Despedida de solteros

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Despedida de solteros



Al entrar a su sala común, Harry sonrió al ver a sus dos mejores amigos romanceando en un rincón. Pero no estaban solos, la gran mayoría de sus compañeros continuaban ahí, y el ambiente delataba las horas que pasaron celebrando el compromiso de Ron y Hermione.


Había vasos con jugo de calabaza por doquier, e incluso Harry logró ver que tenían un barril de hidromiel en una silla, así como bandejas con emparedados y postres.


En una de las paredes alguien había pintado de rojo los nombres de los dos novios envueltos en un corazón, ese fue un detalle que logró que Harry deseara haber estado ahí para ver sus rostros cuando sus amigos les festejaran de esa manera.


Hermione fue la primera que reparó en él, pero en cuanto le vio su sonrisa se borró. Ronald volteó a mirar y sin darse cuenta de nada, exclamó emocionado el nombre de su amigo.


Eso bastó para que los demás miraran hacia la puerta esperando ver al único ausente de la fiesta, y de inmediato rieron al unísono.


Sin saber lo que pasaba, Harry continuó en su lugar, totalmente aturdido por la extraña reacción de los chicos, vio que Hermione susurraba algo al oído de Ron quien tampoco parecía entender el motivo de tanta risa. Después de escuchar a su novia, el pelirrojo abandonó su lugar como impulsado por un resorte, se acercó a su amigo tomándole del brazo y jalándole para subir a su dormitorio.


Aun iban por las escaleras cuando Harry alcanzó a escuchar que alguien gritaba:


— ¿Y quién fue la elegida, Potter?

— ¡O elegido! —añadió otra voz que provocó que las risas aumentaran.


Harry sintió que su rostro se encendía e instintivamente aceleró el paso logrando llegar al dormitorio, cerró la puerta esperando ya no escuchar las risas que no cesaban.


— ¿Qué carajo les pasa?


Por toda respuesta, Ron volvió a tomarle del brazo conduciéndole frente a un espejo de cuerpo entero. Harry palideció al ver que tras su capa abierta llevaba su suéter al revés.


— Lo siento. —dijo Ron intentando lucir apenado pero la curiosidad le estaba matando y no pudo evitar sonreír emocionado—. ¡Tienes que decirme con quién fue!

— No entiendo de qué hablas, simplemente me equivoqué al vestirme, no es algo que solo a mí me ha pasado.

— En la cena estabas perfectamente vestido, luego desapareces y... ay, Harry, no intentes mentir, soy tu mejor amigo y siempre nos contamos todo.

— Pero no hay nada qué contar, solo fui al baño, el grifo se descompuso y me salpicó, así que tuve que quitármelo para secarlo y ya, no es gran ciencia.

— Bien, si esa es tu versión habrá que creerla.


Ron lucía francamente desilusionado, no por creer la mentira de Harry sino por no haber logrado obtener la confesión que esperaba. El ojiverde se sintió mal por tener que engañar a su mejor amigo, pero ese era el trato con Severus, discreción ante todo.


Cuando regresaron a la Sala Común, Ron fue el encargado de hacer saber el supuesto malentendido, logró mostrarse frustrado al no tener buenas nuevas pero enseguida sonrió uniéndose a los chicos en una nueva ronda de tarros de hidromiel que logró olvidar el tema. Por su parte, Harry se limitó a ignorarlos, fue a sentarse junto a Hermione disculpándose por haber llegado tarde. Ella no hizo preguntas, pero Harry podía sentir su mirada casi traspasando hasta sus pensamientos.


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Al día siguiente, los Gryffindor tenían clase de pociones, y Harry se esforzó por mostrarse enfadado con Severus, no dudaba que el profesor sabía que su ropa estaba mal acomodada y aun así no evitó hacerle pasar el mal rato. Sin embargo, el ojinegro ni siquiera parecía darse cuenta de las miradas asesinas del Gryffindor e impartió su clase sin ninguna novedad.


Y al terminar, Harry ya realmente se había molestado. No con Snape, pero sí por no encontrar un motivo para ganarse una detención, estuvo a punto de echar a perder su poción pero Hermione se la compuso en un segundo, así que el ojiverde se tragó el "¡Noooo!" que quiso gritar cuando su amiga frustró su plan y se concretó a sonreírle mostrándose agradecido.


La campana sonó y, sin más remedio, tuvo que ordenar su mochila para marcharse sin siquiera haber conseguido ni una palabra de su profesor. Estaba a punto de salir cuando por fin escuchó su voz llamándole.


— Señor Potter, Señorita Granger... ¿a dónde creen que van? —inquirió sin siquiera levantar la mirada del pergamino que revisaba.


Harry y Hermione se miraron entre sí comprendiendo que estaban en problemas. Rápidamente la castaña empujó a Ron para que saliera pues el pelirrojo también se detuvo junto a sus amigos, preocupado por lo que pasaría con el tirano profesor.


— ¿Sucede algo, Señor? —cuestionó Hermione intentando no demostrar su ansiedad.

— Cinco puntos menos, Señorita Granger, por intentar tomarme el pelo. Cinco puntos menos por dirigirse a mí sin permiso, y diez puntos menos por ayudar al Señor Potter salvándole de una poción desastrosa.


Hermione hizo un gesto de dolor por los veinte puntos perdidos pero ya no se atrevió a contrariar las órdenes del Pocionista. Harry siguió su ejemplo, aunque ya se esperaba otra reducción de puntos para él. Y no se equivocó, Snape por fin levantó la mirada y en ella relucía una malévola satisfacción al verlos tan frustrados.


— Diez puntos menos, Señor Potter. —continuó bajando su voz a un suave siseó—. Y Diez menos por no poner atención a su clase... ahora vuelva a su mesa y termine la poción si no quiere perder su derecho a examen.

— ¡Pero tenemos clase de Transformaciones ahora! —se atrevió a protestar la castaña, le preocupaba que su amigo tuviese más problemas por faltar a su siguiente clase.

— ¿Quiere quedarse usted también? —le increpó el Profesor—. ¡Salga ahora mismo y no haga perder mi tiempo!


Ahora fue turno de Harry de empujar a su amiga hacia afuera, y después de cerrar la puerta se cruzó de brazos mirando a Snape con el ceño fruncido.


— ¿Es necesario todo esto? —le cuestionó irritado—. ¡Fueron cuarenta puntos menos, Snape, has puesto a Slytherin en la cima de los marcadores!

— No seas gruñón, Potter, tan solo trato de hacer creíble mi comportamiento.

— ¡Ja! —exclamó incrédulo—. Lo que creo es que estás aprovechándote, y a propósito ¿porqué carajo no me dijiste que llevaba mal la ropa?


Severus se encogió de hombros caminando hasta Harry y sin darle importancia a su enojo, le sujetó por la cintura inclinándose para besarle en el cuello. Le complació que el chico ladeara su rostro dándole espacio a pesar de continuar enfadado.


— Ese era tu deber, Potter... ¿tuviste problemas?

— No creo, pero si algunos dudan de mi versión ya se les pasará con el tiempo.

— De todos modos, no me preocupo, yo me sé encargar de no ser el sospechoso número uno.

— Ni el número mil. —aclaró empezando a divertirse también.

— Bueno, basta de plática y bésame.

— ¿Y si lo hago bien... me dará un punto, Señor?


Severus gruñó excitado por el tono inocentón que Harry usó para pronunciar esas últimas palabras, y se apoderó de su boca devorándola con ansiedad mientras el chico gemía de placer. Ambos deseaban poder hacer más, el escritorio les llamaba para ser usado en una nueva sesión de amor pero aún tenían clases a las que debían acudir.


Cuando Harry se fue, Severus se quedó un buen rato mirando la puerta.


"Carajo, me estoy acostumbrando mucho a él" Se dijo, cada vez se le dificultaba más soltarlo de sus brazos, pero eso no le preocupaba porque sabía que regresaría pronto a ellos, y además, esa relación se presagiaba para un largo tiempo.


Llegaste a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora