Venciendo el frío

4K 249 11
                                    

Venciendo el frío



Aquel debía ser el invierno más crudo de todos los tiempos. Y Harry ya se había arrepentido mil veces por no haber aceptado la invitación de Ron acerca de pasar las vacaciones en La Madriguera, seguramente ahí sería mucho más fácil de soportar aquel endemoniado clima gélido.


Ahora estaba solo en la torre de Gryffindor, más específicamente sentado frente a la chimenea de la Sala común, con dos pijamas puestos, tres pares de calcetines y guantes, un grueso gorro de lana que le cubría hasta las orejas, y para terminar, envuelto en como media docena de edredones. Y aun así, seguía sintiendo frío, tanto, que apenas podía dejar de temblar.


— Mañana, lo juro, mañana le digo a Dumbledore que quiero irme de aquí.


A duras penas logró sacar su mano de entre todas sus protecciones y usó su varita para avivar el fuego, pero nada parecía resultar. Vio a través de la ventana que la tormenta de nieve aumentaba, los cristales brillaban hechos hielo y gruesas capas de nieve se acumulaban en la cornisa.


— Esto no es normal. —titiritó harto de ese frío—. ¡Odio el invierno! ¡Quiero sol!


Fue entonces que recordó el hechizo que Hermione usó en su primer año para derrotar la Enredadera del diablo. Y sí, logró luz de sol, pero solo le resultaría útil si quería una buena iluminación, no calentaba nada.


Gruñendo de frustración volvió a cobijarse esperando sobrevivir esa noche y no amanecer convertido en una estatua de hielo. Miró a su alrededor, nadie iría a la torre, así que seguramente sería encontrado hasta que sus compañeros volviesen de vacaciones. Casi pudo sonreír con la imagen macabra que acudió a su mente cuando su cuerpo congelado apareciera ante los horrorizados ojos de sus amigos.


~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~



Snape atravesó el retrato de la Dama Gorda y sin detenerse a revisar la sala común, subió apresurado las escaleras del dormitorio de los chicos de Gryffindor desando poder cumplir con su misión y salir de esa estrafalaria torre colorina, nunca entendería el gusto por el color rojo... era tan irritante.


Abrió la puerta de la habitación encontrándola vacía, sus labios se contrajeron en una mueca de hastío mientras pensaba: "Lo sabía, ese mocoso insolente debe de estar envuelto en alguna de sus aventuras de león protagonista".


Buscó hasta en el baño, pero no había señales de Potter por ningún lado, así que volvió sobre sus pasos decidido a regresar a sus preciadas mazmorras, después de todo había cumplido con su deber de ir a buscarlo a su dormitorio, si Potter no estaba ahí no era ya su problema.


~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~



Sin embargo, al bajar las escaleras, vio un extraño bulto de mantas y cobijas cerca de la chimenea, instintivamente rodó los ojos esperando equivocarse, aquello era ridículo.


Caminó hasta postrarse frente a esa masa de edredones, y en un pequeño espacio entre ellas se alzó una mirada cubierta de aquellos redondos anteojos que reconocería en cualquier parte.


— Potter. —bufó exasperado.

— Snape. —repitió usando el mismo tono, prefería morir de una manera más rápida.

— ¿Qué hace?

— ¿No es obvio? Intento obtener algo de calor. —gruñó bastante molesto, no tenía ganas de hablar con nadie, mucho menos con Snape, ni siquiera le interesaba preguntarle qué hacía en la Torre de Gryffindor, el último lugar donde esperaría verlo.


Snape pensó en marcharse y olvidar lo que acababa de ver, pero le había prometido a Dumbledore mantenerse pendiente del muchacho, y más ahora que estaban solos en el castillo. Así que respiró hondo y procuró hacer de lado la innata aversión que sentía por él.



— ¿Está enfermo? Será mejor que vaya a la enfermería, Poppy no está, pero no creo que se moleste si la ocupamos.

— No estoy enfermo ¡es este maldito frío que hace! ¡Debemos estar como a cien grados bajo cero y a Dumbledore se le olvida encender la calefacción!

— En primer lugar, no exagere, la temperatura ambiental solo es de treinta y dos bajo cero, y a Dumbledore no se le ha olvidado nada, él abandonó el castillo desde anoche y estará ausente el resto de las vacaciones... ¡Y en Hogwarts no hay calefacción! —concluyó exasperado por la palabrería muggle.

— Lo que sea. —replicó hastiado, no podía creer que Dumbledore se olvidara de él y le dejase a solas con Snape.


Justo en ese momento Harry notó que su Profesor no temblaba ni siquiera un poco, y solo llevaba su túnica de siempre cubierto por una sencilla capa que no podía protegerle lo suficiente, mucho menos en las corrientes de aire que debían formarse en los pasillos.


— ¿Cómo es que no tiene frío? —preguntó sin saber de dónde había sacado el valor para continuar hablando con el hombre.

— Yo controlo mi cuerpo, Potter, un estúpido vientecito no me va a hacer perder el control de mí mismo, usted debería hacer lo mismo.

— No tengo tiempo para aprender ni yoga, ni tai chi o lo que sea que esté sugiriendo... y si no va a hacer nada para poner la temperatura a la que un ser humano normal pueda tolerar, entonces mejor evíteme seguir hablando que pierdo mi tiempo de vida.


Severus estuvo tentado a realmente dejarle ahí por insolente y malcriado, pero quiso pensar que probablemente sus neuronas empezaban a congelarse, eso quitaría la cordura a cualquiera, así que se obligó a contener su indignación para solucionar el problema.


— Sígame, Potter, acondicionaré su dormitorio para que el señorito pueda descansar calientito.


Sin esperar respuesta, Severus se dirigió a la escalera, pero ni bien había subido dos peldaños cuando escuchó ruidos que llamaron su atención. Al girarse vio a Harry luchando por liberarse de las múltiples cobijas y cobertores sin conseguirlo. Rodó los ojos antes de volver sobre sus pasos, pero cuando estuvo nuevamente frente al chico, tuvo una extraña sensación, era casi como... ternura.


Harry había dejado de luchar, tenía la respiración jadeante por el esfuerzo y apenas pudo liberar su cabeza y un poco de sus brazos. Miró hacia el Profesor sin saber qué decir, se sentía torpe y eso era lo último que quería, no le interesaba volver a ser la burla de Snape.


Sin embargo, los comentarios sarcásticos no aparecieron. Snape tan solo le veía de una manera como jamás antes lo hizo, pero no lograba descifrar lo que pasaba por la mente de ese hombre.


Snape se arrodilló para quedar a la misma altura, y con una delicadeza inesperada en él, le ayudó a quitarse los anteojos que se habían enredado entre las fibras de una de las cobijas.


Harry cerró los ojos ante el contacto de esos cálidos dedos rozando sus orejas... y después sus mejillas. Sintió que el frío desaparecía de inmediato. Abrió los ojos creyendo que Snape probablemente había invocado algún hechizo para él... pero no. El Profesor no tenía su varita a la mano, sin embargo, continuaba mirándole, y su mano no se había apartado de su rostro.


— Que... suave. —murmuró Snape casi para sí mismo.


Harry no entendía de qué hablaba, pero cuando el dedo de Severus se movió acariciándole su mejilla, supo que se refería a su piel. El calor aumentó al doble. Y lo más extraño es que lo sentía particularmente en una parte de su anatomía que no era precisamente su mejilla.


Sin saber qué debía hacer, el chico continuó expectante, temía que Snape estuviese preparándole una situación bochornosa para después mofarse de él... pero no, más bochornosa que estar atrapado entre cobertores no podía haber nada.


Su sorpresa se incrementó al doble al ver que el Profesor se acercaba a él. Instintivamente hizo la cabeza hacia atrás arrepintiéndose casi de inmediato. La mirada de Snape lució decepcionada, pero antes de que pudiera retirarse, Harry se vio a sí mismo dándole un beso rápido.


Ambos se miraron a los ojos, los dos igualmente sorprendidos. Por un momento Harry creyó haber enloquecido, con toda seguridad ahora el profesor iba a maldecirlo, y no podría culparlo, no tenía idea de dónde había surgido el impulso de besarle.


Pero para su sorpresa, Snape no le maldijo. Después del primer momento de asombro, volvió a acercar su rostro al de Harry y le besó.


Ahora no fue un simple y torpe roce como el de Harry, fue una gama suprema de sensaciones que provocaron que el joven jadeara impresionado. Volvió a cerrar los ojos queriendo grabar en su memoria lo delicioso del momento, amó los labios de Snape succionando los suyos, su lengua adentrándose en su boca sin ser agresiva, había mucha pasión en cada uno de sus roces.


Severus le recostó sobre la alfombra, eso aceleró el corazón de Harry, si se acomodaba es que planeaba seguir besándolo por largo tiempo, y él quería lo mismo, deseó que el beso no terminara jamás.


¿Frío? Ya ni se acordaba qué era eso. Su cuerpo estaba en extremo caliente, las cobijas estorbaron aún más, ya no necesitaba de tantos cobertores, solo con el cuerpo de Snape podría sobrevivir a otra era del hielo.


Harry sintió como el Profesor le ayudó pacientemente a liberarse, y cuando tuvo sus brazos libres, los usó para abrazarse a Snape y continuar besándole sin ninguna prisa.


Severus gimió satisfecho, le complació notar que Harry tampoco quería que aquello terminara. Y durante varios minutos no dejó de saborear la boca de su alumno, era mucho más placentero sentir la lengua de Harry enredándose con la suya que vociferando en su contra. El sonido de sus labios succionándose, los jadeos y las respiraciones anhelantes invadieron la sala común de Gryffindor.


Sin embargo, a pesar de que el beso era grandioso, querían algo más.


Se separaron aún con el aliento contenido, ninguno de los dos dijo nada, fue necesario tan solo una mirada para consentir en dar el siguiente paso. De inmediato Severus se apresuró a retirar el resto de las cobijas, y Harry le ayudó ansioso de que su cuerpo quedara libre tan solo para su profesor.


Severus gruñó frustrado ante la gran cantidad de edredones enredados, y cuando creyó que ya todo sería más fácil después de deshacerse de ellos, se topó con un chico friolento que llevaba ropa sobre ropa. Pero eso no le detuvo, se deshizo de todos los calcetines y pantalones que Harry llevaba de un solo movimiento mientras que el chico se encargaba de quitarse gorros, guantes, bufandas y suéteres de encima.


Finalmente Harry quedó solo en unos bóxer negros bastante entallados que obtuvieron la aprobación de Snape.


El Profesor le hizo volver a recostarse, ninguno de los dos se atrevía a pronunciar palabra, solo se escuchan jadeos y respiraciones entrecortadas así como el roce de las ropas. Severus se acomodó entre las piernas de Harry hundiendo su rostro en esa sedosa intimidad que casi le hacía agua la boca.


Besó en bulto que se formó bajo la tela de la ropa íntima, era delicioso ver la forma del pene de Harry creciendo y luchando por salir. Y él quería verlo, pero era inmensamente disfrutable sentir la expectación, pasó un momento rozándole con su nariz, impregnándose del aroma a deseo de Harry.


El Gryffindor se removía ansioso por más, pero no pidió nada. Severus le miró notando como apretaba sus párpados en un rictus de intensa excitación mientras que con sus manos casi rasgaba las fibras de la alfombra en la que estaban. Decidió no hacerlo sufrir demasiado, le quitó la última prenda que faltaba y sin detenerse, engulló el miembro de Harry hasta lo más hondo de su garganta.


El chico arqueó su espalda emitiendo un sonoro jadeo de placer, sus caderas se movieron por sí solas buscando más. Y Snape le dio más.


Las hábiles manos del Pocionista masajearon los testículos de Harry sin dejar de bombear su pene con poderosas succiones.


"Delicioso" Pensó sorprendido. Nunca creyó que esa noche encontraría un manjar en la Torre de Gryffindor, era lo más exquisito que había entrado en su boca en toda su vida. Usó su lengua pasándola por cada rincón de ese endurecido miembro proporcionándole el mejor sexo oral que hubiese podido realizar.


Pero cuando lo sintió casi a punto de correrse, lo sacó de su boca apretando la base con sus dedos impidiéndole terminar. Harry se quejó pero no emitió ninguna palabra de protesta, mucho menos cuando sintió que eran ahora sus bolas las que eran succionadas por esa caliente boca.


Sin embargo, no creía poder soportar más tiempo y él quería algo más. Le fastidiaba que Snape continuara totalmente vestido.


Como si hubiese adivinado sus pensamientos, Severus se irguió empezando a desabrocharse la túnica. Pero Harry no tenía tiempo para eso, eran demasiado botones, así que se abalanzó hacia él sujetándole de la pretina del pantalón para desabotonarlo hasta lograr apoderarse del pene más grande y grueso que había visto en su vida.


Por un momento sus manos temblaron, nunca se imaginó que alguien pudiese tener escondido eso bajo sus pantalones, pero enseguida se recuperó, no podía quejarse por eso, ¿verdad?... al contrario, el morbo por saber si era capaz de penetrarle era mucho muy excitante.


Dejó el pene libre y volvió a recostarse abriendo sus piernas en una muda invitación para olvidarse de la túnica, lo único que necesitaba ya estaba más que listo.


Snape comprendió su deseo, levantó las piernas de Harry colocándolas sobre sus hombros. Vio como la entrada del chico latía con ansiedad, parecía demasiado estrecha pero no quiso detenerse a pensar en la posibilidad de que jamás hubiese sido traspasado antes.


Tomó su propio pene en sus manos y cuidadosamente fue venciendo la innata resistencia del esfínter.


Harry se mordió el labio, aquello dolía, pero ni aunque llegase a la magnitud de un cruciatus pensaba retirarse. Se esforzó por mantener abiertos sus ojos y mirar la concentración de Snape, aunque no podía negar que sentía curiosidad por saber cómo se veía allá abajo. Levantó un poco la cabeza pero no sirvió de nada.


Severus sacó entonces la varita de su bolsillo e invocó un espejo que flotaba sobre de ellos. Harry emitió una ligera sonrisa pero entonces pudo volver a acomodarse mientras disfrutaba viendo como el grueso pene de Severus ganaba la batalla y poco a poco se perdía en su interior.


La sensación de sentir como era distendido y algo tan duro ocupaba un sitio en sus entrañas le resultó embriagador, no creyó que algo más pudiera superar la gloria de saber que su cuerpo ya no era el de un niño.


Sin embargo, cuando Snape empezó a moverse, salir y entrar una y otra vez, y aumentando la intensidad rápidamente, ya no pudo tener control de nada.


Jadeó, gritó, suspiró, gimió... hasta que finalmente se corrió en la mano que le masturbaba desde hacía unos minutos.


Pero Severus aún no terminaba, siguió embistiéndolo por unos minutos más hasta que Harry volvió a sentir otra gran experiencia, algo muy caliente le inundó su interior. Era una sensación extraña sentirse tan húmedo pero le gustó, aunque no sabía si le gustaba más que ver como su Profesor se convulsionaba en frenéticos espasmos de placer antes de salir de su interior.


A través del espejo Harry vio el pene de Snape mojado con su propio esperma que incluso había manchado su pulcra túnica negra. ¿Acaso la excitación no tenía un límite?


~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~



Estaban ahí, sentados en completo silencio. Snape tenía sus manos apoyadas en sus rodillas, Harry tan solo se medio cubría con una manta, los dos miraban el fuego de la chimenea recordando lo que acababa de suceder, las imágenes y las sensaciones se repetían como si aún estuviesen unidos en un solo ser.


Los dos sabían que acababan de romper la mayor regla del colegio, ni siquiera tenían idea de si estaba escrita o no, pero era tan obvia que no había necesidad de cuestionarla.


Y eso no era lo más grave, les desconcertaba reconocer haber tenido el mejor sexo de su vida con la persona que supuestamente más odiaban. Bueno, en el caso de Harry no tenía punto de comparación, pero aun así, no creía que ninguno de sus compañeros supiese hacer lo que el Profesor.


No se atrevía ni a moverse, casi esperando que Snape se olvidara de su presencia y saliera sin tener que escuchar su sarcasmo, pensando que quizá era preferible no pronunciar palabra y después fingir que nada pasó. No obstante, realmente dudaba no recordar ese día por el resto de su vida. Mantuvo su mirada fija en las llamas de la chimenea sin lograr imaginar lo que pasaba por la adusta mente del hombre.


De pronto, notó que se movía, y su corazón latió tan fuerte que temió pudiese ser escuchado. No volteó, tan solo de reojo vio como Snape llevaba la mano que estuvo masturbándole hacia su boca, y con todo descaro lamió los restos de esperma.


El asombro de Harry no tuvo límites, se olvidó de su temor y se giró directamente hacia él. Snape volvió a lamer sus dedos en silencio fingiendo no hacer caso de la presencia de Harry.


Un ronco jadeo escapó de la garganta de Severus mientras saboreaba aquella nacarada sustancia, y Harry sintió que su hombría resucitaba. Su deseo se reencendió y de un solo movimiento se montó a horcajadas sobre su profesor volviendo a besarlo... y Snape no le rechazó.


Por un breve instante, la mente de Severus recordó sus propias palabras: "Yo modero mi cuerpo, Potter, un estúpido vientecito no me va a hacer perder el control de mí mismo, usted debería hacer lo mismo"


Pero ahora no, ahora no podía ni quería controlarse. Tenía en sus brazos un cuerpo tan ardiente que en verdad convertía la feroz tormenta invernal de allá afuera, en un estúpido vientecito.



~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~





Llegaste a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora