Prólogo

411 24 0
                                    

William Shakespeare una vez dijo "El infierno está vacío y todos los demonios están aquí", palabras que pronto podrían hacerse reales.

Luego de varios siglos de peleas, la guerra por la Tierra acabó. O eso es lo que nos hicieron pensar en los siguientes años, en los que vivimos llenos de engaños y secretos ocultos a plena vista. Aunque nadie lo admitía, en el fondo sabíamos que el Infierno y el Cielo aún luchan por nosotros, uno queriendo destruirnos y otro queriendo salvarnos.

Varias profecías anunciando distintas formas en que la guerra pueda volver en su totalidad, algunas que nunca llegaron a cumplirse. Sin embargo, nadie nos preparó para esta profecía, una tan oscura, tan siniestra y destructiva que puede incluso arrebatar nuestras almas. Es como un juego en el que nosotras somos unos peones especiales, divididas y protegidas por ambos mandos, queriendo destruirnos mutuamente.

Cuando el primer sello se rompió y el Diablo salió de su guarida, entonces los Ángeles bajaron. Los soldados comenzaron a tomar posiciones. Así es como realmente empezó el Fin de los Tiempos, siquiera nos dimos cuenta; tomaron formas humanas y se escondieron entre nosotros.

Oh Dios, qué tonta he sido...

Todo lo que conocía... todas las cosas buenas no son tan buenas después de todo. Tus compañeros de clases, tus amigos más cercanos e incluso tu propia familia, no son lo que aparenta ser. Cuando la verdad sale a la luz, lo hace arrasando con todo a su paso, sin importarle lo que hay delante suyo. Y cuando ya no sabes qué es real y qué no, te aferras a tus sentimientos ciegos, acabando como yo, atada con cadenas en un altar, sin nada que me cubra y con el Diablo a un costado sosteniendo un cuchillo en lo alto, un cuchillo destinado a matarme y romper el segundo sello para desatar el Apocalipsis.

ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora