Doce

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Pyper

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Pyper

Me remuevo entre las sábanas, buscando a tientas un cuerpo grande y fornido a mi lado, pero por más que busco no encuentro nada.

Estoy realmente agotada como si me hubiera pasado un tractor por encima, suelto un suspiro hondo abriendo los ojos con lentitud, al hacerlo miro en todas direcciones de la pequeña habitación sin encontrar rastros del moreno.

Me incorporó y retiro la tela que cubre mi cuerpo dejando a la vista mi desnudes, no voy a negar que siento un escozor en mi trasero, de solo recordar todo lo que sucedió anoche siento que mis mejillas arden, bajo la mirada a mis caderas donde también siento una leve molestia encontrándome con algunos moretones que sobresaltan en mi piel pálida.

Me dejo las marcas de sus dedos.

Una sonrisa se adueña de mis labios porque lo que experimente fue totalmente diferente a lo que alguna vez soñé.

Sin perder más tiempo me dirijo al baño para verificar si Brais se encuentra en el interior, pero al llegar la puerta está abierta de par en par dejando en evidencia la ausencia del pelinegro dentro de mi habitación, la sonrisa que adornaba mis labios desaparece como por arte de magia.

Se fue.

El maldito me follo a su gusto y se largó sin tan siquiera tomarse la delicadeza de despedirse o dejarme una pinche nota.

Al parecer nada es como lo pintan es los libros románticos o telenovelas, donde la chica virgen se entrega y el chico se enamora perdidamente de ella, aunque dudo mucho que Brais sea ese tipo de hombre, él es diferente a todo lo que he conocido y me lo dejo muy en claro en tomarme de una manera tan poco convencional que para cualquier chica virgen hubiera sido incómodo y hasta cierto punto traumático, pero para mí no, amo los retos y Brais es uno de esos que se consiguen y disfrutan poco a poco.

Y vaya que lo disfruté.

Me dejo caer nuevamente sobre el colchón, analizando todo lo que ha pasado, después de todo no puedo reclamar nada, fui yo quien le pidió que me tomará y si me preguntan si lo haría de nuevo la respuesta es sí, el moreno necesitaba de mí y yo me brinde como tributo para que desahogara sus penas, así que no hay cabida para los arrepentimientos, lo hecho, hecho esta y punto.

Me dejo caer nuevamente sobre el colchón, analizando todo lo que ha pasado, después de todo no puedo reclamar nada, fui yo quien le pidió que me tomará y si me preguntan si lo haría de nuevo la respuesta es sí, el moreno necesitaba de mí y yo me b...

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La Chica De Las Zapatillas RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora