Milagros de nacimiento

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Milagros de nacimiento



Ron y Harry casi sintieron desmayarse cuando Pomfrey les notificó que ya no había tiempo para trasladar a Hermione a San Mungo, la chica tenía dilatación completa.


Ambos se quedaron boquiabiertos mirando como la apurada mujer disponía de todo lo necesario para atender a su paciente ahí mismo. Por su parte, Hermione se cambiaba tranquilamente la ropa, parecía disponerse a una sencilla revisión médica y no estar próxima a dar a luz. Si no fuera por el sudor perlado de su frente y su respiración estudiada para relajarse creerían que no estaba sufriendo ninguna incomodidad.


— Bien, estoy lista. —aseguró después de morderse los labios durante casi un minuto y después exhalar hondo—. Apurémonos para conocer pronto al bebé.

— Será mejor que ustedes esperen afuera. —apremió la enfermera mientras realizaba los hechizos de asepsia necesarios.

— No, quiero que ambos se queden conmigo.


Harry y Ron solo las miraban alternadamente, ninguno de los dos sabía qué hacer o dónde ponerse para no estorbar. Hermione arqueó los ojos al ver que no se acercaban, y tuvo que llamarlos a su lado.


Ron fue el primero que corrió colocándose a su izquierda y sosteniendo con fuerza la mano de su esposa, aún no podía hablar, incluso temía olvidar cómo respirar, sentía algo demasiado extraño en su estómago. Al verlos juntos, Harry fue hacia el otro lado de la cama, Hermione le recibió sonriente y se sujetó de la mano de su mejor amigo, así se sentía con mucha más fuerza para soportar el dolor que padecía en esos momentos.


— No sé cómo puedes estar tan tranquila. —comentó Harry después de sentir la fuerza con que Hermione estrechaba su mano durante una contracción.

— Es lo mejor para el bebé. —dijo jadeante—. Lo leí.

— Como siempre, es que no cambias nunca. —comentó Ron distraído, estaba demasiado absorto en el proceso del nacimiento de su hijo.


Harry y Hermione miraron hacia Ron al escucharle pronunciar tal frase, pero el pelirrojo no parecía haber puesto atención a sus propias palabras, justo en ese momento se armó de valor para asomarse a mirar cómo su primogénito llegaba al mundo.


El llanto del recién nacido les dejó mudos a todos, y los tres amigos no contuvieron unas cuantas lágrimas de felicidad cuando Pomfrey les miró sonriente y dijo : "Felicidades, es un hermoso y sano varón".


Eso fue lo último que escuchó Ronald, todo empezó a girar a su alrededor, la cabeza la sentía como le fuese a explotar de un momento a otro. Un remolino de imágenes aparecieron de pronto, voces y sonidos, risas y llantos... y la voz de Hermione diciéndole que iba a ser padre.


Sollozó emocionado y enseguida ya no supo más de él.


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Al abrir sus ojos, Ronald sintió como si acabara de despertar de un largo sueño.


— Vaya que resultaste impresionable. —dijo una voz a su lado.


Al girarse y ver a su mejor amigo junto a él, Ronald se abalanzó colgándose de su cuello con fuerza.


— Dios, Harry, eres tú. —jadeó impactado.

— Claro que soy yo ¿quién más?

— ¿No entiendes? Puedo recordarlo todo... ¡todo!


Eso fue suficiente para que Harry comprendiera lo que pasaba y correspondió efusivamente al abrazo de su amigo. Hermione les veía a la distancia desde su cama, había estado a punto de llamarlos cuando escuchó las palabras de su esposo y ahora no tenía ni voz para hablar, todas las emociones se aglomeraron en su garganta en un nudo de lágrimas.


Ron se apartó de Harry buscando a su esposa, y corrió a su cama abrazándola con todo el amor que sentía, se besaron ansiosamente como si hubieran estado meses separados. Harry los veía sintiendo la misma felicidad de cuando atestiguó su primer beso.


— Dile a Poppy que te revise. —pidió Hermione limpiando las lágrimas de Ron con sus propias manos—. Tal vez debas ir a San Mungo también y...

— Ahora nada ni nadie me separará de tu lado ¿y el bebé? ¿está todo bien?


Hermione asintió pero ya no hubo necesidad de explicar más, Pomfrey regresaba ya con el recién nacido aseado y listo para su primera alimentación. Al escuchar eso, Harry pensó que era hora de dejarlos solos, pero Hermione nuevamente le llamó a su lado.


— Es nuestro bebé, Harry. —le aseguró afectuosa—. Ron y yo te amamos, siempre estuvimos juntos en todo, y ahora no será la excepción... es bebé de los tres.

— Cuidado, amiga, cualquiera que te escuche pondrá a volar su imaginación sobre lo que hacíamos durante nuestras aventuras juntos.


Hermione y Ron rieron de la ocurrencia de Harry pero finalmente el chico aceptó acercarse a compartir la experiencia. Se sorprendió al no intimidarse cuando Hermione descubrió su seno acercándolo a la boca de su bebé, los tres vieron como de inmediato éste empezó a succionar hambriento.


— Ouch. —se quejó suavemente—. Duele un poco pero... es lindo.

— Tú eres linda. —replicó Ronald volviendo a besarla.


Harry observaba saturado de ternura, pero también con cierta tristeza, él no podría alimentar a su bebé de esa forma.


Hermione volteó a mirar a su amigo, y sonriéndole le acarició la mejilla en silencio. Harry no respondió, inclinó la cabeza recostándose sobre el hombro de su mejor amiga y se dispuso a mirar como el pequeñito iba quedándose dormido.


Llegaste a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora