Desperté tan sólo porque, como se está haciendo malditamente costumbre, Max entró a mi habitación lanzándome algo y apurándome para bajar para salir a tiempo e ir al colegio. Sin embargo, no es como las otras veces en que me apresuro, cuando abro los ojos siento la cabeza bombardeada por mucha pero mucha información, más de la que puedo digerir ahora mismo.
Mis movimientos son por estar acostumbrada a mi diario vivir, estoy en modo automática, agarrando los libros del colegio, cambiándome. Me quedo unos segundos estática, observando el Libro de Daniel y un fuerte escalofrío me recorre...
Conocí a Daniel... Conocí a Gabriel...
Lucifer juega con mi mente...
Mi sangre no es la única capaz de abrir las puertas del infierno.
Desde atrás del asiento del copiloto observo a mamá. De ella también he heredado esta sangre, también Max. ¿Esto significa que ella también corre peligro? ¿Acaso Max corre más peligro y por eso el demonio quiso atacarlo también?
Debo hablar de esto con Hayden y con Michael, tienen que saberlo.
Pero en cuanto mis pies tocan el pasillo del colegio, una sensación de ansiedad aparece en mi, aplastando mi corazón. Siento que algo va a pasar, siento que todo lo que he vivido en ese trance no ha sido lo único.
Más no sé qué significa, no sé qué puede hacer.
Y por eso, termino siendo llevada por el oleaje de estudiantes, por las acciones diarias. No presto atención a las palabras de mis profesores, de mis amigos, apenas picoteo la comida.
Tan sólo soy una mera expresión de mi ser, de mi cuerpo. Existo, más no estoy aquí. Exactamente como en el trance, cuando vi el linaje comenzar. ¿Quién era la mujer del cuchillo? ¿Qué era ese cuchillo?
—Infierno a Camille, repito. Infierno a Camille, ¿me copias? —dice Hayden, sacudiendo levemente mi brazo y atrayéndome a la realidad.
Pestañeo varias veces seguidas viendo a mi alrededor. Estoy en el pasillo, a unas puertas de distancia de donde se encuentra el salón de historia; Sam está por entrar allí junto a Cal, y ambos me ven preocupados antes de desaparecer al interior. Hayden debió de convencer a Cal para que lleve a mi mejor amiga dentro. ¿Estará Michael allí también?
—Luces perdida, ¿qué sucede? —pregunta con tono de preocupación, siento su mirada calentar el lado izquierdo de mi mejilla y cuando giro a verlo tan sólo recuerdo lo que me ha dicho Gabriel.
Con el nudo de mi estómago, me aparto de él con brusquedad.
—No me toques —susurré inquieta. ¿Y si Hayden me ha entregado a Lucifer? ¿Y si él también oculta las acciones de su amo?
—¿Cam? —inquiere.
Sus ojos brillan queriendo entender qué sucede, y no sé si está fingiendo o acaso muestra la verdad.
—Lu... Lucifer —se queda inmóvil, con sus hombros tensos, mientras yo trago saliva —¿Lo sabías? ¿Sabías que manipuló mis recuerdos?
Palidece.
Y no dice ninguna palabra. Sus ojos tan sólo son sombras que me retuercen por dentro. Espero por al menos un minuto pero no dice nada, no me responde, ni parece querer hacerlo.
Retrocedí un paso, luego otro. Me di vuelta y me fui al salón; las miradas de todos, incluso del profesor, caen en mí. Tan sólo son mis amigos y Michael los que parecen ver que hay algo más en mi rostro sin emociones, no me atrevo a gesticular ni una mueca y me escabullo rápido en mi asiento.
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Elegida
ParanormalMichael se cruza de brazos, como si no pudiera creer lo que acabo de decir. -¿Estás descubriendo que existen dioses y otras razas pero te ofendes que Santa Claus no se incluya en la lista? Hago una mueca, es un buen punto. Suspiré llevando mi cabel...