un vaso de agua. Un simple cumplido nunca sería suficiente para llevarse todas sus inseguridades.

—La apariencia no debería ser un problema para ti. Además... hay cosas mucho peores, como... como los problemas entre adultos. —murmuró, recordando sin querer la situación que llevaba desarrollándose en su casa desde hacía algunas semanas.

—Pero los problemas de adultos son para los adultos. Tú no deberías preocuparte por algo como eso, hyung. —lo miró con inocencia.

"Es un poco ingenuo, pero es... tierno...", pensaba Min, mientras una corta risa escapaba de entre sus labios.

—¿Qué? ¿Dije algo gracioso? —el menor se sonrojó con fuerza, mientras una blanca mano le despeinaba fugazmente.

Continuaron hablando por un largo rato hasta que el timbre tocó, y en ese lapso, el mayor pudo notar varias cosas. Ese niño era en realidad bastante inteligente, y sensible, y resultaba sencillo abrirle su corazón porque era, sin duda, la clase de persona que lo cobijaría como si de un pollito entumido se tratara.

Así se sintió Yoongi hablando con él, con ese niño del corazón de oro. Se sintió como si, por primera vez, alguien lo entendiera sin siquiera tener que contarle todos sus problemas, como si alguien se preocupara por él aun cuando estaba ocultando sus pesares.

Como si, por primera vez en la vida, y aunque fuera un poquito... alguien lo quisiera de verdad.

Notitas para Yoongi hyung~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora