Sorpresas en una boda

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Sorpresas en una boda



A pesar de que habían dormido unos pocos minutos, Harry y Ron se levantaron muy temprano. O mejor dicho, Harry despertó por un almohadazo de su amigo que gritó emocionado "¡Hoy me caso!" antes de correr a meterse a bañar.


El incidente de la noche pasada había quedado casi en el olvido con la emoción del gran evento que sucedería ese día.


El resto de sus compañeros protestaron por el escándalo y se cubrieron con las mantas hasta la cabeza, pero ni eso acallaba el sonido de la desafinada voz de Ron que cantaba eufórico bajo la regadera.


Después del desayuno, al que no acudió ninguna de las chicas de Gryffindor que ya habían prácticamente secuestrado a Hermione en sus dormitorios, Ron y Harry se reunieron en el despacho de Dumbledore. Éste les había cedido todo el espacio para que recibieran a los Weasley.


Ron tuvo una sesión cerrada con sus padres en una habitación contigua. Harry no envidiaba a su amigo, podía adivinar que Ronald estaba armándose de paciencia para escuchar los últimos consejos de sus padres. Aquella reunión duró más de lo que Harry creyó, y solo la presencia de los gemelos, Charlie y Bill hicieron que la espera fuese más tolerable. Con bastante frecuencia sus pensamientos se iban hacia una habitación en las mazmorras a la que se moría por visitar.


— ¿Y los padres de Hermione? —quiso saber Harry.

— Llegarán hasta la hora de la ceremonia. —le informó Bill—. En estos momentos Dumbledore está con ellos, es necesario realizarles una clase de hechizos para que puedan estar presentes en el castillo sin que éste los repele.

— Debe ser difícil no vivir junto a su hija sus últimos minutos de soltera.

— Ellos están bien, Harry, se han acostumbrado a que la vida de Hermione es muy diferente a la suya y se sienten afortunados de que finalmente conocerán Hogwarts, aunque solamente podrán estar en el Gran Salón.


Harry asintió pensando que el matrimonio Granger era digno de admirar, él no creía poder mantenerse al margen de la vida de un hijo suyo, tal vez pudiese hacerlo si su felicidad estaba en juego, pero no sin sentir que su corazón se rompía. Sonrió para sí mismo pensando que cuando tuviera un bebé, iban a necesitar de varios hechizos para separarlo de él.


— La próxima semana las chicas le harán una fiesta a Hermione. —comentó Fred desde su lugar donde jugaba ajedrez con George—. ¿Creen que podamos colarnos?

— Solo si consigues un lindo vestido. —se burló su gemelo.

— Ah no es necesario, puedo usar el que tienes escondido en el armario.


Harry se rió con las bromas de sus amigos, no dudaba que fuesen capaces de hacer lo que sea con tal de introducirse en otra fiesta y armar más barullo. Solo esperaba que no fuera como el de la noche pasada.


— ¡Hey Harry! —le llamó Fred—. Puedo conseguirte un vestido verde divino que haría buen juego con tus ojos.

— No, gracias, no tengo zapatos que combinen.


Y mientras todos reían pasando un buen rato, en secreto Harry deseó en verdad poder ir a esa fiesta y ser partícipe de la dicha de que Hermione debía sentir ante la alegre espera por su bebé.


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Unas horas más tarde ya todo estaba listo para la ceremonia. Harry regresó a la Torre de Gryffindor, era el elegido para conducir a la novia hasta el Gran Salón. Ginny le pidió que esperara en la Sala Común a que Hermione bajara. El chico obedeció emocionado, era una sensación extraña pero le enorgullecía que sus amigos le felicitaran como si realmente fuese un hermano en todo ese proceso.


Cuando Hermione apareció, Harry sonrió aún más, su amiga lucía más hermosa que nunca, con los rizos de su cabello acomodados en un sofisticado moño enmarcado por una elegante tiara y velo blanco que aún no cubría su rostro dejando ver la luminosa alegría que desbordaba. El vestido era digno de una princesa, a Harry le sorprendió verla con tantos encajes y seda así como una cauda bastante larga.


La chica se acercó a él, sus mejillas estaban rojas mientras sonreía.


— ¿Cómo me veo? —preguntó nerviosa—. Mamá insistió en que era el vestido más adecuado para mí y... bueno, no lo negaré, me asombra que me guste tanto.

— Y tu madre sabía lo que decía, Hermione ¡luces maravillosa!

— Gracias, aunque va a ser algo difícil bajar tantas escaleras.

— Lo más divertido es imaginar lo desesperado que se pondrá Ron cuando intente quitarlo.


Ambos rieron felices pero no por mucho tiempo, enseguida callaron mirándose a los ojos significativamente, los dos sabían que ese día era el más especial en la vida de Hermione.


— Gracias, Harry. —dijo Hermione sosteniéndole de las manos—. Sin ti, creo que Ron y yo no hubiésemos podido darnos cuenta de lo que sentíamos, y ahora no logro imaginar la vida sin él.

— Ya estaban destinados a ser el uno para el otro. —aseguró acariciando el suave rostro de su enamorada amiga—. Y puedo jurarte que Ronald se siente mucho más afortunado que tú, va a amarte siempre, y serás feliz a su lado.

— No tengo ninguna duda al respecto.

— Bueno, vamos ya, nos esperan y seguramente estarán ansiosos por verte.


Hermione asintió emocionada, ella era la más ansiosa por estar en su boda y poder convertirse en la esposa de Ronald. Se sujetó del brazo de Harry para salir de la Sala Común mientras que Ginny y sus demás compañeras le ayudaban con la cauda de su vestido.


Llegaste a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora