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—Hola tú.

Doy un saltito en mi lugar mirando a mi novio. Él me sonríe incorporándose para besar mis labios.

—Hola. —responde finalmente. Extiendo mis labios en una sonrisita cómplice.

—¿Desde cuándo tienes moto y no me contaste? —me abrazo a él.— No te he visto en tres días, te extrañé.

—No sé si esté dentro de las cien citas o no pero definitivamente tendremos un paseo en moto. —se inclina a besarme.— Y, te extrañé más.

—Vamos a tener una cita paseando en moto... —muerdo mi labio inferior.— Ay, si quiero ir.

—Pues entonces, sube, señorita.

Toma el casco y pretendo ponérmelo pero entonces le detengo y sonriente digo;

—Amor, es que está pasando algo fatal. —susurro haciendo un puchero.— Algo muy malo.

—¿Por qué?

—Es que Maxi y Valentina terminaron.

—¿Qué hicieron qué? ¿Pero por qué? Cuéntame. —se vuelve a apoyar en la moto con el casco en manos.— ¿Deberíamos entrar?

—No, mejor vamos y te cuento en dónde sea que vayamos.

Asiente, me pone el casco y lo aseguro antes de subirme a la moto detrás de él. Me abrazo a él.

Y por supuesto, disfruto el viaje porque estar con él siempre me encanta.

Conduce hasta un mirador en el que nos encontramos a varias parejas. Lo cual me deja saber que el mirador se hizo para específicamente eso.

O bueno, está específicamente para eso.

Nos sentamos en una parte del mirador, Ruggero me abraza por los hombros y le sonrío mientras saco mi teléfono y lo silencio.

Lo dejo a un lado, le miro y finalmente digo;

—Agustín sigue buscando a Valentina, no entiendo nada.

—Lo supuse. —suspira.— El otro día ví su tatuaje, sabía que no era por Victoria.

—¿Agustín tiene un tatuaje?

—Pero claro que sí, en la espalda. Una V muy bien adornada y linda. Ya decía yo que el amor que le tenía a Victoria no era lo suficientemente fuerte como para tatuarse. —musita pensativo.— Era por Valentina.

—Y creo que le atinaste. —hago un mohín.— Y eso hace que Valentina se sienta confundida porque aunque no siente que ame o necesite a Agustín, igual siente que si está con Maxi, los va a lastimar a ambos así que renunció al amor de su vida por algo relativamente estúpido.

—¿Y cómo sabes tú qué es el amor de su vida? —se pone de pie.— ¿Quieres algo de comer o beber?

—No, no quiero nada. —niego.— En realidad, sabemos que Maxi es el amor de su vida porque la acepta y quiere tal cuál es. Así que si eso no es amor, no sé qué sea. Yo adoro eso, lo amo. Si una persona te ama, haría todo eso que Maxi hace. Y él le ama, así que eso le convierte en el amor de la vida de ella y además...

—Y sigues proyectándote en los demás. —se deja caer a mi lado.— Patético.

—Más patético es pensar que porque tú no eres capaz de amar, el resto tampoco lo es. —golpeo su brazo.— Ellos se aman.

—Si... Se nota.

—No opines si no sabes lo que se siente.

—Yo solamente veo como te dejas consumir por un romance que no te pertenece. —se acerca a mi oído.— Cuando podrías estar escribiendo el tuyo... Entre las sábanas.

Almas Que No Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora