Hada en una Torre

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Snape llamó al despacho de McGonagall para tratar algunos asuntos. Al abrir encontró que su colega tenía compañía: Frente a ella, al otro lado del escritorio, estaba sentada una alumna de rizos castaños. Minerva sonrió complacida.

—Severus, qué grata coincidencia. Justo hablaba sobre usted con la señorita Granger.

—Gran fortuna llegar a un debate que me concierne -comentó Snape, agrio.

McGonagall notó el cambio de expresión en Hermione: La súbita emoción que la llenó al ver a Snape y su recomponer el gesto al voltear de nuevo hacia ella,. Minerva captó que Granger, aunque la veía, tenía en mente la imagen del recién llegado. Consideró con sorpresa y desechó la idea que fuera por atracción hacia Snape. Lo relacionó con el tema de trataban, aunque tanto gusto no dejaba de ser inusitado.

Sin traslucir sus emociones, Snape se preguntó: ¿Granger habría hablado con Minerva sobre Infinity Manor o el conjuro? Le pareció improbable. ¿De qué podían estar hablando? Él leía las mentes en circunstancias muy señaladas. Con la gente del colegio, generalmente se manejaba con las incertidumbres normales en el trato.

Quedó a un lado y a dos pasos de Granger en su silla, que con las manos entrecruzadas en sus piernas, volteó a verlo alzando un poco la cara hacia él, sonriendo con los labios juntos, plácida, a manera de saludo. Él no la miró. La chica no perdió el gesto y volvió a atender a McGonagall, que añadía:

—Comentaba a la señorita Granger que usted ha emprendido escribir un libro.

Snape, murmuró, desabrido:

—Presiento que me enteraré de una gran noticia para mí.

—Siendo honesta, fue idea mía -añadió Minerva, sonriente-. La señorita Granger vino a manifestarme intereses literarios. Su iniciativa es un soplo de aire fresco para este colegio en los días difíciles que corren.

Snape percibió el suave aroma que desprendía el cabello de Hermione. Distinguía los contornos de su espalda recta, sus hombros de curvas límpidas y fluidas. Sentada a un lado suyo, estaba más cerca que hacía unos días. Él quiso seguir las líneas de los brazos de Granger con las manos, pero su rostro seguía impávido. Lo ayudó la incomodidad causada por las palabras de Minerva.

—Muy loable masculló él-. Le recuerdo que soy profesor, no escritor. No tengo nada por enseñar sobre ese arte... a la señorita Granger.

McGonagall asintió, pero a favor de sí misma.

—La práctica, Severus, eso ayudará a nuestra alumna. La señorita Granger tiene el interés de traducir Los Cuentos de Beedle el Bardo. Yo le hablé sobre la obra de usted y le propuse pedirle ayuda. Estuvo de acuerdo conmigo. La señorita Granger podrá ayudarle en cuestiones de investigación, será un gran ejercicio para ella y apoyo para usted. El profesor Snape no querrá despreciar el pedido de la Casa de Gryffindor -finalizó, complacida.

Vaya... Él consideró: ¿La chica estaba armando aquello? Esta conversación con Minerva parecía muy a propósito. ¿De dónde sacó Granger tal gusto súbito por la literatura, si sus intereses primordiales eran muy diferentes, y urgentes? Incluso le extrañaba que los tres Gryffindor siguieran en Hogwarts, luego de lo que Potter creía saber. Tal vez Granger los demoraba, en su idea de aprender el conjuro.

Así que, ¿libros? Ella pudo decir dos o tres cosas para que Minerva tuviera la idea de pedirle apoyo. Por otra parte, no era mala maniobra. Así ella podría acudir a su despacho con libertad. La criticarían, pero la razón sería oficial.

La idea de pasar tiempo a solas con Granger para estudiar Ojo de Horus, llevaba días preocupándolo y agradándole; las dos emociones que le generaban alertas. Debería marcar más límites. No había sido necesario a la fecha. Con las dos veces que se vieron en clase y una cruzando los pasillos, retomaron su trato cotidiano. No habían vuelto a buscarse con la mirada en el Gran Salón. Ningún mensaje intercambiado. Y ahora que recordaba, habían pasado dos días, no los cinco que él le indicó para tratar el asunto del conjuro, y Granger ya tenía justificación para verlo cuando ella quisiera, hoy mismo si lo deseaba. Snape era muy bueno resolviendo intrigas de magos tenebrosos, pero nada sabía sobre lo que puede hacer una chica para conseguir lo que quiere.

Fetish SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora