11

433 78 38
                                    

La vida es demasiado bella y complicada como para seguirla complicando más. Y si, ese ha sido mi lema para hacer cualquier tontería.

Y por eso estoy aquí...

Ruggero me hizo llegar su llave a la cafetería y ahora estoy aquí, a punto de cocinarle o intentar hacerlo porque lo único que sé hacer es hervir agua y hacer café.

Mi especialidad.

Mi deliciosa especialidad...

Recojo mi cabello y muerdo mi labio inferior viendo que en efecto, tengo todos los ingredientes.

Okey...

Mi mamá dijo que primero debía... ¿Cómo es que se hacía esto?

Rasco mi frente sin saber qué exactamente hacer, tomo un cuchillo y me quedo parada viendo el panorama.

Esto luce como una tortura nada linda...

Y bien, aquí vamos.

Sigo la receta que mamá envió por audios tratando de ser lo más cuidadosa posible con los detalles que mamá repite una y otra vez en los audios.

Y aunque el tiempo se me pasa volando, no disfruto para nada esta tortura en la cocina.

Que Ruggero lo valore porque es la primera y última vez que lo hago.

Son las siete cuando yo termino de poner la mesa y una pantallita rara en la cocina se ilumina y enfoca a Ruggero llegando. Nerviosa miro todo a mi alrededor asegurándome de que todo esté en orden.

Peino mi cabello con mis dedos mientras camino hacia el recibidor donde un precioso espejo descansa.

Me retoco el labial en este y es solo cuestión de segundos cuando escucho la puerta cerrarse.

Sonrío.

—Llegaste.

Levanta la mirada, sonríe.

—Vaya, no creí que Karol Sevilla sería capaz de cumplir su promesa de venir. —se ríe.— Eso significa que las llaves te llegaron.

—Tal y como lo esperabas. —sonrío.— La verdad es que comencé a pensar que me dejarías plantada en tu propia casa.

—¿Qué clase de monstruo crees que soy?

Se deshace de su chaqueta dejándola en el recibidor, cruzo mis brazos viéndole acercarse.

—Okey, esto es incómodo tomando en cuenta que nunca he traído a una chica a mi departamento. ¿Debería saludarte con un beso?

—Sí... Ni lo pienses. —pongo mi mano en su frente para alejarlo cuando se inclina en mi dirección.— Con un hola basta, y no tienes que mentir por convivir conmigo, que te conozco. Y conozco cuáles son tus intenciones.

—¿Mis intenciones? Creo que estoy confundido.

—Cenemos antes de entrar a los asuntos de ideologías e intenciones. —propongo.— Porque realmente me esforcé y no quiero desperdiciar mi comida.

—Okey, esto suena a que vamos a discutir pero está bien. —cede soltando un risita.— ¿Y? ¿El menú de hoy es?

—No tengo ni la menor idea así que solo vamos a fingir que está delicioso aunque no lo esté porque es esta la primera vez que cocino.

—¿Por qué siento que saldré intoxicado de aquí?

Me encojo de hombros, retira la silla para mí y le agradezco antes de soltar mi cabello, ya me estaba doliendo la cabeza.

—Huele bien. Y luce increíble. —admite relamiendo sus labios.— Tendré fe en que no voy a terminar en una sala de emergencias de un hospital.

Eso me hace reír, toma el tenedor y le da la primera probada a lo que oficialmente es la primera cena que preparo en mi vida.

Almas Que No Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora