Ojo de Horus

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Era una cuestión de movimientos, en un máximo de diez segundos.

Hermione no hizo ruido alguno al llegar al término de la división entre el área donde se ocultó y aquella donde Snape estaba con Voldemort.

Pero al estar cerca de ellos, se lanzó al ataque.

Hermione salió corriendo en una curva, a toda velocidad, totalmente decidida, con la espada en ángulo a la altura de uno de sus hombros.

Con el rumor de la batalla rodeándolos, Nagini, a un costado de Voldemort, de espaldas a la Gryffindor, al recibir la orden del Señor Tenebroso se tensó e hizo atrás para saltar sobre Snape.

En muelle de músculos, Nagini abrió las fauces con ese gesto semejante a una sonrisa malévola y se disparó hacia Snape, sin darse cuenta que Hermione estaba a unos pasos de ella, alzando la espada sobre su cabeza.

Nagini recorría los dos metros que la separaban de Snape, y Hermione descargó el golpe hacia la cabeza de la serpiente, con todas sus fuerzas, todavía corriendo.

El chisporroteo de la batalla en el castillo, arriba, por el choque de encantamientos, dejaba caer sobre el embarcadero, blancos destellos.

Lo demás ocurrió en ocho largos segundos.

Al ver a Hermione salir de la penumbra, porque la tenía de frente, sin delatarla con gesto o mirada, Snape no se la pensó.

¡Hermione...! El grito estalló en su cabeza y reverberó en su cuerpo, y entendió lo que ella haría, y lo que implicaba para ella, y cómo el amor por él lo había traído a esta situación, y que ella había decidido jugarse la vida o morir por él. Y entonces para Snape ya no hubo nada que poner en la balanza, ni la misión, ni sus objetivos, ni el sacrificio, ni sus decisiones previas.

Los pensamientos que trataban de aflorar a su conciencia brotaron en una fuente que lo invadió de pies a cabeza.

Hermione estaba en peligro mortal y la conclusión se formó en la mente de Snape.

Voldemort no le iba a quitar a Hermione. Lo Slytherin le brotó por los poros. No esperó a ninguna reacción de Voldemort, ni cometió el error de varios oponentes de él, de esperar a ver qué hacía, para actuar. Dio por hecho que Voldemort trataría de matarla.

Pensó: A ella no, maldito. A ella no me la vas a quitar.

Invadido de una repentina furia, inclinándose un poco para atacar a Voldemort, viéndolo a los ojos con gesto déspota en los labios, Snape pareció chasquear los dedos y en su mano apareció la varita.

Los ojos del Señor Tenebroso se abrieron llenos de estupor y repentina comprensión que le borró de golpe, años de impresiones y creencias.

La sonrisa se disolvió en la cara de Voldemort, y el miedo lo invadió: Snape acababa de transformarse en un segundo ante sus ojos. El sirviente fiel y respetuoso desapareció dejando en su lugar a un Snape iracundo y decidido, y Voldemort lo comprendió en su verdadera magnitud: Alguien capaz de haberlo engañado durante años, infiltrado en el armazón de su poder, hoy con postura elocuente.

Entendió súbitamente la razón de tantos de sus fracasos, sin ir más lejos el no haber podido matar a Potter hace poco. ¿Cuánto más habría hecho Snape? Todo. En medio segundo le temió más que a Dumbledore. Snape no era su fiel servidor. Snape era su peor enemigo.

Snape se iba a cobrar todo, y más. En eso Voldemort escuchó los pasos de Hermione, volteó hacia ella, después hacia Snape y nuevamente hacia la chica. Aalzó la varita que llevaba en la mano, dirigiéndola a la chica.

Fetish SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora