Despertar

1.1K 122 8
                                    

Despertar



Cuando Draco se enteró de las reales consecuencias hizo un gran coraje. Se encerró en su habitación y rompió con casi todo lo que había en ella. Odiaba que Harry Potter siempre se saliera con la suya, ahora él estaba vivo y su padrino seguía sin obtener el castigo merecido.


Lo único que le tranquilizó fue mirar a Cerebrito agazapado en un rincón de la cama esperando no ser alcanzado por ninguno de esos temibles rayos que salían de la varita de su amo.


— No me temas. —jadeó recostándose a su lado, el dragón se desplazó hacia él acurrucándose muy cerca de su cuerpo para que Draco le acariciara—. A ti jamás te haría daño... eres como él, como mi Theo, tan dulce y hermoso, tu mirada es casi como la suya.


Draco cerró los ojos sin dejar de mimar a su mascota, sonrió con ternura recordando su vida con Theo. Había pasado muy poco tiempo con él como pareja pero le había amado desde niño, desde que iba a su casa y jugaban en los jardines mientras sus padres se dedicaban a sus negocios. Cada segundo era un valioso tesoro que le mantenía con vida a pesar del gran dolor que sufría su corazón.


Era una lástima no haber logrado hasta ahora vengar su muerte. Necesitaba hacerlo ya, y entonces poder reunirse con el amor de su vida.


— Ese Longbottom se tiene bien merecido lo que le pasó. —susurró molesto—. Aunque es genial imaginar al estúpido pelirrojo a punto de morir, era a Potter a quién le ordené que matara. Tan solo espero que no se salve, sería demasiada mala suerte que a ninguno de los tres les pasara nada... ¡los odio!


Draco respiró profundo antes de disponerse a dormir, quería descansar un poco, olvidar esa triste realidad que no lograba brindarle ningún consuelo. No vio que una imagen en uno de los retratos le miraba sorprendido ante lo que recién escuchaba, solo desapareció en silencio cuando el rubio ya dormía en su cama.


~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~



Los días siguientes fueron cruciales en la salud de Ron. Aún no lograba despertar pero ni Harry ni Hermione se separaban de su lado. Severus tampoco lo hacía e ignoraba las llamadas de Dumbledore para que se reincorporara en su trabajo, en ese momento lo único que le importaba era continuar junto a Harry y estar presente para él en caso de que ocurriera lo más temido.


Lo más extraño era que ya no solamente era Harry quien le preocupaba. Personalmente se encargaba de llevar la cena para Hermione y conseguirle pociones, al igual que a su prometido, que les ayudarían a mantenerse con fuerza sin perjudicar el embarazo. Incluso hubo noches en que, cuando la fatiga la vencía y Hermione quedaba rendida junto a la cama de Ron, era él quien se encargaba de sostenerla en brazos y acomodarla en el amplio diván donde ellos podían descansar por las noches.


La arropaba con tanto cuidado como si fuera una hija, y una sombra de sonrisa se dibujaba en su rostro cuando ella y Harry dormían juntos. Nunca se imaginó poder presenciar escenas como esa y no sentirse celoso, ese sentimiento dominante por Harry no cobraba la fuerza de antes. Todavía no podía creer que le había espantado al dragoncito tan solo por no compartir su cariño.


Una noche, después de dejarlos descansar en el diván, se aproximó hacia la cama del pelirrojo. Otro nuevo sentimiento había nacido, un profundo e intenso agradecimiento por haber salvado la vida de Harry, se sentía endeudado de por vida con ese chico que siempre le pareció insoportablemente Gryffindor.


Pero ahora, no tenía ninguna clase de antipatía mientras le acomodaba la almohada y se sentaba en el sillón junto a la cama.


Los medimagos seguían sin querer darles demasiadas esperanzas, a pesar de que los huesos de Ronald habían soldado, el golpe en su cabeza fue demasiado severo para poder cantar victoria, el coma en el que Ron se encontraba era tan profundo que a veces temían que ya no pudiera despertar nunca.


Y si lo hacía, seguramente habría consecuencias que nadie se atrevía a predecir.


Harry y Hermione habían escuchado las noticias en silencio, ninguno de los dos aceptaba darse por vencido y seguirían ahí, al pie de su cama, hasta que el pelirrojo despertara y le comprobara al mundo que era más fuerte de lo que pensaban.

Llegaste a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora