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Volver a ver a la familia de Ruggero me resulta un poco nostálgico porque cuando les conocí estuve tan nerviosa que apenas y hablé.

Y ahora, pues también voy a ver a Leonardo, mi ahora cuñado.

Claro que estoy nerviosa, es que digamos que lo que todos me han dicho de Leonardo, en serio se ha quedado en mi mente. Así que si, aquí estoy, sentada en la sala hablando con Antonella.

Mientras Ruggero fue a sorprender a su hermano en la biblioteca...

Diablos, si estoy nerviosa porque siento que no le voy a caer bien.

Es que el otro día Agustín me dijo que Leonardo es difícil de convencer. Y si, soy un poco exagerada pero igual.

Es que si quiero pertenecer al mundo de Ruggero, tengo que llevarme bien con todo ese mundo.

Creo que es ley de vida.

Creo...

—Ya llegaron.

Antonella mira por la ventana. Sonrío apretando los labios.

Lo que me faltaba...

Aún no estoy lista, necesito más tiempo.

Escucho la puerta abrirse, me pongo de pie y aliso mi falda sintiendo que mi pecho se oprime cuando veo a un desconocido entrar.

Bueno, ni tan desconocido, es en realidad el hermano de Ruggero.

—Hola, amorcito.

Veo a mi novio entrar, me río cuando se acerca y me envuelve en sus brazos antes de besarme.

Se aleja, besa mi frente y se pone a mi lado diciendo;

—Hermano, ella es Karol, mi novia.

Que lindo suena cada vez que él recalca que soy su novia...

Él me sonríe, analiza de pies a cabeza y finalmente suspira diciendo;

—Es un placer conocerte.

¿Y ya? ¿Es todo?

Confundida miro a Ruggero que aunque intenta ocultar su gesto, no puede y termina mostrándose preocupado por lo cortante que ha sido su hermano.

Sonrío contando hasta diez en mi mente mientras asiento llevando mi cabello detrás de mis orejas.

—También es un placer conocerte, Leonardo.

Asiente.

—Iré a mi habitación, estoy muy cansado.

Y finalmente se marcha, aprieto los labios intentando no mostrarme afectada por su cortante reacción. Que feo fue eso.

Ruggero carraspea.

—Mi amor...

—Hey, no pasa nada. —le digo restándole importancia.— ¿Ahora sí puedo irme a dormir? Te juro que me estoy muriendo.

Antonella se ríe dándome un corto abrazo.

—Puedes, cariño. ¿Quieres que te lleve a la habitación de Ruggero?

Asiento, ella me guía por el pasillo y me lleva a la habitación del fondo. Que al abrirla por supuesto es tal cual imaginé.

Ruggero en serio tiene una obsesión por la limpieza y el orden.

—Siéntete cómoda y duerme lo que necesites, debes estar muy cansada.

Asiento admitiendo silenciosamente que realmente me estoy muriendo por dentro. Ella me sonríe y finalmente abandona la habitación cerrando la puerta a sus espaldas.

Almas Que No Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora