Catorce

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Pyper

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Pyper

— Eres una más de la lista de culos que me he follado.

Jodido cabrón, sus palabras no dejan de dar vueltas en mi cabeza como un espiral que no tiene fin. Brais Baxter es el ser más despreciable y narcisistas que jamás haya conocido.

Por un momento llegué a sentirme culpable cuando le dije aquellas palabras valiéndome de lo que me contó la noche en que me entregué a él, como una tonta pensando que quizás yo pudiera ser esa persona que lograra hacer cambiar a un tipo como él, sin sentimientos e incapaz de sentir algún tipo de remordimientos por las atrocidades que salen de su boca.

Por ese motivo y muchos más no tengo por qué arrepentirme de nada de lo que dije, después de todo el me hirió primero comparándome con una más de las chicas con las que está acostumbrado a revolcarse, cuando en realidad yo estaba dispuesta a darle lo mejor de mí, ayudarlo a salir de esa oscuridad en la que está sumergido, queriendo ser esperanza para alguien que no quiere ser salvado.

Pero se acabó, no voy a permitir que él ni nadie me haga sentir menos, yo sé lo que valgo y lo que merezco y en definitiva no es un hombre tóxico, posesivo, con delirios de grandeza.

Cierro los ojos apartando mis pensamientos, dejando a un lado su recuerdo que me tortura día y noche desde estuvimos juntos.

—Basta Pyper—gruño entre dientes, mirándome fijamente en el espejo una vez los abro.

Hoy será una gran noche, la pienso disfrutar al máximo y no voy a dejar que el estúpido ese me la arruine.

Me aplico un poco de labial rojo, del mismo tono de mis botas con tacón de aguja que me llegan hasta las rodillas, las que decidí combinar con un pantalón de cuero negro de corte alto, un top brasilero color blanco con transparencias en el área de mis pechos dando un buen vistazo de ellos, una chamarra corta a juego con mi pantalón, argollas grandes y mi cabello en una trenza francesa que llega a la parte baja de mi espalda.

Sonrío a mi reflejo satisfecha con el resultado, salgo del baño y camino hasta mi cama para tomar mis pertenencias, James no debe demorar en llegar y no quiero hacerlo esperar.

—Pero chica tú vas dispuesta a dejar a más de uno sin aliento—suelta Frances en cuanto me ve.

—No exageres—aprieto los labios intentando no reírme.

—Sabes que lo que digo es cierto, te aseguro que James será la envidia de más de uno—dice aparentando inocencia, pero su comentario esta tan lleno de sarcasmo que es difícil no darse cuenta de a que o quien se refiere.

Decidí contarle todo lo que ha sucedido entre el pelinegro y yo, Fran es lo más parecido que tengo a una amiga, necesitaba sacar todo lo que llevaba dentro y ella me inspira confianza. Después de todo fue ella quien me advirtió que me mantuviera alejada del moreno.

La Chica De Las Zapatillas RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora