Capítulo 49

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Michael

—Te lo juro, Mich, ella está... rara —me dice Madge, pasándome la última taza que quedó sucia. En cuanto los demás profesores se retiraron, ella comenzó a contarme sobre el comportamiento de Camille el día anterior durante el partido, cuando me buscaba. Escuchar su nombre y que hablan sobre ella me está generando demasiados sentimientos encontrados que apenas me dan el tiempo necesario para pensar —. ¿Qué pasó entre ambos?

Pues... ¿Qué se supone que deba decirte, Madge?

¿Que perdí los estribos y la poca moral que me quedaba del día, cruzando toda línea racional al decidirme por besarla? Besarla de verdad, no cómo esa vez en que fue "un accidente" suyo, de "tropezarse" al pararse.

Y para colmo, al arcángel también le ha gustado. ¿Es normal sentirse celoso ante un ser superior al que suelo prestarle mi cuerpo?

Sí, no creo que pueda decirte eso, Madge.

—¿Escuchaste que hay...? Bueno, ¿qué hubo algo entre ella, Matt y Hayden?

No tienes ni idea cuánto me cuesta decir eso. Me siento como Dexter Morgan al no poder expresar todo lo que siento, ni siquiera conmigo mismo, la única diferencia es que en vez de ser un psicópata asesino serial que trabaja en la policía, soy un maestro de historia que sirve a las fuerzas del cielo.

Seco mis manos mientras la miro de reojo, ella está atenta en un punto perdido de la pared. Es un poco aliviador que no esté mirándome todo el tiempo como hacía antes, cuando intentaba estar conmigo. Madge asiente despacio.

—Estaba alterada y preocupada de lo que pasó en el juego, y como sus padres no están en la ciudad... Necesitaba una contención.

Me agrada Madge, demasiado. Es una buena amiga y de las primeras del cuerpo profesional que me ha dado buen apoyo en mi época de adaptación, por lo que tener que usar los distintos puntos de la verdad no es de mi más alto agrado.

—Me preocupa, de verdad que sí —añade ella con la mirada abajo. Sí, a mí también me preocupa mi... ¿vecina? Oh. Se fue demasiado pronto antes de que pueda determinar algo, quizás sea lo mejor darle todo el espacio que necesita y no estar ahí presente constantemente —. Solía ser una chica tan alegre pero ahora es como si se hubiese apagado.

La primera vez que la vi, en aquel autobús, supe que era una muchacha muy segura de sí misma, un poco pérdida en su propio mundo pero alegre, como un destello de sol que se desprendió para que ella pudiera nacer. Y luego, nuestro segundo encuentro, debo de admitir que algo en ella me cautivó, el modo en que ni pensó qué decir al darse cuenta que era su nuevo profesor.

—Ella estará bien, se recuperará —dije, realmente esperanzado de que eso llegue a suceder. He visto parte de su brillo querer resurgir de nuevo, sin embargo, está tan atormentada que a veces es como que su luz se hunde mucho más.

Me hace dudar sobre si adopte bien las técnicas con las que me enseñaron sobre este mundo, de cómo explicarle a Camille sobre todo lo que acontece en silencio sobre los humanos, de lo significante que es ella para el destino no sólo de la humanidad, sino de otros reinos.

Creí... Creímos que darle el espacio necesario para que asimile todo serviría, pero ahora sé que fue todo lo contrario.

Llegarás tarde a clases.

Suspiré apartándome del fregadero yendo directo hacia mi maletín.

—Debo irme —avisé a Madge, ella me saludó con un simple meneo de su cabeza, también preparándose para irse.

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