El secreto de Salazar Slytherin

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El secreto de Salazar Slytherin




Harry fue el encargado de llevar a Ronald hasta su habitación en la Torre de Gryffindor, le mostró su cama, los baños, sus pertenencias personales y hasta le presentó nuevamente a sus compañeros de dormitorio.


Seamus y Dean le recibieron con gran alegría, ellos también habían temido que su amigo no sobreviviera al accidente. Neville no fue mencionado en ningún momento, y Harry agradeció mucho que así fuera, aún no se sentía con fuerza para enterarse de lo que había pasado con él.


Juntos, los dos amigos bajaron a la Sala Común con la intención de dirigirse al comedor, habían llegado justo a tiempo para la cena. Pero al ir bajando las escaleras, Ron vio a Hermione sentada en un cojín apartado leyendo un libro.


— ¿Puedes dejarme a solas con ella? —pidió a Harry.


Éste asintió, se sentía feliz de ver que Ron tenía toda la disponibilidad de acercarse a su esposa a pesar de que continuaba sin recordarla. Tomó otro mullido almohadón y fue a sentarse junto a ella. Hermione levantó la vista de su libro y le sonrió cariñosa, pero Ron pudo adivinar que su mirada escondía una tristeza en su interior.


— ¿Qué lees?

— Aritmancia, quiero ponerme al día con mis estudios ahora que hemos vuelto.

— Te atrasaste mucho por mi culpa ¿verdad?

— No fue tu culpa. —aclaró dejando de lado su lectura—. Fue mi decisión y lo sería siempre, por ti sería capaz de dejar todo sin ningún remordimiento.

— Si siempre eres así, con razón terminamos casados.

— En realidad, pasamos muchos años peleando por tonterías.

— ¿Bromeas? —preguntó sonriéndole, no podía imaginarse discutiendo con alguien tan bella como Hermione.

— No, es verdad ¿quieres que te cuente como nos conocimos?

— Me encanta la idea.


Hermione enfatizó su sonrisa y olvidándose por completo de la Aritmancia se giró hacia Ronald relatándole emocionada como había sido su relación desde el primer momento que se vieron en el Expreso de Hogwarts.


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Severus también había llegado a su habitación, sonrió con ternura al ver como la emoción se reflejó en el áspero rostro de Salazar.


El hombre del retrato le siguió incluso hasta otro cuadro en el interior de la habitación, justo aquel que Severus había dañado un día.


— Prometo repararlo pronto. —le dijo mientras se quitaba la capa de viaje.

— Gracias, y me complace verte de regreso, Severus. Pero hay algo muy importante de lo que tenemos que hablar.

— ¿No puede ser mañana? Me siento cansado, han sido días muy tensos.

— Creo que te gustará escucharlo, se trata del hombrecito que te gusta.

— ¿Harry?... Ah, supe que fuiste a buscarlo a La Madriguera ¿podrías dejarle tranquilo un tiempo, por favor?

— ¿Y tú, vas a dejarme hablar? ¿O ese hombrecito te ha contagiado su lengua hiperactiva?

— De acuerdo ¿qué es lo que quieres decir?


Salazar frunció el ceño indeciso sobre todos los temas que tenía en mente sin saber cuál era prioridad. Severus aprovechó el momento para recostarse sobre la cama, eso quitó al retrato de concentración, le gustaba mucho cómo lucía Severus con esa expresión de relajamiento.


— ¿No que tenías mucha urgencia por hablar? —insistió Severus ante el silencio que se había formado.

— Eh, sí, perdón... bien, ¿recuerdas cuando fui a notificarte del accidente a una de las habitaciones de Slytherin?

— Sí ¿por qué?

— Después de que saliste yo me retrasé un poco y me pareció escuchar que el chico rubio que estaba ahí dijo algo relacionado con el accidente al otro chico Gryffindor. Era como si supiera lo que había pasado antes que nadie más.


Severus volvió a sentarse sobre la cama, ahora Slytherin tenía su total atención pero esperaba equivocarse de todo corazón.


— ¿Draco? ¿Qué fue lo que dijo?

— En ese momento nada comprometedor pero sí muy sospechoso, así que le estuve vigilando durante tu ausencia y entonces comprobé que sí, que él sabía del accidente antes de que yo te lo dijera, y no solamente eso, él fue quien ordenó a que el otro chico Gryffindor, no recuerdo el nombre, atacara a tu hombrecito.

— No, probablemente escuchaste mal, Longbottom no obedecería una orden de Draco, nunca se han llevado bien.

— Yo sé lo que escuché, Severus, y no necesariamente tuvo que hacerlo bajo su propia voluntad.

— ¿Imperius?

— ¿Hicieron todo lo necesario para saber si estuvo bajo un hechizo cuando atacó a Potter?

— No lo sé, estuve todo el tiempo en el hospital, pero de cualquier modo, Harry le hechizó después con un Petrificus, así que puede ser difícil comprobar que antes se encontraba bajo los influjos del Imperius.

— ¿Y qué vas a hacer ahora que sabes que ese chico Slytherin está involucrado?


Severus respiró hondo sin saber qué responder, luego miró a Salazar y esbozó una irónica sonrisa al notarlo ansioso por una respuesta.


— ¿Será posible que estés interesado en defender a los Gryffindor por encima de los Slytherin?

— Te equivocas, lo hago por ti, eres a quien debo lealtad. —bufó levantando la barbilla.

— Salazar, Harry te agrada ¿cierto?

— Si vuelves a repetirlo, te juro que me mudo al museo.


El profesor contuvo una suave risa ante el orgullo del Slytherin mayor, pero le gustó ver que se preocupaba por Harry, a pesar de su modo despectivo de dirigirse a él.


Lo más irónico del asunto es que no solamente abogaba por Harry, y hasta por Ronald, sino que su confesión ayudaría mucho a Longbottom sin saber sobre los sentimientos del chico. Y al recordar eso, Severus volvió a respirar profundamente, no sabía qué tan conveniente era permitir que volviese a estar junto a Harry. Si lo lastimaba, él mismo se encargaría de hacerle sentir que era mejor pasar la vida en Azkaban.


Además, su corazón le dolía, esa circunstancia también se aplicaba a Draco.

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