22: Él está aquí.

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—Pero

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—Pero...

—No.

—¡¿Por qué no?! —Insistió.

—Es una completa estupidez. Ni creas que me involucraré en algo así Hoseok.

Hoseok observaba detenidamente como la mujer frente a él después de hablar, ni se inmutó en siquiera observarlo. Aún después de contarle a detalle todo el plan que había organizado el día anterior con el menor.

—Podemos negociar~ —canturreó mientras estaba sentado sobre aquel viejo mueble del lugar. —Puedo darte un nuevo sillón...

—Tsk, Tacaño. —Espetó.

—De acuerdo, de acuerdo, ¿Una nueva casa quizás? —preguntó el castaño —Porque la tuya como que esta vieja ¿No crees?

—Lárgate.

—Okey no casa nueva. —Aclaró algo irónico— Entonces... —Hoseok miró hacía la pared, buscando en su mente algo, pero nada. El castaño no paraba de mover los pies de un lado a otro, tratando de encontrar alguna buena propuesta, pero, fallando abismalmente.

A decir verdad, estaba nervioso. Y estar en aquel espacio lleno de libros y cosas algo extrañas no ayudaba demasiado. El lugar de por sí, era bastante viejo. Se podía notar a simple vista por las paredes de una madera de color caoba y por los estantes y muebles bastantes antiguos, pero a su vez, bien cuidados. Además de que había bastantes cuadros por doquier.

Hoseok sintió que era un lugar muy antiguo para su gusto, aunque no podía negar que era un lugar muy bien cuidado para los cientos de años que tenían las cosas del espacio.

—Tan solo necesito saber lo que pasará ahora. — Se levantó rápidamente de su lugar —Fuiste tú la que me dijo sobre cuánto tiempo le quedaba Jungkook, ¿Por qué no puedes decirme tan solo si algo cambió Jisoo?

Hoseok sabía que las probabilidades de que Jisoo reaccione de esa manera, era las que más se esperaba. Porque cuando Jisoo no quería involucrarse con algo, tan solo mostraba desinterés, justo como en ese momento.

—Hoseok escucha — Jisoo posó la mirada sobre el mayor. Abandonando por completo el libro a medio leer. —Desde el instante en que te hablé sobre el destino de Jungkook, las cosas cambiaron. ¿Acaso lo entiendes? Si te digo algo más con respecto a ese niño, cambiaré las cosas aún más. —Suspiró — Así que ríndete de una vez y vete.

—Puedo incluir en tu nueva casa un sillón...

—Vete antes de que llame a la policía. —Ordenó.

—La casa, dos cuadros y el mueble, tómalo o déjalo.

Jisoo lo observó. Por un instante, Hoseok pensó que estaba considerando su oferta, pero vamos.

Ni siquiera el soborno podía contra la Diosa del Destino.

—Tal vez si le agregabas dos muebles más, lo pensaba.

—¡¿Enserio?! —Preguntó esperanzado.

—No. Ahora largo. —Recriminó mientras trataba de avanzar con su libro.

Hoseok se alejó del escritorio donde estaba Jisoo algo triste y molesto. Y sin decir algo más, avanzó hacía la salida.

Eran pocos los dioses que Hoseok había tenido oportunidad de conocer en este mundo, ya que la gran mayoría permanecían en el cielo. Solo unos cuantos venían a la tierra por voluntad propia, o como en su caso, por el castigo divino. Aún recordaba la primera vez que conoció a Jisoo hace 10 años atrás. Era un día totalmente lluvioso, la gente se movía rápidamente de un lugar a otro, buscando refugio de lo que pronto parecería ser una tormenta. Hoseok en ese momento, estaba vigilando como siempre a la pequeña reencarnación, Jeon Jungkook.

El menor no la pasaba realmente bien por esos años de su vida, pero, aun así, tenía a su madre. El Dios sabía mejor que nadie que las cosas no mejorarían para el pequeño, porque se notaba como día a día su madre, comenzaba a perder ese dulce brillo en sus ojos por la enfermedad. Fue entonces cuando aquel día, sintió la presencia de alguien detrás de él. Hoseok no sabría hasta poco mas adelante que era Jisoo, la Diosa del destino y una de sus más grandes amigas.

Justo en el momento en el que giró la perilla para salir, Hoseok se quedó quieto.

—Jisoo... —Habló con un tono más apagado, mirando hacia la puerta y dándole la espalda. —¿Porqué fuiste ese día a decirme el destino de Jungkook?

Jisoo, quien aún estaba sentada al lado de aquel escritorio se sorprendió por la pregunta. Le tenía un gran cariño al hijo del Dios del cielo desde que lo conoció. No bastó realmente mucho tiempo para que fueran amigos. Pero, a decir verdad, ella se acercó a Hoseok para avisarle sobre el destino de Jungkook, ya que en aquel momento ella no pensó las consecuencias y solo quería salvar y cambiarle el destino al pequeño. Creyendo que Hoseok era el Guardian del Alma.

Pero se equivocó.

Y se dio cuenta de eso porque al poco tiempo de decírselo, nada cambio. Debido a que fue el mismo Hoseok que no hizo nada para salvarlo de las garras de la maldad cuando la madre de Jungkook murió.

Porque el Guardian del Alma lucharía.

Lucharía por salvar el alma de ese pequeño. Fue entonces que se dio cuenta que Hoseok, Huan-ung, el hijo del Dios del Cielo, no era más que un Dios que velaba por Jungkook. Pero nunca haría algo para cambiar su destino.

"Él no cambiará su destino, pero si lo acompañará como tal..." Pensó.

—Porque creí cambiar el destino. —Masculló —Pero solo pude darle compañía en su dolor—Jisoo observó a Hoseok con una mirada llena de esperanza. Porque sabía que, a pesar de todo, ese Dios quiere a Jungkook. Así como quiso con todo su corazón a cada reencarnación. —Así que tan solo cuídalo Hoseok. —Agregó— Cuídalo como haz estado haciéndolo todos estos años.

Y mientras Jisoo veía como Hoseok asentía acompañada de una sonrisa llena de luz y esperanza, se lamentó.

Lamentaba el no poder decirle sobre el destino de Jungkook.

Pero se lamentaría aún más si le decía a Hoseok que a pesar de todo, el destino no había cambiado.

¿Acaso Jungkook volvería a morir otra vez?

"No, esta vez será diferente... Esta vez él está aquí."


Cuídense mucho, los quiero

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Cuídense mucho, los quiero.

Nos leemos pronto~

-Mayo

Guardián Del Alma | TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora