Capítulo 3

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Todos me miran sorprendidos, yo simplemente no lo puedo creer ni entender. Michael Angelus me mira con una mueca en su rostro, no se ve sorprendido, a diferencia mía.

—Buenos días a ti también, señorita Palmer —dice con un leve tono de diversión.

—¿Qué haces aquí? —cuestiono.

Él apenas se ríe por mi pregunta.

—Soy el nuevo profesor, Camille.

—No, eres mi vecino. —Al decir eso, varias chicas dieron una exclamación de emoción.

Michael avanza hacia mí y apoya las manos sobre la mesa que nos separa, se lo ve relajado, animado.

—Ahora también soy su profesor. —Sus ojos brillan de diversión. —¿Hay algún problema con eso?

Sus ojos celestes clavados en mí me hacen titubear en la respuesta. Parecía que indaga por completo, que incluso busca llegar a mi alma.

—N... No.

Sonríe una última vez antes de retroceder y volver al escritorio. Sam me pellizca para que la mire, parece estar más sorprendida que yo al darse cuenta de todas estas coincidencias, incluso me pregunta en un susurro por qué no le dije nada antes. No supe qué responder, pues no tengo mucho que decir al respecto.

—¿Alguien me puede decir en qué tema de la historia quedaron con su antiguo profesor? —pregunta entonces Michael, la mayoría volviendo a darle atención.

—Final de la Segunda Guerra Mundial. —responde uno.

—Segunda Guerra Mundial —repite murmurando para sí mismo. Se apoya en el escritorio, las manos a los costados. —Bien clase, —dice luego de pensar un rato, en voz alta para que podamos oírlo— olviden todo lo que han dado hasta ahora. Iremos desde el comienzo de todo, literalmente desde el comienzo.

La primera reacción es quedarnos tensos, en silencio, tratando de entender si se trata de una broma o alguna otra cosa que no se refiere al inicio de la historia humana.

—Y no sólo eso, lo veremos desde los distintos tipos de vista: religioso, científico, historia.

—Tienes que estar bromeando.

De nuevo todos voltean a verme; la frase salió de mi sin que siquiera pudiera pensar, noto algunas miradas preocupadas ya que volví a alzar la voz al profesor, incluso a mi me preocupa, sin embargo, Michael simplemente se ríe sobre eso. Su risa es serena, tranquilizadora, como si hubiera esperado algo de esto. De a poco, la atención va volviendo a él.

—Verás, señorita Palmer, la historia se dice que comenzó a existir en tal punto, sin embargo se sabe que ha habido más historia de la que dan en otras materias, y eso es un error. Casi todo sale de la historia en sí misma. ¿Alguna vez han pensado por qué hay tanto conflicto en Oriente Medio? ¿O cómo es que se tiene en cuenta más de una religión que otra? ¿Por qué se tiene tan en cuenta los estereotipos? ¿Cómo surgieron varios movimientos sociales? —Su voz sigue tranquila, observando a cada uno. Nadie sabía qué responder. — Todas estas cosas han salido de la historia y sus distintas interpretaciones; científicamente se cree que inició con la escritora, religiosamente cuando los distintos dioses creadores decidieron crear la tierra y/o a los humanos.

Una chica levanta la mano. Es Tina Louford, una de las cristianas más devotas que se pueden encontrar dentro de los muros de esta escuela; siempre lleva su cabello negro peinado pelo por pelo, sin maquillaje para que resalte sólo su verdadera esencia, su ropa a veces es holgada y larga, algunas veces la han considerado la chica perfecta y una de las cristianas más leales, y aunque no va a fiestas, varios le conocen: primero, por su padre, un hombre de la política bastante religioso e influyente en varias cosas; segundo, siempre está presente en cualquier cosa que sucede en la escuela, su mano nunca hará falta pero tampoco dejará que la pises.

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