Veinte

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Pyper

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Pyper

Tomo el vaso de jugo de uva para darle un gran sorbo, observando por encima del cristal como Brais termina de preparar su desayuno que consiste en tostadas francesas y un poco de bacón, muerdo mi labio inferior deleitándome en la forma en que aquellos pantalones de mezclilla grises se ciñen a su trasero y fuertes piernas.

Las imágenes de anoche vuelven a mi mente como un caleidoscopio en cámara lenta logrando que un cosquilleo incesante se instale en mi centro. La manera en que su mano se deslizaba por su ancho miembro y el placer que reflejaba su rostro es algo que dudo salga de mis pensamientos en mucho tiempo.

—¿Quieres más? —su voz me saca de mis pensamientos con aquella pregunta que me suena tan llena de doble sentido que mis mejillas arden.

Mis ojos de inmediato buscan los suyos que me ven de manera penetrante como si estudiara cada una de mis reacciones y sobre todo como si supiera lo que estoy pensando.

—Eh...no, así estoy bien—contesto una vez mi lengua y cerebro conectan.

—No tengas pena de pedir más, yo siempre estaré dispuesto a darte todo cuanto quieras—suelta de manera sugerente con una sonrisa tirando de la comisura de sus labios.

¿Ah? En estos momentos no sé si habla de la comida o de lo que vi anoche.

No, no puede ser el no sabe que estuve allí ¿cierto?

Diablos deja la paranoia Py, no es posible que el pelinegro me haya visto.

—Pensándolo bien, me gustaría un poco más de jugo—le indico pasando la lengua por mi labio inferior, movimiento que no pasa desapercibido por el moreno que fija su mirada allí y luego vuelve a mirarme con los orbes más oscuros que nunca.

Abre la nevera, saca el envase de jugo y se acerca a mi lugar en la encimera vertiendo el líquido en el vaso.

Luego vuelve a la estufa para apagar el fogón, servirse su porción de desayuno y tomar asiento a mi lado.

—Luego de comer salimos de vuelta a Columbia—suelta el moreno.

—Está bien—contesto, sintiendo en el fondo que no quiero irme de aquí—Buen provecho—le indico señalando su desayuno.

—Gracias.

—Gracias

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La Chica De Las Zapatillas RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora