Nota #2

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Al día siguiente, Taehyung despertó perezosamente, enredado en sus tibias sábanas, y frotando su carita contra la almohada.

Agh, qué ganas de quedarse en la cama por hoy...

O al menos eso deseaba hasta que recordó...

—¡Cierto! ¡La nota que le dejé a hyung! —se sentó de golpe en la cama, mareándose un instante. Soltó un suspiro. —¿La habrá leído? ¿Le habrá gustado el dulce? Oh, ¿qué tal si no le gustan los dulces? ¿Qué tal si es alérgico a ellos? —empezó a morderse las uñas. Segundos después saltó de su cama y se vistió a la velocidad de la luz.

En seguida se aseó y peinó al interior de su baño, y tomó su mochila con todo lo necesario para el día, antes de dirigirse a la cocina, en donde su madre preparaba ya el desayuno.

La saludó con un beso en la mejilla y ella respondió con una sonrisa.

—¿Despierto ya a Hye? —dejó su mochila colgada en su silla, sin dejar de ver a su madre, que preparaba cuatro desayunos distintos con la agilidad de un chef profesional.

O una madre experimentada.

—De acuerdo, cariño. Asegúrate de que lave bien sus dientes. Luego yo iré a vestirla. —Taehyung asintió y entonces dio media vuelta para ir hasta la habitación de su hermanita.

Una vez ahí, abrió las cortinas, como lo hacía cada mañana, y se inclinó sobre la pequeña para besar su frente.

—Hadita Hye, es hora de levantarse~ —susurró cerca de su oreja. Ella empezó a removerse y finalmente despertó, esbozando una pequeña y adorable sonrisa.

—TaeTae... —bostezó y estiró sus brazos. El castaño la cargó, sacándola de la cama, y revolvió su cabello.

—Hoy pareces un león. —rió, caminando hasta el baño y dejando a su hermanita en el suelo para acomodarle su banquito frente al lavamanos.

Ella subió, y una vez su hermano le dio su cepillo untado de pasta dental, empezó a lavarse los dientes.

Ya era desde hacía mucho tiempo una rutina para él, aquella del papel de hermano mayor y casi padre. El suyo se había ido hace años de casa, dejando a su madre con una pequeña niña de dos años, un Taehyung de catorce y un bebé en su vientre. Su familia se había partido en dos de repente, y todo a causa de otra mujer.

Pero al castaño no le importaba ya aquello. No necesitaban a un padre con ellos para ser felices. Él mismo podía hacer las labores que hacía su padre en el hogar e incluso más.

De hecho, había tomado tan en serio su rol con sus hermanos, que ellos jamás habían necesitado de una figura paterna en casa.

Y no la necesitarían si él se mantenía con ellos, cuidándolos y dándoles el amor que merecían.

Reflexionó aquello durante el desayuno. Su madre había ido a vestir a su hermanita, y él ya terminaba de comer, por lo que se levantó para ir a despedirse de ambas, y luego salió de casa, camino al instituto.

Solo entonces recordó de nuevo el motivo por el que se había levantado tan temprano. ¿Qué habría pensado Yoongi de aquella nota?

Apresuró entonces el paso y al llegar, se dirigió rápidamente a su salón. Vacío. No había nadie aún. ¿Tan temprano había llegado?

Soltó un suspiro. No le quedó de otra que sentarse a esperar a que Jimin llegara. ¿Por qué no escribirle otra nota a Yoongi mientras tanto?

Sacó su libreta y estuche, y luego de pensar un poco, escribió:

"¡Hyung! ¿Leíste mi nota de ayer? ¿Te gustó el dulce? Lamento ser tan tímido y no saludarte en persona...
¿Te sientes curioso de saber quién soy? ¡Lo siento! No puedo decirte aún. Pero tal vez te dé pistas en las siguientes notas~
Espero que no te moleste leerme. ¡Ten un buen día!"

Sonrió al leer el resultado. Esta vez no había tenido que escribirla tantas veces. Sacó una hoja nueva y empezó a escribir las líneas en limpio. No quería que su hyung viera los borrones y pensara que su admirador era una persona descuidada.

Cuando terminó, apenas notando los alumnos que empezaban a entrar al aula, esbozó una sonrisa cuadrada y levantó la hoja para verla bien. Luego la dobló pulcramente y se levantó de su asiento. Podía dejarla en el pupitre de Yoongi ahora mismo, si era lo suficientemente discreto.

Se acercó a la mesa de su hyung, leyendo la nota de nuevo para cerciorarse de que estuviera perfecta, y entonces una voz lo sacó de su breve lectura.

—¿Se te perdió algo? —la ronca voz de Yoongi inundó sus oídos.

El castaño enrojeció por completo y volteó rápidamente, soltando la nota por la impresión; a su derecha, el rubio mostraba cara de confusión con una ceja alzada. ¿Qué hacía ese nerd infantil en su puesto?

—A-ah, Y-Yoongi hyung... eh... y-yo... —Taehyung pasó saliva, deseando que la tierra lo tragase y lo escupiese en el triángulo de las Bermudas. Yoongi lo ignoró y recogió el papelito para dárselo.

—Ten. —murmuró y luego se abrió paso hasta su asiento, dando por terminada la conversación al sacar sus audífonos y ponerlos a un volumen tan alto que hasta Taehyung, en su pequeño trance, podía oír su música.

—G-gracias, hyung... —murmuró con desánimo, a pesar de que sabía que sus palabras no habían sido oídas.

Soltó un suspiro y caminó de vuelta a su asiento, arrugando la notita en uno de sus puños para finalmente arrojarla a la basura.

Mirara por donde mirara, Min Yoongi era un chico realmente inalcanzable.

¿Cómo llegaría a él?

Notitas para Yoongi hyung~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora