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Nada como comenzar un nuevo día a base de gritos y reclamos.

Es que el aura que se respira en esta casa es simplemente genial...

No hay pareja que se ame y comprenda más que la nuestra. Somos los mejores en esto de la comunicación desde que estamos en Italia.

Somos la pareja del momento y eso claramente se nota...

Y es que, ahora mismo, estamos discutiendo porque Ruggero dice que mi actitud es una mierda desde que estamos pasando estos días en su casa. Yo le digo que el que está impaciente por mostrarme la maldita casa es él.

Y que ya me quiero regresar a New York a ver a mi mamá y mi cafetería...

Eso por supuesto hace que me cuestione respecto a que si vine porque quería o porque él me obligó.

Y que me haya preguntado eso me ofende así que salgo a la defensiva y ahora estamos aquí...

Sigo molesta, sentada en la cama con los brazos cruzados mientras él habla por teléfono desde el balcón. Estoy ofendida, cabreada y quiero irme a casa ahora mismo.

Así que espero por su bien que termine de hablar y me consiga un vuelo.

Ya no quiero estar aquí y seguir pensando en cosas estúpidas que por supuesto me van a doler.

Porque que cuestione mi amor por él rebasa el límite.

Yo vine aquí porqur le amo y estaba feliz de pasar un momento con él. Pero se ha empeñado en recalcarme esta maldita casa y es eso lo que me molesta.

¿Qué necesidad hay?

Me llevo mi uña a mis labios cuando le veo entrar a la habitación, espero que me diga algo pero me ignora y sale de la habitación.

Indignada aprieto los labios.

Que mal de su parte. Que mal de su parte...

Me pongo de pie y camino hacia el armario antes de sacar mi maleta.

La abro y comienzo a guardar mis cosas en esta mientras escucho el ruido abajo. No me importa lo que esté haciendo. Ahora mismo estoy muy molesta y solamente quiero irme muy pero muy lejos.

Una hora después estoy terminando de doblar y guardar todo antes de tomar mi teléfono y buscar un vuelo. Espero que hayan para hoy porque ya guardé en serio todo.

Estoy ingresando los datos de la tarjeta cuando la puerta de vuelve a abrir y veo a Ruggero entrar. Le ignoro olímpicamente aunque mi plan de hacerle sentir mi enojo falle cuando se arrodilla en el piso frente a la cama y toma mi rostro entre sus manos haciéndome mirarle.

Besa mis labios.

—Perdóname.

—No, dudaste de mi. —le recuerdo cerrando los ojos para no mirarle. Besa mis labios de nuevo.

—Es que me haces enojar, Karol. No puedo decir nada sin que comiences a sacarlo de contexto todo.

—No lo saqué de contexto. Solo dije lo que pensaba. —le recuerdo acomodando mi cabello detras de mí oreja.— No me gusta que hables de esta casa como si en algún momento fuera a ser nuestra porque no es así.

—Si es así.

—No es así. —gruño.— Y deja de repetirlo, porque esto es tuyo, no mío.

Suspira levantando la carpeta que dejó sobre la mesita de noche al momento de nuestra discusión, la deja sobre la cama y besa mi mejilla.

Me hace acomodarme en la cama dejándole un espacio, toma mi teléfono y me mira con reproche al notar lo que he estado haciendo.

—¿Ves? Y así no quieres que me enoje.

Almas Que No Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora