Entrenamiento

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Taehyung, respira. Respira por favor.

Eran esas las palabras que el nervioso castaño se repetía mentalmente una y otra vez. Su corazón latía demasiado rápido.

¿De verdad estaba sentado junto a Min Yoongi en las gradas?

Jimin había decidido sentarse detrás de él, junto a Jungkook, y no sabía si regañarlo o agradecerle infinitamente.

Ahora que estaba junto a él, podía incluso oler su perfume. Min Yoongi tenía un olor fresco, realmente agradable, tanto, que estaba seguro de que fácilmente podría quedarse en su cuello toda una tarde y no se cansaría de aquel aroma jamás.

Lo miró de reojo con todo el disimulo de que fue capaz. Sus facciones eran realmente delicadas, y varoniles a la vez. Su piel parecía de auténtica porcelana, y aquellas manos pálidas y huesudas de pianista que reposaban sobre su regazo, lo llamaban silenciosa y tentadoramente a acariciarlas.

¿Serán frías o cálidas? Se ven frías, porque son blancas como la nieve, pero seguro que cuando entrena, desprenden un agradable calor. Qué lindo sería si él pusiera sus manos en mis mejillas alguna vez...

De pronto sintió una pequeña patada en la espalda baja y se sobresaltó, volviendo a sus sentidos. Jimin había notado que desde hacía varios instantes Taehyung miraba las manos de Yoongi, de una forma no tan disimulada.

Sonrió negando. ¿Qué sería de ese adorable pequeño sin él?

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Luego de un rato, el partido finalmente había terminado y todos salieron poco a poco del gimnasio.

—¿Por qué no jugaste esta vez? —preguntó Jimin al de tez más pálida cuando estuvieron en el patio.

—Le di mi lugar a uno de los chicos de la banca. Este era un partido de entrenamiento. —contestó Min, explicando lo último ya que la mayoría de los partidos se realizaban como mera entretención.

—Y como Yoongi es el mejor, no necesita entrenar demasiado. —añadió el pequeño pelinegro con orgullo, recibiendo un pequeño empujón que el rubio le dio con el hombro.

—¿Le llamas Yoongi a secas? —Jimin sonrió alzando una ceja.

—No me gustan los honoríficos. —el mayor respondió, alzando levemente las cejas.

Ahí fue cuando Taehyung, que había permanecido en silencio, se dio un golpe mental. Lo había estado llamando hyung en sus cartitas. ¿Se habría molestado?

El pelirrojo pareció notar que su mejor amigo se regañaba sin piedad en su cabeza, así que se adelantó y, tomando a Taehyung por los hombros, miró a Yoongi sonriente.

—Entonces, ¿cómo debería llamarte esta pequeña masita de aquí? —preguntó sujetando bien a Taehyung para que no fuera a derrumbarse de los nervios como un muñeco de trapo.

Yoongi observó a aquel chico de mejillas rojas frente a él, que parecía mirarlo con una mezcla de timidez y temor, por un par de instantes que a Taehyung le parecieron eternos.

—... Hyung está bien. —murmuró y pasó junto a ellos para caminar hasta el salón, puesto que el timbre acababa de tocar.

El pequeño castaño sintió una mezcla de emociones en ese momento.

—¿Ya se fue? —miró a Jimin de reojo por sobre su hombro. Le vio asentir y entonces soltó todo el aire contenido para voltear a verlo de frente. —J-Jimin... ¿Qué acaba de suceder? E-es decir, dijo que no le gustan los honoríficos, pero... ¿quiere que yo le llame "hyung"? ¿Seré la única persona que le llame así? —murmuró con las cejas caídas de incertidumbre. —No sé si sentirme especial... o pensar que no le importo lo suficiente como para que le importe la forma en que lo trato... —susurró bajando la vista con un leve puchero.

Jimin solo atinó a sonreír con ternura, y dejó un suave beso en su frente.

—No te preocupes tanto por eso, pequeñín. No creo que haya una persona en el mundo que se resista a esas ¡adorables mejillas! —sonrió pellizcando su carita, haciendo que el castaño riera.

—¡Ya, basta! ¡Jimin! —pidió Taehyung entre alegres carcajadas, mientras intentaba alejar las manos de Jimin de sus mejillas, una y otra vez.

—Está bien, pero corre, llegaremos tarde. —rió tomando su muñeca y ambos corrieron por los pasillos.

Con enormes sonrisas en los rostros.

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La semana nuevamente había terminado y, como todos los viernes, Taehyung se dispuso a salir del instituto junto a Jimin.

De seguro irían por una bebida o un helado, o pasarían por la tienda de dulces.

—Kim Taehyung.

O... tal vez no.

Voltearon a ver detrás de ellos, y obviamente la cara del pequeño castaño enrojeció al notar que era nada menos que el amor de su vida quien había pronunciado su nombre.

—¿A dónde crees que vas? —Min lo miró con esos oscuros ojos fríos que lo caracterizaban.

—A-ah, pues... ¿a casa? —pronunció con un hilo de voz, comenzando a jugar involuntariamente con sus manos.

Ni siquiera era capaz de dirigirle la mirada aún, por lo que su vista se mantuvo baja.

—De ninguna manera. Vendrás conmigo para inscribirte en el club de baloncesto y luego vamos a practicar. —dijo, y sin darle tiempo a negarse, tomó su muñeca y se lo llevó de vuelta al interior del establecimiento.

Taehyung ni siquiera procesaba todo lo que estaba pasando. Solo recordaba vagamente a Jimin haciéndole señas de despedida con un pulgar arriba. Eso, y el hecho de que ahora estaban en la oficina del coordinador del club.

—Siempre es agradable recibir nuevos integrantes en el equipo. —le sonrió aquel profesor cuarentón, mientras buscaba una hoja en una de las carpetas sobre su escritorio. —Kim Taehyung, ¿no? —vio al mayor asentir.— Si Yoongi te ha traído, debe ser porque ve un verdadero potencial en ti. —sonrió extendiéndole un formulario con un bolígrafo. —Rellena eso con tus datos, ¿sí? Vuelvo en seguida. —el profesor salió de la oficina para atender otro asunto, dejándolos a ambos en un silencio tenso.

—... Uhm... h-hyung... ¿e-estás seguro de esto? —le sonrió algo nervioso.

El mayor alzó una ceja, haciendo que Taehyung tragase saliva para continuar.

—E-es decir... creo que Jimin exageró diciendo eso. O sea, me... ¡me gusta el básquet! Pero creo que disfruto más viendo... que jugando... —murmuró dejando el bolígrafo de vuelta en el escritorio.

Yoongi solo lo miró sin decir nada y tomó el formulario para guardarlo en su mochila. Luego se dirigió a la puerta.

—¿H-hyung...?

—Entonces, ¿qué? —le miró. —¿Vas a venir a verme entrenar al menos?

Una sonrisa apareció poco a poco en los labios de Taehyung.

—Claro que sí. —respondió con una pequeña sonrisa cuadrada.

Después de todo, el gimnasio era demasiado grande para entrenar solo, ¿no?

Notitas para Yoongi hyung~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora