Laberintos de Seda Sangre

29 3 0
                                    

Hermione apareció en lo alto de la Torre Oscura. La noche avanzaba, dejando lucir más las estrellas.

Snape miraba a lo lejos, con los brazos cruzados. Al verla llegar, se descruzó y fue hacia ella sosegadamente, quedándose a unos cuatro pasos de distancia.

—Granger -indagó tranquilamente, sin tensión en la voz, ni en la cara- ¿Weasley se ha ido?

—No, no se ha ido... -ella se agitó- Severus, por favor, escúchame...

El nuevo Director de Hogwarts insistió en ese mismo tono.

—Granger, Weasley debe marcharse, si lo quieres vivo haz que se vaya, en media hora debo dar la orden de que lo capturen y lo ejecuten. Yo no puedo sacarlo de Hogwarts sin que se descubra mi verdadera posición.

Alarmada, ella respondió:

—Pero es que... Severus, sí, pero en verdad, escúchame...

—¡No hay tiempo! -susurró Snape, pero insistente inclinándose un pocoi- ¡Olvida todo! ¡Nada más importa! ¡Cuando digo olvida todo, es todo!

Ella se colocó una mano a la altura de las clavículas.

—¿Todo? ¿Te estás refiriendo a nosotros? ¿Qué quieres decir con todo?

Ahí se le notó un poco más el enojo. Snape enderezó la espalda y afirmó:

—Tómalo como quieras, Granger.

Hermione experimentó con horror que realmente lo estuviera perdiendo. O que ya lo hubiera perdido y ella no lo entendiera. Avanzó hacia él con la mano aun en las clavículas y la otra, extendida a él:

—... no, no, Severus, escúchame, mi amor...

Snape dio dos pasos atrás, se puso las manos en la cintura, resoplando y viendo a un lado.

—No quiero oír ninguna historia.

Hermione, llenándose de ansiedad, vio a un lado y después a él:

—Tienes que oírme, Severus, déjame que te explique...

Él dio un paso hacia ella y aunque susurró, señaló enfático al piso. Estaba negando lo que verdaderamente sentía.

—¡No me importa nada! ¡No quiero escucharte!

—Tienes razón en estar enojado -jadeó ella-, pero no es lo que piensas... mi amor, te lo pido, no me hagas esto, por favor no me hagas esto...

Snape parecía querer caminar, pero se contenía. Sólo puso un pie adelante y señaló a un lado.

—Tienes veintiséis minutos para echar a Weasley del castillo. O él va a morir en cualquier aula o en esta misma torre.

—Estaba terminando con él, no lo parecía, pero óyeme... Como hago para que me entiendas...

Snape tuvo un cambio diametral: Sonrió, de labios cerrados y despectivos, haciendo con una mano el gesto de soltar un objeto. Aquello fue lo que más dolió a Hermione:

—¡No sé! -sacudió la cabeza- Si quieres, puedes irte con él.

Y desapareció.

Azorada, con los ojos anegados, Hermione colocó una palma sobre la otra, casi en su cuello. Soltó una exhalación de incredulidad.

El viento agitó sus rizos, al quedarse sola.

No es posible. No es posible. Esto no puede estar pasando.

Observó el paisaje a su costado.

La planicie se alejaba en sinuosidades hasta elevarse en el bosque, de un oscurecido verde a la luz taciturna de una enorme luna, que dotaba al paisaje de un gris azul. El mundo cambiaba y ese paisaje siempre pareció ajeno a los temores, los pesares y las tribulaciones.

Fetish SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora