Dinastía Joseon, Año 1598
La guerra finalmente había terminado. Indudablemente todo el pueblo celebraba y el regreso del general era ansiado por muchos.
Pero nadie esperaba que el general Kim Taehyung trajera en sus brazos el cuerpo de la persona qu...
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Cientos de años atrás.
Era otoño, y las amarillentas hojas sobre el bosque daban un paisaje cálido. Acompañados de aquellos árboles que lentamente comenzaban a quedarse sin sus acompañantes. Anunciando la pronta llegada del invierno.
Ha pesar de estar en medio del bosque recostados sobre uno de los más grandes árboles, no tenían frío. Aunque parecía que el sol estaba por finalmente ocultarse, ninguno mencionó algo al respecto. Ese día era perfecto y ninguno tenía la intención de terminar con ello.
Solo eran dos jóvenes ingenuos, tratando de apreciar juntos esa hermosa vista que el mundo les estaba otorgando.
—Quisiera ver las luces brillantes.—Expresó uno de ellos, mientras seguía sentado al lado. Recostó su cabeza sobre el hombro del contrario.—Por favor.
Kim JongIn, quien seguía admirando la vista, no dudó ni un segundo en tomar su mano. Sinceramente, él estaba a punto de pedirle lo mismo. Ver aquellas luces que solían aparecer cuando el sol se iba. Esas luces que muchas veces fueron testigos de aquellos encuentros fugaces. Esas luces que, fueron los primeros en descubrir lo que ambos jóvenes habían tratado de ocultar.
JongIn no pudo responder nada. Solo tomó su mano y comenzó a acariciarla lentamente. Cada caricia, siendo como el consuelo que su alma necesitaba en ese momento.
—¿Crees que esas luces son como nosotros?—Dudó en hablar, aunque no esperaba alguna respuesta con exactitud.
—¿Lo son?
JongIn volteó la mirada hacía su acompañante en busca de alguna respuesta. Pero este seguía quieto, observando lentamente como finalmente el sol se ocultaba.
—Quiero creer que sí, lo son.—Kyung-soo lo miró fijamente, acompañado de una pequeña sonrisa.—Quiero pensar que tú y yo somos como ellas. Brillando cada noche, como aquella en la que nos conocimos por primera vez.
Ambos voltearon lentamente sus miradas hacia el cielo, que lentamente se había convertido cada vez más oscuro y hermoso. Aún no había suficientes luces sobre ellos, pero aun así la vista era magnífica. Era algo mágico e incomparable.
Al contrario de Kyung-soo, el sentía que en realidad las luces no se parecían mucho a ellos. Las luces brillaban juntas cada noche, aun después de días de lluvia. Ellas seguían siempre ahí. Brillando y brillando.
Ellos, al contrario de las luces. Habían dejado de brillar hace mucho.
—Kyung...
—Quiero brillar contigo por siempre.—Cortó sus palabras mientras se refugiaba entre sus brazos. Aun con la voz cada vez más entrecortada.—Amarnos y huir de todo lo malo. De verdad, quiero poder amarte y darte el amor y la familia que siempre quisimos.
—Podemos hacerlo.—JongIn trató con una de sus manos, limpiar suavemente las lágrimas sobre su rostro.—Podemos brillar amor. Ser como las luces.
