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Ruggero Pasquarelli.

—Karol, ábreme. —golpeo la puerta.

—¡Vete a la mierda!

—Por amor a Dios, mujer. Deja de hacer tantos putos dramas. —comienzo a perder la paciencia mientras apoyo mi frente en la puerta.— Abre.

—¡Puto tú, imbécil! ¡No! Es que soy una estupida por creer que el idiota que se coje a todo lo que se mueve puede ser fiel. —abre la puerta.— Soy una imbécil.

Me enfrenta, empuja su maleta con el pie. Le detengo sujetándola del brazo.

—Ya cálmate, loca.

—¡No me toques con esas sucias e infieles manos! —me golpea el pecho.— ¡Vete a la mierda!

Ay por Dios, voy a colapsar...

La sujeto de los hombros haciendo que me mire.

Sus ojos arden en furia, y la entiendo, comprendo su reacción y sus ganas de partirme la cabeza y poco más. Pero es que en ocasiones desearía que sea más dócil.

O mínimo que aprenda a escuchar. No puedo con lo impulsiva que es.

En ocasiones me supera.

—Por una vez en la maldita relación déjame terminar la maldita frase que quiero decir. —le pido. Ella retira mis manos de sus hombres.

—¡Infiel!

—¡¿Infiel?! ¡Cuando pasó tú y yo ni siquiera estábamos juntos! —exploto.

Su agitada respiración se tranquiliza visiblemente. Me apoyo en la pared a mis espaldas.

Me rindo.

Ya no puedo más.

Ya no.

A veces esto de tener una relación me supera. Yo sé que esto es parte de, pero es que ya no puedo.

Hay ocasiones en las que simplemente me rindo. Ya no puedo más.

—Dijiste que fue en tu último viaje a Italia.

—Antes de que comencemos a salir. —termino la frase que no me dejó completar.— Mira, Karol. No tengo experiencia en esto de las relaciones pero creo que últimamente esto no está bien.

Carraspea.

Le miro.

—¿Podemos tomarnos esto maduramente y admitir que nos estamos volviendo algo que no queremos ser?

—¿Qué? —pregunta en un susurro.

—No sé, una mezcla de sexo mediocre para solucionar problemas, peleas estúpidas, inseguridades y muchísima falta de amor que no me gusta.

—Un error, básicamente. —carraspea. Le miro.

—Tú lo dijiste, no yo.

—¿Me quieres, terminar, Ruggero?

—O sea...

—Listo. —suspira aferrándose a su mochila.— Esto fue sorpresivo pero bueno, terminemos entonces.

Almas Que No Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora