23

617 75 37
                                    

—¡Verde!

—¡No, Karol! Ya no quiero jugar.

Me río cuando Ruggero deja caer la bolsa de pelotas y me cruzo de brazos.

Que mal perdedor por amor a Dios.

Que yo haga trampa no quiere decir que él no puede ganar.

—Ay no, que mal perdedor. —me quejo lanzándole la pelotita.— ¿Por qué no bajan?

Ruggero se encoje de hombros. Arqueo una ceja.

Esto ya se me hace extrañamente sospechoso.

Porque ayer también estuvieron muy juntos. Y no es que quiera sospechar pero es que uno nunca sabe.

Y además es domingo por la mañana, dijimos que volveríamos temprano porque Ruggero se va hoy en la noche de viaje.

Y es una lástima que no vaya a volver hasta un día después de mi cumpleaños.

Este hubiese sido mi primer cumpleaños con un mejor amigo. Pero el señor tiene que viajar.

Y ni modo, trabajo es trabajo.

—Hasta que bajan.

Sigo la mirada de Ruggero arqueando una ceja en el proceso.

¿Él también lo nota o solo yo?

Después de mirarle lo compruebo, solo yo lo noto...

¿Por qué Valentina trae los labios hinchados y Agustín una mancha de labial?

Me acerco a mi amiga tomándole del brazo mientras Ruggero y Agustín guardan las cosas.

—¿Qué estás haciendo?

—¿A qué te refieres? —carraspea nerviosa.— No sé de qué hablas.

Arqueo una ceja, suspiro profundo y la suelto cuando Ruggero se me acerca.

Me subo al auto abrochando mi cinturón. A Ruggero le toca conducir hoy.

El viaje se nos pasa en medio de risas, bromas y conversaciones sin sentido por parte de Ruggero y Agustín.

Valentina viene potencialmente callada, parece llena de remordimiento por algo. Y eso está llenándome de dudas...

No sé qué haya pasado entre ellos pero espero realmente que no sea lo que estoy pensando porque Victoria y Maxi no se merecen esto.

Creí que Valentina ya había aprendido la lección.

—¿Quieren hacer una parada para comer o solo compramos la comida y seguimos el camino? —pregunto llamando su atención.

—Yo creo que deberíamos parar para comer o te vas a regar todo. —me dice Ruggero. Le golpeo el brazo.— Ay, solo decía.

—Pues entonces paremos para comer.

—Pero comamos en el auto, no quiero salir.

La sugerencia de Valentina es aceptada por todos, Ruggero se detiene veinte minutos después y le hago saber lo que quiero antes de dejarle irse.

Agustín se baja también y Valentina les grita por la ventanilla lo que quiere antes de volver a acomodarse en el asiento. Le miro.

—¿Ya me vas a decir lo que pasó entre ustedes?

Ella me mira mordiendo su labio inferior. Bufa y desvía la mirada.

—Me resbalé, es eso.

—¿Te resbalaste y qué más? Porque ese resbalón seguramente te hizo golpearte en los labios, los traías todo hinchados.

Almas Que No Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora