Trece

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Pyper

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Pyper

Por más que James se esforzó por levantarme al animo ayer no quise salir de la habitación, era lunes libre por ende en la noche todos aquellos que se fueron de paseo y a visitar a sus parientes estaban de regreso, cosa que aproveché para ver películas hasta muy tarde en compañía de Frances y el rubio que finalmente se rindió de insistir en que saliera a tomar aire fresco y se unió a nosotras para ver la maratón del señor de los anillos.

El ojiazul toco a nuestra puerta cargado con varias bolsas de chuches de todo tipo, sobre todo de la larga lista que conforman mis golosinas favoritas y refrescos.

No voy a negar que me hizo mucho bien compartir con ambos era justo lo que necesitaba para mantener mi mente distraída lejos del recuerdo del jodido Brais, pero por más que lo intente algunas veces el muy bastardo se coló en uno que otro de mis pensamientos.

Nuestra noche culminó con un dolor de barriga por reírnos tanto de las ocurrencias del ojiazul e ingerir tantos dulces y finalmente con el rubio durmiendo en el suelo sobre la cama improvisada que dispusimos mi amiga y yo para él.

Hace mucho que no me divertía tanto.

Pero como todo lo bueno se acaba, al día siguiente comenzó mi tortura, ver al pelinegro a diario acompañado de una chica distinta cada día cosa que me revuelve la bilis, he tratado de no prestarle mayor atención y evitar a toda costa encontrarme lo menos posible con su rostro de bad boy. Aunque varias ocasiones lo he pillado observándome con aquellos ojos que me llevaran a la ruina si sigo pensando en ellos.

Y mientras Brais cambia de chica como lo hace de ropa interior, James y yo nos hemos acercado tanto que hacemos todo prácticamente juntos, tenemos citas, damos paseos y una que otra vez se han dado roces que no he hecho nada por evitar.

Debo continuar con mi vida y el rubio es una buena opción para hacerlo, es amable, respetuoso y sobre todo monógamo.

Justo lo que necesito.

Es viernes nuevamente y con él las carreras. Hoy pienso acompañar a James quien luego que su moto al fin llegará decidió unirse a las competencias.

—Nos vemos esta noche preciosa—el rubio se inclina depositando un beso rápido en mis labios.

—Allí estaré—sonrío con sinceridad.

—Pasaré por ti a las 8:00.

—Perfecto—miro el reloj de mi celular—bueno debo irme, o la Srta. Fisher me matará por llegar tarde a la práctica.

—Vale, te veo más tarde hermosa—el rubio vuelve a besarme y me guiña un ojo antes de dar media vuelta y alejarse del auditorio.

—Vale, te veo más tarde hermosa—el rubio vuelve a besarme y me guiña un ojo antes de dar media vuelta y alejarse del auditorio

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La Chica De Las Zapatillas RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora