Pyper
Los pasos de Brais son firmes mientras avanza por el interior de la casa, mi piel arde sintiendo como sus músculos se contraen con cada pisada que da, pero lo que me hace realmente estar con el cuerpo completamente encendido es la manera en que su miembro roza parte de mis glúteos dejándome muy claro que continúa erecta a pesar de que hace escasos minutos acaba de descargarse sobre mí.
¿Será que no se cansa?
No es que tenga basta experiencia en el plano sexual, pero en comparación a mi primera vez esto es totalmente diferente, desde la manera apasionada en que el moreno me poseyó, como sus manos recorrían mi cuerpo y sobre todo esa sensación de llenura y satisfacción que logra me estremezca de tan solo recordar como su miembro acariciaba mis paredes vaginales hace unos instantes atrás.
El frio de la porcelana bajo mis nalgas me hace respingar alejándome de mis pensamientos, haciéndome consciente del lugar en donde nos encontramos.
El Baño.
—¿Estas bien? —sus ojos oscuros buscan los míos.
—¿Por qué lo preguntas? —rebato.
—Por qué pareces distraída ¿No te he lastimado o sí?
—No, no es eso—muerdo mi labio inferior.
Sus ojos se tornan más oscuros si se puede al notar mi gesto—¿Entonces que es?
—Solo pensaba en lo que sucedió allí afuera—señalo hacia la puerta con mi barbilla.
—Mmm mi pequeña, ¿Esta recordando como le llenaba el coñito?
El moreno sonríe altanero y se acomoda entre mis piernas que no demoran en enroscarse alrededor de su cintura.
—Me parece increíble que esto—digo atrevida llevando una de mis manos a su polla sujetándola con fuerza—haya logrado entrar en mí.
Un gruñido brota de su garganta—eres una niña muy golosa campanita—dice antes de adueñarse de mis labios con un hambre voraz que me hace gemir mientras su lengua busca la mía.
Brais se pega por completo a mi entrepierna desesperándome cuando la punta de su pene se restriega deliberadamente en mi centro.
—Brais—clamo su nombre llena de necesidad por ser colmada por su falo nuevamente.
Su carne se siente caliente en contraste con la humedad acumulada entre mis pliegues algo que me hace sentir un poco apenada porque jamás me había sentido tan mojada como en estos momentos que el moreno aparta mi mano de su miembro y lo toma entre sus dedos para recorrer mi raja de arriba abajo como si de un pincel trazando líneas se tratase.
—Eres mía campanita—sisea mientras se ocupa de morder mi barbilla.
Sus dientes raspan mi piel descendiendo de una manera tan tortuosa que creo estallar en cualquier momento, mi espalda se arquea cuando su boca al fin llega a mis senos que chupa con fuerza y tira de uno de mis pezones entre sus dientes con tan poca delicadeza que me hace chillar de placer uno que jamás pensé experimentar ante tanta rudeza.
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La Chica De Las Zapatillas Rosas
RomancePyper inicia una nueva vida, luego del fallecimiento de su padre, cumpliendo con aquella promesa de convertirse en la mejor bailarina de danza y ballet de su promoción. Lo que ella no tenia idea era del torbellino de emociones que le esperaba en su...