No había logrado dormir, ni esa noche ni la otra. Cada vez que me estaba sumergiendo en un nuevo sueño, me despertaba como si me estuviera ahogando; el lunes, durante la clase de Michael, no podía concentrarme y eso fue bastante notable, incluso para él. Me llevó al pasillo para hablarme, preguntarme qué me sucedía pero por alguna razón, cada vez que él más se me acercaba más enojada estaba.
En algunos otros momentos me sentía ahogada, incluso atormentada por pensamientos no consolidados. Comenzaron a pasar más los días, dormía más de día, era el único momento en que me sentía a salvo pero el no poder dormir de noche marca gran efecto en mi. No tenía mucha energía en la mañana y lo único que quería era dormir; vi a Matthew y cuando quería hablarle, ninguna palabra salía, comenzaba a tener pánico y me escondía en el baño del colegio; si podía hablarle era solamente a través del celular y por momentos. No tiene sentido alguno.
Llegó el viernes y estaba apoyada contra una pared del ascensor con los ojos cerrados cuando de repente siento repulsión. Abro los ojos encontrándome con la ancha espalda de Michael, agh.
No soy así, yo no actúo de esta manera, ¿por qué lo hago?
Por inercia avanzo a salir del elevador pero Michael me sostiene del brazo con fuerza y comienzo a chillar como si me estuviera quemando mientras que las puertas se cierran. Me encierra contra la pared sin dejar espacio para moverme, su aroma me produce náuseas y sus ojos son como dos dagas brillantes buscando penetrar al fondo de mi.
—¿Quién eres tú y por qué estás en ella? —pregunta de una forma tan firme que me produce escalofrío.
Comienzo a llorar asustada, quiero decirle que me ayude pero no puedo, no puedo hacerlo... Puedo sentir que hay algo en mí, no es mi corazón lo que late, es algo más, algo que me tiene atrapada y me tortura por dentro...
Me deslizo hasta sentarme y él apenas dio un pasó atrás.
—Camille, ¿puedes escucharme? ¿Cam? —Asiento pero no puedo moverme, estoy muy asustada y hay una presión en mí que no me deja respirar con normalidad. —¿Escuchas otra voz además de la mía? —Negué con la cabeza y casi pude escuchar un suspiro de su parte, se agacha y me toma por las manos pero apartó de inmediato la izquierda y lo enfrento con la mirada pero sus ojos del cielo me abrazan y me tranquilizan.
—Yo... No sé qué me pasa. —Chillo como si decirlo hubiese sido algo tan liberador y me lanzo a sus brazos, escondiéndome en su pecho; él, sorprendido por la reacción, tarda unos segundos en devolverme el abrazo.
Su mano acaricia mi espalda con serenidad, y puedo sentir un poco de límite en sí mismo, como si temiera atravesar una barrera invisible. Su aroma se me hace amigable, e incluso familiar; comienzo a relajarme y cerrar los ojos, incluso dejé de llorar. Una mano suya se posa en mi rostro y seca las lágrimas.
—¿Desde cuándo te sucedió esto? —pregunta finalmente.
Hago esfuerzo para hablar pero no puedo, mi cabeza no deja de mostrar la escena de la casa, la puerta y las pesadillas que eso me ocasionó. Termino por negar con la cabeza al ser incapaz de decir algo.
Escucho que las puertas del ascensor se abren.
—¿Puedes pararte? —agrega. Intenté hacer el esfuerzo pero mis piernas están clavadas en el suelo.
Michael suspira y sin más me agarra, su toque me quema y una lucha interna por liberarse se desata, me sacudo por liberarme pero su agarre es tan fuerte que es en vano moverme. No sé cómo lo hace pero abrió la puerta de su departamento y aquí, la pesadilla se hizo más real.
Comencé a gritar por el dolor en la cabeza que nació apenas atravesar la puerta, puedo oírme y esta voz no es la mía. Michael me suelta, dejándome parada y se apresura a cerrar para que yo no pueda salir; lo que sea que esté dentro mío se desespera por tomar el control por completo y salir de aquí.
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Elegida
ParanormalMichael se cruza de brazos, como si no pudiera creer lo que acabo de decir. -¿Estás descubriendo que existen dioses y otras razas pero te ofendes que Santa Claus no se incluya en la lista? Hago una mueca, es un buen punto. Suspiré llevando mi cabel...