25

605 81 20
                                    

La vida tiene muchos momentos mágicos que puedo enumerar uno a uno.

Pero definitivamente, el primer lugar se lo lleva mi cumpleaños. Porque es el primer cumpleaños que lo paso así.

Con la persona que quiero. Y que me quiere.

Y es exactamente ese el momento mágico.

Decir te quiero por primera vez. Y a la vez, es mi momento mágico favorito.

Pero bueno...

Ahora me encuentro saliendo de cepillar mis dientes después se haber desayunado mientras Ruggero toma su turno de entrar al baño.

Recojo mi cabello en un moño antes de volver a meterme a la cama.

Valentina se llevó a mi mamá y los regalos a casa. Y por supuesto mi mamá me recordó que ya perdí la apuesta.

Pero le dije que no. No pienso perder nada.

El chiste es que mi mejor amiga me dejó solamente dos regalos.

Y como se llevó el resto, ahora mismo planeo abrir los dos regalos que me restan.

Los únicos que tengo aquí.

—¿Qué haces?

—Planeo abrir los dos únicos regalos que Valentina me dejó traer. —musito viéndole caer a mi lado.— ¿De casualidad no sabes quién me los dió?

Evidentemente es una insinuación.

Él sonríe y se encoje de hombros haciéndome reír.

—Ábrelos para saber.

—Pues es lo que haré. —musito rasgando el papel.— Ah mira. Es un libro.

—¿Un libro de qué?

Lo abro sonriendo en el proceso. Levanto la mirada centrándola en sus ojos.

—Un libro de las cien citas.

—Ah mira, qué interesante. —sonríe.— Cien citas...

—Ruggero... —dejo mi regalo de lado para abrazarle.— Gracias.

—¿Y quién dice que fui yo?

—Las siete primeras citas al parecer.

Vuelvo a tomar mi libro y le muestro las primeras siete citas llenas. Él sonríe.

—Solo quería cumplir tus deseos. —se justifica.— Necesitamos una cita más.

—Nos toca... Pedir cena a domicilio. Y creo que el momento es perfecto. —sonrío.— Porque estamos en casa.

—Lo haremos después. Ahora, dime cuáles son las citas porque en serio me da curiosidad.

—No finjas conmigo, por supuesto quieres probarlas todas. —me río acostándome en su pecho.— Veamos...

Paseos en bicicleta, bajo la lluvia, pizzas, hamburguesas... Hay mucho que hacer aquí.

Y por supuesto, estoy emocionada de hacerlas todas ellas con Rugge a mi lado.

Evidentemente no hemos hablado del beso. Y en el transcurso del día, no lo hacemos.

Simplemente fingimos que no pasó y disfrutamos de la cercanía y compañía del otro.

Y si soy sincera, lo prefiero así.

Me gusta más.

Tal y como el libro de las cien citas lo ha propuesto, esa noche pedimos la cena a domicilio y arreglamos la sala para una velada que probablemente no voy a olvidar y de la que por supuesto guardo fotos y videos que van a ser mi tesoro por siempre.

Almas Que No Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora