Lupercalia de Máscaras

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No puedes pedirme esto, sollozaba Hermione, en la entrada de Knockturn Alley, en la lluvia, cuando Snape desapareció. No puedes pedirme que te olvide.

Dio vuelta tomando sobre Diagon, entre los muros de ventanas iluminadas con misteriosos dorados, a pasos titubeantes.

¡No, no es posible...!

Alzó el rostro bajo la caída del agua, recuperando la respiración con esfuerzo.

¡Debo hacer algo. Esto no puede terminar así!

Intentando pensar, caminó entre los negocios, por la callejuela solitaria. Algunas vitrinas estaban apagadas. Algunas ventanas, tapiadas apresuradamente. La columna de humo ascendía a sus espaldas.

Cuando iba entre la cerrada heladería y las túnicas, que exhibían modelos en una vitrina refulgente, mostrando la voluntad de Madame Malkin de imponerse al punto de fingir que no pasaba nada, la castaña escuchó una voz conocida.

—Hermione -la llamaron a su espalda, entre pasos en el agua.

Ella se puso una mano en la frente, como si volviera de un sitio distante, estupefacta al descubrir quién era:

—¿Ron?

El pelirrojo se detuvo a su lado, también mojado por la lluvia, que amainó un poco. El chico tenía bastante mal aspecto. Su cabello, empolvado como si viniera de dormir al aire libre; llevaba las manos en los bolsillos de un largo abrigo con el que se cubría; estaba un poco demacrado. El aspecto de sus ojos eran de haber recibido tierra, enrojecidos. Su voz era baja y grave, como si estuviera enfermando.

Ron... -la castaña no comprendía- ¿qué haces aquí?

Él tomó aire y le avisó, casi en un susurro:

—No hay tiempo, es necesario que lo sepas, Harry...

¿Harry? -ella se puso una mano en el cuello- ¿Qué pasa con Harry?

—Harry... está bien... Son los horrocruxes...

Paralizada de expectación, Hermione no parpadeaba.

—Los horrocruxes... -empezó Ron, lentamente, pero lo interrumpió una tos.

—¿Qué, Ron? -lo miró estupefacta, sin saber qué entender.

—Los horrocruxes...

—¿Cómo?

—... Se están materializando ante Harry...

Ella sintió su piel erizarse. Un escalofrío la recorrió. Dio tres pasos atrás, cubriéndose la boca con ambas palmas, viendo a Ron, incrédula. Las piernas le flaquearon. Apoyó una mano en un muro del cerrado y tapiado Flourish & Blott's, doblándose un poco, de cara al pelirrojo. No supo si alegrarse o aterrorizarse cuando él añadió:

—Los horrocruxes... -la lluvia saltaba en charcos por la calle- han estado apareciendo desde ayer a la medianoche... Uno cada hora... Puntual... Yo estaba con Harry porque me dijo dónde me esperaría y ahí empezó, días después, como si los objetos nos buscaran, o alguien nos los enviara. Fue... intimidante. También estábamos hechos un lío... -tosió- Sin ti no teníamos idea de muchas cosas, de prever... Por unas horas nos ocupamos de escapar de los mortífagos, estábamos al aire libre y no se nos había ocurrido llevar dónde guarecernos, ni poner hechizos de ocultamiento... pero de pronto...

Está resultando, se dijo ella, recargada en el muro, pasmada, con una mano en los labios, espantada, oh, Severus, está resultando. Parece que está resultando.

Un extraño rayo de luz cruzó entre las nubes. En el ambiente grisáceo tocó a Hermione, apoyada en el muro de Flourish & Blott's, creando un raro contraste entre la lluvia, lo opaco de la tarde y el cálido haz luminoso.

Fetish SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora