Luego del fallido intento de matar a Harry -saboteado en gran medida por Snape- y resonando la noticia de la fuga masiva de Azakabán, se trasladaron desde Budleigh Babberton, evitando la Red Flu.
Hermione y Snape volvieron al largo Boulevard de los Sortilegios, entre la luminiscencia violácea de los serenos durazneros y sus adornos de flores.
A diferencia de la vez pasada, los umbrales entre los árboles habían cambiado: Fachadas gris claro, de dos columnas de mármol a los costados; a través de sus cristales, cada puerta de madera blanca mostraba un corredor solitario, iluminado de leve dorado y con una escalera hacia la penumbra de la planta superior.
Hermione observaba elevarse, sobre la línea de los árboles, los remates de los edificios en castillos de torres puntiagudas, o alcázares solitarios de vitrales que subían como siguiendo internas escaleras de caracol, o construcciones como pirámides de mármol; algunas residencias conectadas entre sí por corredores aéreos.
Y más: Pese al mayor peligro cernido sobre ambos -Hermione considerada enemiga de todos, Snape debiendo ocultar su amor por ella y obligado a explicar a Voldemort por qué no pudo hacerla prisionera-, la Gryffindor y el Slytherin unidos por el amor se sentían diferentes esta vez en el Boulevard.
Y era especialmente interesante, pues la primera vez que estuvieron fue una extrañeza entre ambos, el inicio de un trato no del todo tranquilo, un poco el no saber bien qué esperar; pero esta vez, con lo vivido, la diferencia era evidente. Flotaba en el aire.
Cada cual percibía una tensión agradable, un nerviosismo latente en el silencio. Ninguno ocultaba ya nada sobre sus sentimientos, y eso generaba expectación. La tensión de quienes se conocen de varias maneras, y más: Sin otras barreras entre sí. Esta vez nadie los separaba. Por eso, la emoción hoy se sentía en la piel.
Caminando lado a lado, era la primera vez ellos solos, pensando en lo mismo.
La primera vez que se sentían libres, lo más cercanos, y sin nadie conocido alrededor.
Snape no podía dejar de percibirlo, ni de percibirse: Los árboles se proyectaban en el Boulevard, libres y sin límites, así como él vivía su interior, sin consideraciones que lo detuvieran, sino solamente él, caminando junto a Hermione. Libre por primera vez, al lado de quien consideraba la maravillosa Gryffindor.
Hermione se sentía también, un poco nerviosa. Además de estarlo por dirigirse a lanzar finalmente el conjuro, también experimentaba la conmoción de inaugurar una etapa nueva con Snape. Un poco más y por la emoción, temería no saber qué hacer con él. Siento que Snape se acaba de volver mi novio, sonreía a ratos.
Un novio bastante serio. Fueron recto entre las edificaciones que podían ser residencias o accesos a otros mundos, por la vía donde flotaba el suave aroma de los duraznos, sin decir palabra.
Más adelante se detuvieron. Snape hizo que Hermione realizara el encantamiento para atravesar la reja, comprobando por puro trámite que ella sabía entrar, pues no dudaba en absoluto de su capacidad; cruzaron el jardín reluciente; en el arco la castaña quitó llave al hacer coincidir los emblemas del Sol y la Luna. Al entrar, él cerró la puerta a sus espaldas y sin más, fueron a la escalera de mármol.
Ascendieron por los anchos peldaños, teniendo al lado, en la pared, relojes de muy variados diseños: Sus carátulas eran de diferentes formas geométricas en el estilo de los relojes de la casa, y no todos los números eran arábigos, muchos eran letras o imágenes y varios tenían más de tres y hasta siete manecillas, marchando en sentidos diferentes... Subieron por los peldaños girando hacia el piso superior, donde desembocaron en aquella estancia dominada por los dos altos ventanales descubiertos.
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Fetish Slytherin
FanfictionSevmione. Long fic. El Conjuro de Hieracómpolis puede derrotar al Señor Tenebroso. Pero en el Boulevard de los Sortilegios aflorará una historia de la que Hermione no tiene recuerdos, aunque, sí, sentimientos.