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Sábado... Estoy nerviosa, voy a comprar mi primer coche, voy a comprar mi libertad y la de mi bebé. Solo un mes más y estaría de camino a Montana en mi nuevo trabajo. Porque sí, ya tenía trabajo.
Una señora llamada Maggie me llamó ayer viernes por la tarde. Me dijo que era la empleada de Lilly Clark, la mujer que me había hecho la entrevista por videollamada hacía unos días. Dijo que, normalmente, la Señora Clark se toma su tiempo para contratar a alguien nuevo, pero que yo le había encantado y quería que me incorporara de inmediato al trabajo. Yo le había contado que estaba embarazada y que quería criar a mi bebé en un lugar más tranquilo y acogedor que Tampa. En realidad, no le había mentido, quería eso, pero no era la razón principal para recorrer tantos kilómetros. Sí, había omitido algunos detalles, pero no creo que fueran necesarios para obtener un trabajo. La Señora Clark había sido muy amable durante toda la entrevista.
Era una mujer muy amable y cariñosa, la calidez de su voz y su forma de hablar acompañaban a un físico genuinamente perfecto. Era rubia, con el pelo por los hombros, piel blanca, ojos claros. Vestía un elegante traje de dos piezas negro, que supongo se lo puso para la entrevista, no imaginaba que alguien de campo fuese siempre así vestido.
Llegué en autobús hasta la casa de la Señora Higginston, en la entrada estaba mi nuevo coche. Golpeé la puerta un par de veces hasta que oí unos pasos arrastrados acercarse.
-Hola Señora Higginston, soy Alice. Hemos hablado por teléfono por la venta de su coche.
- ¡Oh sí! Pasa querida. - entré en su casa y olía a perfume de flores mezclado con olor de gato, normal, en la sala había unos seis gatos. Todos dormidos excepto uno, estaba sentado en un sillón color marrón mirando fijamente hacia la señora Higginston. - Ese es Willow. - dijo señalando hacia el gato sentado.
-Encantada de conocerte Willow. - estiré mi mano para acariciarlo, pensé que no se iba a dejar por eso de que los gatos son ariscos, pero este era totalmente diferente, se dejó acariciar e incluso estuvo oliendo mi mano.
-Bueno querida, como indico en el anuncio quiero deshacerme de ese trasto, ya no me sirve, no puedo conducir y no quiero estar pagando un seguro de un coche que no utilizo.
- ¿Puedo saber por qué tiene tantos kilómetros?
-Oh claro querida. El motivo es porque se lo dejé durante varios veranos a una antigua vecina, ella recorría el país con el coche, claro que insistió en pagarme un alquiler. Pero no podía aceptarlo bajo ningún concepto, ella era estudiante y tenía la edad para disfrutar. Yo no iba a usar el coche y tampoco lo quería ahí parado.
- ¿Y qué pasó con su vecina? Digo, quizás a ella le gustaría tenerlo.
-Para nada cariño. - dijo la Señora Higginston mientras se levantaba para dirigirse a la cocina. - Ella se mudó a un apartamento más cerca de la ciudad, había encontrado un trabajo después de graduarse y decidió que quería vivir en otro lugar. Me agradeció por todos esos veranos inolvidables que había experimentado gracias al coche y se marchó.
-Vaya... Supongo que al final todos encontramos nuestro camino en la vida.
-Así es, yo encontré el mío junto a mi difunto marido, George y sus innumerables gatos. - se acercó con una bandeja con té y galletas. - Vamos querida no seas tímida.
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Séptimo capítulo.
El plan de Alice sigue adelante y la señora Higginston es todo un primor de persona :)
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