En las Líneas de tu Mano

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Hermione retomó los ensayos con Snape durante dos días más, pero ahora llevaba uno completo, sin saber de él.

La castaña conocía el motivo por el cual Snape se ausentaba. El accidente con la Legeremancia se lo reveló. Y si bien él había mostrado ser capaz de sortear esos peligros durante años, ella se preocupaba. También admiraba que él no descuidaba la ayuda: Escribió los pergaminos enrollados donde le daba los lineamientos del conjuro, para que ella pudiera estudiarlos en su ausencia.

Semejantes en carácter, se concentraban para lo que debían hacer sobre el tema, dejando aparte lo que sentía el uno por el otro. No obstante, en las pausas lo dejaban traslucir, y ella no podía tener más claro que la actitud de Snape cobraba mayor fuerza; adusto, esquivo, revelaba la conmoción que Hermione le causaba. Y estaban sus palabras. Y aquellos besos reacios a abandonar su recuerdo.

Ella lo demostraba más, porque Snape estaba habituado a contenerse y entraba en las consideraciones de no involucrarla con él, para no hacerla peligrar. En cambio ella nunca se había visto en la necesidad de simular como norma de supervivencia diaria. Lo hacía ahora, sobre todo con Ron y Harry, pero confiando en que a futuro, cuando les dijera, podrían entenderla. De momento se le complicaba porque tenía que ver con Snape. Más difícil todavía porque había surgido un sentimiento entre ellos.

No era tan justo, pues la castaña intuía de sí misma que el no poder decir, la ayudaba a no tener qué decir.

Era un alivio no tener qué decir, porque una parte complicada era Ron. Lo estaba engañado en su cara. Y pese a saber que no se atrevería a llegar a grados importantes, como tener relaciones íntimas con Snape mientras Ron fuera su pareja, o intento de pareja, el sólo plantearse esa posibilidad con Snape le decía todo sobre sus deseos más grandes. Hermione no pensaría en eso con nadie de no tener un sentimiento importante. Y eso le demostraba que había removido a Ron del sitio que ocupara.

El remate era que Harry y Ron se desconcertaban a tal nivel que aparecían dudas en su contra. El efecto era que esas dudas la empecinaban más en aprender Ojo de Horus, para no muy lejanamente poder explicarles. E irse de Hogwarts. Y dejar de ver a Snape... lo que la convencía menos. Y no vivir más estos días... cuya sola idea la hacía sufrir. Mucho había cambiado en las dos semanas transcurridas desde que fueron al Boulevard de los Sortilegios.

Al lanzar el conjuro no tendría más justificación para estar con Snape, ni él con ella... Como fuera, se lo diría al pelirrojo. No esperaba mucho de él en su respuesta, pero por primera vez tampoco esperaba mucho de sí misma. Las vivencias con Snape eran una nueva luz con la cual veía a Ron.

Y a sí misma. Analizando el pasado se descubría empeñada en cambiar la forma de ser de Ron. En desacuerdo por lo que veía como una enternecedora, exasperante y desafiante cualidad en él, de no entender lo que ella sentía y no saber manejarlo. La castaña se veía intentando hacer que Ron encajara en un molde. Pero ahora se daba cuenta que motivada por un deseo y su amor por él, trataba de amoldar a Ron en esquemas que él no entendía. Vivían un eterno estira y afloja. Y al hacer el corte de caja al día de hoy, comparado con sus actitudes que le daban felicidad, era más lo que Ron la decepcionaba.

La razón que la mantenía, ¿era amor? Sus constantes choques con Ron eran un impulso de su relación. El motor del enojo, la pelea y la reconciliación. ¿Era eso el impulso del amor o el impulso de la antipatía? Por fuera podía ser pintoresco, como en ocasiones era para Harry, testigo de peleas que lo enternecían con una sonrisa. ¿Era igual de simpático el vivirlo? ¿Era suficiente para ella sentirse feliz de lograr lo que debía ser primero? Por fin tomar de la mano a una persona así, como si fuera un logro que él pudiera asumir que la quería, ¿era motivo para sentirse plena y orgullosa?

Fetish SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora