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Hoy es el cumpleaños de Ruggero.

Y me he propuesto hacerle un regalo de cumpleaños único y original...

En realidad solo le estoy haciendo un pastel.

Y me estoy volviendo loca porque no sé hacer esto con calma.

No lo sé hacer, lo juro.

Creo que ya se me quemaron dos pasteles y ahora estoy aquí, a punto de dañar el tercero.

Mi mamá está cansada durmiendo en su habitación y Valentina aún no llega después de su fiesta de ayer así que ni modo, estoy en esto sola.

—¿A qué huele? ¿Debería llamar a los bomberos?

Mi mamá entra a la cocina, bufo señalando todo en la mesa.

—Mamá, hoy el chico con el que me besé hace dos días en el sillón cumple años hoy y quiero darle... ¿Dije dos veces hoy?

Asiente riéndose. Aprieto los labios.

Me estoy volviendo loca.

—¿Y a qué hora es la fiesta o cómo?

—¿Fiesta? En realidad solo pensaba en ir a su trabajo a dejarle el pastel y después planeaba esfumarme porque ajá, no fui invitada a ninguna fiesta.

Suspira.

—A tus dramas amorosos no los entiendo nunca así que está bien. —se ríe.— Vamos, señorita. Tienes mucho que tirar y hacer.

Eso sí que me gusta escuchar...

Dos horas después, mamá me manda a bañarme y cambiarme porque el objetivo es llegar a la empresa antes del medio día.

Así que en cuanto estoy lista, mamá me entrega el pastel recién decorado.

—Luce genial, como si yo no lo hubiera hecho. —me río.— Mami, eres genial. Y me voy ya.

Escucho su risa, me pide que me cuide y yo salgo del departamento en serio apurada.

Tengo tan solo veinticinco minutos antes de llegar.

No le he visto desde hace dos días así que sí, estoy emocionada por verle porque supongo que todo está bien entre nosotros después de haber hablado de la diferencia que tuvimos.

Cuando llego, quedan cinco minutos para el medio día, mismos cinco minutos que pierdo intentando entrar. Y es que en la recepción me odian, nunca puedo pasar.

—¿A quién quieres ver?

Por la santísima...

Detengo mi épica salida del ascensor cuando la mujer me detiene, sonrío.

—A ver a Ruggero.

—Ah sí, ¿Y tú eres? —me mira muy detalladamente. Carraspeo.

—Bueno, es que yo soy su... Amiga, eso. —asiento.— Y quiero verle, ¿hay algún problema con eso?

—Oh no, para nada. —se ríe.— Y yo soy su asistente así que dime, ¿tienes una cita agendada? ¿A qué hora?

—Bueno, pero es que...

—Hey, hola. ¿Qué haces aquí?

Sonrío, Ruggero se acerca a mí y le sonrío también.

—Hola, sé que no avisé y al parecer debía asistir con previa cita pero...

Mis palabras quedan en el aire cuando se inclina a besar mi mejilla. Sonrío.

—Hola. —repito relamiendo mis labios.

Almas Que No Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora