Capítulo 10

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—Palmer.

Ni bien di un paso afuera del baño, me freno en seco, sintiendo mil millones de emociones en estos segundos que parecen ser pesados y eternos minutos.

Mi corazón deja de latir, mi mente queda en blanco. Esa voz... Esa voz la escuché varias veces, esa voz me ha gustado demasiado, pero jamás la escuché en ese tono tan seco, tan lejano y mordaz.

Ni siquiera me había llamado alguna vez a través de mi apellido.

Lentamente me fui dando vuelta y en cuanto le vi, apoyado en contra de la pared con los brazos cruzados y mirada sombría, los latidos aumentaron. Solo dos días en que pude ignorarlo, y a decir verdad no he sido sutil en eso.

Trago saliva y me aferro a la morral de la mochila, sabiendo que ya toca el momento de confrontarlo.

Todos los demás estudiantes que pasan a nuestro lado parecen dejar de existir, al mismo tiempo que nosotros dejamos de hacerlo para ellos. Tan sólo somos dos figuras que se miran con creciente tensión.

De pronto, deshace su postura y se acerca a mi a un paso lento pero seguro, deteniéndose a solo dos pasos de distancia. Nunca se me había hecho tan alto hasta ahora, me siento demasiado diminuta.

—Tenemos que hablar.

Pienso que quizás pueda desviar el tema, buscar alguna excusa e ir a por Michael, le he visto antes por los pasillos junto a otro maestro.

—¿De qué? —Sonreí, no de modo honesto, y tratando de fingir inocencia.

—Palmer. Sé que sabes —cortó él y si no fuese por esa penetrante mirada oscura que me impide hasta respirar, ahora mismo estaría temblando —. No te preocupes en llamar a tu guardián, ahora mismo está en una reunión de maestros con el director.

Pasa a mi lado, instándome a que camine junto él y le siga vaya a saber Dios dónde.

—¿Por... ¿Por qué debería hacerlo? —pregunté, viéndolo por el rabillo del ojo. Se detiene para verme sobre su hombro.

—Porque toda historia tiene sus dos versiones.

Pestañee saliendo del trance y dándome vuelta por completa, viéndolo avanzar hacia el final del pasillo, donde las puertas hacia el patio trasero se encuentran.

Toda historia tiene sus dos versiones...

Sí, así es. Y sé que quizás es incorrecto y muy estúpido de mi parte seguirlo, pero de todas maneras lo hago. ¿De qué me serviría quedarme quieta y asustada todo el tiempo frente a él, cuando puedo obtener respuestas ahora sobre porque dejó que aquello me poseyera?

Además, supo capturar mi atención en esa última frase. Siento curiosidad de saber cuál es su versión de los hechos.

Caminamos hasta las gradas frente a la cancha de fútbol americano, donde él decide que es el mejor espacio para hablar ya que no hay nadie cerca y se sienta en la altura. Deje algo de espacio entre ambos al momento de sentarme.

Su versión no tarda en hacerse escuchar.

—Hace muchos años atrás, Dios y su más bello ángel pelearon causando, al final, la caída de su preciado hijo —comienza a narrar y hago una mueca al respecto, ¿en serio va a darme una lección de historia? —. Cambió su nombre a Lucifer y haciendo uso de su magnifico poder, logró traer cierto orden al caos infernal, le dio forma y estructura, se convirtió en uno de sus principales gobernadores. Y con él, los demonios empezaron a evolucionar, a ser más fuertes y sabios, revelando las partes oscuras de las personas.

Fruncí el ceño. Antes, el nombre daemon significaba sabio y algunas culturas los consideraban como dioses menores, lo sé.

—¿Te contó aquella rata alada que pasó esa noche? 

ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora