Treinta y Tres

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Pyper

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Pyper

Mis ojos no daban crédito a lo que ven y aunque frente a mi la imagen no da espacios a dudas con respecto a lo que entre el moreno y su madrastra ha pasado, mi mente sigue empecinada en que nada de esto es real ni tiene sentido alguno, después de todo que Brais hemos vivido durante estos meses.

Aun así, la espinita de la suda vaga en mi interior punzando en los lugares exactos para que la desconfianza crezca, después de todo cuando lo conocí no era ningún santo por el contrario era el hijo de puta más grande que he podido conocer en mi vida.

Así que de un momento a otro la ira comienza a abrirse paso en mi torrente sanguíneo hirviendo como un volcán que lucha por erosionar y fundir todo a su paso.

Mis pies toman la decisión por mi antes de que mi cerebro logre conectar con mi cuerpo y en un par de zancadas ya estoy junto el borde de la cama donde se encuentra mi novio desnudo con la piel brillante tal vez por el esfuerzo que aquel acto infame ha representado.

—Brais—lo llamo sin atreverme a tocarlo, lo intento tres veces más pero el pelinegro no se mueve en lo absoluto.

—Maldita sea abre los putos ojos y atrévete a darme la jodida cara—suelto iracunda.

Sin poderme controlar mi puño vuela hasta su espalda golpeándolo con tanta fuerza una que iguala el dolor que siento justo en estos instantes dentro de mi pecho.

Por más que grite y lo zarande el no reacciona lo que me hace caer en cuenta que algo no va bien.

Me inclino para corroborar si aun respira, poso mis dedos muy cerca de su nariz comprobando que así es, pero el ritmo en que lo hace me parece irregular.

—Brais—vuelvo a llamarlo removiéndolo una vez más pero nuevamente no obtengo ningún ápice de reacción de su parte.

Sin perder tiempo saco el celular del bolsillo trasero de mi pantalón y marco con rapidez el número de uno de los gemelos.

—Pyper—la voz de Jonas me recibe del otro lado de la línea.

—Necesito que vengas al departamento de Brais inmediato, algo no va bien, no se mueve y respira de manera extraña.

—Pero ¿Qué sucedió? —cuestiona lleno de preocupación.

—Eso ahora no importa, necesito que muevas tu culo aquí pero ya—suelto irritada antes de colgar el teléfono.

—Vuelvo a marcar sin dejar de ver el cuerpo inconsciente del moreno sobre las sábanas revueltas.

—Servicio de emergencias en ¿Qué podemos ayudarle?

—Servicio de emergencias en ¿Qué podemos ayudarle?

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La Chica De Las Zapatillas RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora