Capítulo 44

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Advertencia

Si bien este capítulo no tiene contenido explícito sobre el suceso del capítulo anterior, se presentan secuelas psicológicas del ataque.

Se recomienda discreción.

No quería ver a nadie. No quería comer. No quería beber. No quería que el sol entre.

Sólo quería desvanecerme.

En cierto momento dejé de sentir el peso de mi cuerpo sobre la cama, me había convertido en una con ella.

Ya no puedo dormir. Cada vez que lo hago, despierto a los gritos.

Puedo ver la preocupación crecer en los ojos de mi familia.

No hago nada.

Tan sólo quiero desaparecer.






Volví a despertar a la hora, y esta vez no había otra camilla, solo yo. Me habían pasado a una aislada. Hayden se quedó aquí, recostado en un pequeño sillón, su respiración es calma pero sé que no está dormido. ¿Estará aturdido con lo que pasó? ¿O apenas sentirá algo al ser él un demonio?

Me removí en mi lugar, sorprendiéndome. Me han puesto una bata, tengo uno de esos objetos que usan para medir el pulso en mi dedo índice derecho mientras que la aguja del suero regresó a mi vena del brazo izquierdo. El cuerpo entero me pesa y la luz me molesta.

Mi cerebro todavía bombea como un martillo tratando de clavar un clavo en una madera que se resiste a ser perforada. En parte es porque me niego a recordar los eventos que me trajeron aquí, tan sólo permito que ese vacío en mi interior permanezca.

Veo mi ropa embolsada en una silla en la pared de la puerta, está manchada de sangre.

—Despertaste —enuncia Hayden, le miro acercarse. La punta de su nariz está roja —. Físicamente, ¿cómo te sientes?

Hice una mueca apretando los labios. Físicamente, no emocional. Lo sabe bien.

—Como si un tren me arrollo —respondí, hay un pequeño ardor en mis manos vendadas —. Hubiese preferido eso.

Escucho el movimiento de la boca de Hayden a punto de decir algo, sin embargo cambia de idea y se aparta, yendo ahora hacia la ventana. Hay nubes a lo lejos.

—¿Quieres saber? —ofrece.

Siento un sabor amargo en mi estómago, en mi boca e incluso en mi corazón. Sea aquí dentro o allí afuera, terminaré por saber qué ha pasado. Su pregunta es de cortesía para que yo elija cómo saber y desde la voz de quién.

—Que sea general —baje la cabeza hacia el otro lado, no me siento lista para esto pero tampoco tengo otra opción.

—Siete tiradores, cuatro abatidos, dos asesinados demoniacamente —se refiere a él mismo, y no hay una pizca de orgullo, su voz tan sólo es seca y amargada —. Falta uno por encontrar... Los paramédicos los han traído aquí y en otro hospital cercano, no sé si lograron rescatar a todos los heridos. Y abajo es un maldito caos.

Comencé a temblar por completo, el aire frío de la muerta se está colando hasta dentro de mis huesos.

—¿M-mis... pa...dres?

Los pasos de Hayden van hacia mí, una mano en mi espalda para ayudarme a estar calma.

—Les he llamado... Bueno, en realidad respondí una llamada de ellos. Deben de estar por llegar —acaricia mi espalda de arriba hacia abajo.

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