Capítulo 31

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Gracias a su enseñanza por hacerme entender cómo funciona el cerebro humano y cada una de sus partes, pude entender con mayor facilidad la manifestación de mis emociones en mis sueños. En el mundo de los sueños, nada era exactamente igual a como lo había hace unos días atrás, todo era tan borroso, tormentoso...

Supongo que ver tu interior como un ojo de tormenta es algo normal después de pasar semejante trauma, pues no todos los días un demonio logra atravesar los planos terrenales para intentar matarte.

Aún así, conforme los días fueron pasando desde esa noche, y conjunto a las meditaciones y las charlas con Michael, mi cabeza fue estabilizándose y ahora todo lo que veo mientras duermo es una extensa playa de colores vivos. El único detalle es que todavía no me siento segura de haber superado la experiencia, ni tampoco entiendo porque hay ratos en que el agua se sacude con violencia aunque todo esté despejado.

No he ganado nada de tiempo para regresar a la iglesia, ni siquiera para buscar el libro. Los profesores se han puesto de acuerdo para atormentarnos y llenarnos de deberes, por ende, la mayor parte de mis tardes la he pasado cumpliendo con mis obligaciones estudiantiles, una mierda a mi parecer. Hay todo un mundo riesgo con un poderoso demonio vagando y todo lo que hago es presentar la tarea a tiempo.

No tengo ni la menor idea de cómo Hayden y Michael se organizan para llevar equilibrada esta vida oculta de la ordinaria vida humana. El primero, entre las clases y el equipo de fútbol, ha estado demasiado ocupado, incluso para reunirnos en las gradas; aunque por algún motivo, me da la impresión que lo hace para no verme. Nuestra última reunión no ha salido bien, a los pies de la iglesia. Apenas ha respondido mis mensajes, eludiendo aquellos que preguntan sobre cómo se encuentra. 

Quien sí se ha mantenido cerca es Cal Andrews, y dado a que está tan empecinado a pasar tiempo con nosotras —mejor dicho con Samara—, las chicas y yo nos hemos dado por vencidas, cediéndole un asiento en nuestra mesa exclusiva. Bueno, al menos ahora Matt no es el único varón que se sienta allí.

En clases es difícil actuar normal, como si nada importante está sucediendo afuera del aula, como si tampoco hubiese un poseído rondando por los pasillos. Aquel ser se ha escabullido tan bien desde la pelea en el estacionamiento que comienzo a considerar que me he imagino verlo en el colegio. Sin embargo, eso no es tan difícil como tener que aparentar estar estresada por mis notas frente a mi mejor amiga.

Cada vez que abro la boca estando con ella mi corazón se estruja. No puedo decirle la verdad, le miento constantemente como le miento a mis padres cada vez que pido privacidad en mi habitación, sólo para poder avanzar en fortalecer mis dones, mis protecciones. No quiero volver a defraudar a Miguel ni a Hayden, no quiero que mi sangre vuelva a sacudir el Infierno y causar un gran dolor de cabeza para todo el Cielo. Si hace unos años me hubiesen preguntado qué quiero ser cuando crezca, estaría encantada de vivir una gran aventura como esta, así como mi hermanito se siente ahora; lamentablemente he crecido, y he aprendido que los cuentos de hadas son maravillosos porque son sólo eso: cuentos donde el final sale bien.

Esto es la vida real, donde las hadas irónicamente pueden existir, pero absolutamente nada determina que al final todo sale bien, que la princesa se queda con su amor verdadero, que el villano es derrotado.

Aquí no tengo un villano fijo, aquí no creo terminar con mi amor verdadero, menos cuando la profesora de literatura Madge se la pasa charlando cada que puede junto a Michael. Los veo juntos en los pasillos ya sea para observarnos o caminando hacia otro punto, incluso durante las salidas ella le espera para despedirse de él. Ni las dos veces en que volví junto a Michael en el autobús, después de que Sam se bajara, me anime a preguntarle sobre ella. Mi corazón ya ha sufrido demasiados golpes como para recibir uno más.

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