Epílogo

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Brais

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Brais

Seis meses después

Si alguien me hubiera dicho en el pasado que en el último año universitario me iba a enamorar hasta los huesos me hubiera reído en su cara, definitivamente aquel sentimiento no estaba dentro de mis planes, pero me alcanzo arrasando con todo en lo que creía y con cada una de las murallas que por años me encargue de construir alrededor de mi corazón.

Pyper es claridad en medio de la penumbra, aquella pequeña mujer de ojos profundos como el mar, cabellos radiantes como el sol, menuda y sonrisa fácil se ha convertido en mi todo.

Mi cable a tierra.

Tanto es mi amor por ella que no me importo comprar un edificio entero y abrir una sucursal de Fox en Atlanta para estar cerca de ella, a pesar de las sugerencias de mi tío y escuchar una y otra vez que mi decisión representaría perdidas para Fox no me importo, prefiero estar en la miseria que vivir una vida sin ella.

Además, no habría sido capaz de aceptar que ella abandonara sus sueños por mi culpa, es a mi lo que quería a su lado y es lo que le di.

Lo comprendo aún más en estos momentos que la veo deslizarse de un lado a otro sobre la tarima como si fuera un angel, mi campanita es hermosa, su cuerpo grácil se mueve como si fuera uno solo con las notas que llenan el teatro. Y tal como si fuera la primera vez que la veo me pierdo en sus movimientos delicados, sensuales que atentan contra el cierre de mi pantalón con la potente erección que ni siquiera me inmuto en disimular.

Soy un jodido enfermo lo sé, ¿Quién en su sano juicio se excita con un baile de ballet?

Las ganas de rodear mi tronco entre mis dedos para aplacar la necesidad de mi entrepierna me llenan la mente, pero controlo aquellos impulsos al saberme acompañado de tantas personas, no puedo ser tan desvergonzado.

El acto llega a su punto cumbre provocando que el público se levante estallando en enérgicos aplausos llegado el final de la presentación.

Mi mujer brilla sonriendo entre sus compañeros y cuando sus ojos se encuentran con los míos, su sonrisa se ensancha más acelerando las pulsaciones de mi corazón.

Los artistas comienzan a bajar de la tarima donde varias personas los comienzan a felicitar mientras yo solo deseo que todos los jodidos insectos salgan de mi camino y poder llegar a donde mi campanita me espera.

Avanzo con las manos metidas en los bolsillos del pantalón y me recuesto a una pared mientras observo como un hombre se acerca a ella y comienza a hablarle muy cerca, despertando al cavernícola que vive en mí.

Sin pensarlo camino hasta a ellos importándome una mierda que parezca un loco posesivo tomo a la rubia por la cintura y la pego a mi pecho estampando mis labios sobre los suyos, haciéndola jadear por la intensidad con la que le devoro la boca.

La Chica De Las Zapatillas RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora