Revelación

85 16 5
                                    

La puerta de los Kim fue tocada no mucho después, cuando el sol terminaba de ponerse.

—¡Hye, Jun, ni se les ocurra ponerle un dedo encima a la pizza! —el mayor de los hermanos advirtió mientras se apresuraba a abrir la puerta.

El de cabellos rubios esperaba del otro lado del umbral, y cuando sus ojos se encontraron con los de su amigo, alzó sus comisuras por inercia.

—Bienvenido, Yoongi.

—Hola. —saludó, y sus ojos viajaron un poco hasta encontrarse con otros dos pares de ojitos. —Hola a ustedes también.

—¿Qué? —Taehyung miró detrás de sí y se encontró con sus hermanitos, que miraban a Yoongi con expectación. —¡Oigan! ¿Qué hacen ahí? —se quejó mientras sus mejillas se encendían. —Saluden a Yoongi hyung apropiadamente.

La pequeña Hye se escondió detrás de su hermano. —Hola... —murmuró poniéndose tímida, mientras Jun le hacía una seña con la manito.

La señora Kim llegó a recoger al pequeñito del suelo. —Hola, Yoongi-ah, qué alegría verte. Llegas en el mejor momento, la pizza acaba de salir. —ella sonreía, con esa amabilidad tan característica.

—Gracias por recibirme. —él hizo una reverencia antes de entrar.

La mujer se fue entonces con el pequeño para darle el biberón en la habitación y hacerle dormir, en tanto ambos chicos se sentaban a la mesa con Hye, que usaba sus alitas de hada como siempre.

—Oh, espera un momento, hyung. Aún no he cortado la pizza.

—Deja que yo lo haga. —él tomó el utensilio de entre sus manos y comenzó a dividir las porciones.

—Yoonki, ¿tú le diste a TaeTae el peluche de gatito? —la niña observaba al mayor como quien admira una obra de arte.

—Uh, sí. ¿Te gusta también?

—Sí. Es bonito. TaeTae duerme todas las noches con él. —ella esbozó una sonrisita.

—¡H-Hye! —el castañito se cubrió la cara, rojo de la vergüenza.

Y Yoongi reía por la ternura de aquella escena. —Me alegra escuchar eso. Sé que él no puede dormir sin abrazar algo. —dejó una porción en el plato de cada uno y volvió a sentarse.

—C-como sea, comamos ya. —murmuró cortando la comida de su hermana en trozos más pequeños.

La señora Kim regresó pronto y entonces, sentados todos a la mesa, el corazón del más pálido se sintió como en casa, como si ese fuera su verdadero hogar. La verdad es que hacía tiempo que no tenía una comida tan agradable como aquella, con gente que realmente lo quería. Por eso, él atesoraba cada instante y lo guardaba en su memoria como algo único, incluso sabiendo que no sería la última vez que iría.

Cuando la última porción se terminó, ya era hora de dormir para Hye, así que ambas se retiraron y los jóvenes salieron a dar una vuelta afuera para hablar con tranquilidad.

—Entonces, ¿de verdad él no me odia? —el castañito sonaba más tranquilo después de oír cómo habían ido las cosas.

—No, de verdad. Solo necesita tiempo. —le reiteró, apoyando la espalda en un árbol.

—Entiendo. —bajó la vista mientras guardaba las manos en los bolsillos.

—Además de eso... me pidió que te dijera que te atrevas a dar el paso también.

—¿Dar el...? Ah... —asintió entendiendo.

—¿Qué es eso de dar el paso? ¿Necesitas ayuda con algo?

—No, no, es algo... algo que ya terminé. —se apoyó en el árbol junto al mayor, y como el tronco no era tan grueso, quedaron viendo en direcciones distintas.

El silencio se apoderó de ellos por largos instantes.

—Eso me recuerda, ¿no tienes nada más para contarme acerca de ese chico?

Min parecía un poco perdido en algún rincón de su cabeza. —No vas a rendirte con eso, ¿cierto?

—Es que he buscado formas de encontrar a alguien en internet y todas requieren un poco más de información. —él reía bajito.

—Siento que esta búsqueda es más importante para ti que para mí. ¿Tanto quieres hacerme feliz? —lo miró por sobre el hombro y notó cómo él se ponía algo tímido.

—Bueno... pues sí. —murmuró y dio un paso al costado, quedando del otro lado del árbol. —S-solo dime lo que sea que recuerdes del día en que lo viste.

El chico suspiró. —Bien... Hace poco recordé un par de cosas que me dijo ese día. Me habló de su familia. —murmuró, sintiendo que esos recuerdos ya no eran la gran cosa. —Tenía una hermana menor, creo. Y... le gustaban mucho los dulces también. Aparte de eso... —continuó entre pausas —... lo molestaban por su peso. Es por eso que no volví a verlo. Aquel día en que lo vi por primera vez llovía muchísimo, y unos chicos lo habían empujado al barro. Lo ayudé, le di mi uniforme y... después me lo devolvió con una bolsa de dulces.

Taehyung estaba completamente atónito. Incluso olvidó por un momento cómo respirar correctamente; sus pulmones se apretaron en su pecho junto a su corazón, que palpitaba igual que su estómago, y sus labios temblaban tan incontrolablemente que se vio obligado a apretarlos un instante.

—¿P-por qué... n-no me habías dicho todo esto? —susurró el menor, forzando a sus cuerdas vocales a articular algún sonido.

Sus piernas temblaban mientras esperaba una respuesta. ¿Acaso... todo este tiempo se había tratado de él? ¿Pero cómo? ¿El primer amor de Yoongi había sido aquella versión suya que tanto odiaba? ¡Era completamente imposible! ¡Tenía que ser un error!

—Yo... no lo recordaba bien. Tampoco pienso que sea importante. —encogió los hombros. —Todo eso es información trivial. No sirve para buscarlo.

—N-no, eso-

—De hecho, ¿sabes qué? —el mayor se irguió de repente. —Vamos a olvidarnos de ello.

—¿Q-qué? —él levantó la vista rápidamente. Todo estaba pasando a una velocidad en que no podía procesarlo.

—Sí. Ya lo decidí. —habló, y su voz sonaba firme y segura cuando pronunció las siguientes palabras desde el otro lado del árbol: —Ese chico ya no me gusta más.

Notitas para Yoongi hyung~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora