Respuesta encontrada

969 83 3
                                    

Respuesta encontrada





Unos meses después, Harry y Severus se encontraban en la plataforma del andén 9 ¾ después de las vacaciones Navideñas que disfrutaron juntos en una playa del mediterráneo. Harry se sentía feliz de viajar nuevamente con su esposo en el Expreso, aún recordaba lo divertido que fue hacerlo la primera vez en septiembre teniendo a su lado además a sus dos mejores amigos y los bebés en un mismo compartimento.


Por eso le intrigó que en esa ocasión, el ojinegro condujera mágicamente los dos baúles hasta la parte delantera del tren. Un estremecimiento de horror le recorrió la espina dorsal al ver que se detenían frente a un compartimento con un letrero que decía "Profesores".


— ¿Vamos a viajar aquí? —cuestionó sin mucho entusiasmo.

— Así es. —dijo ignorando el tono de su esposo y se dedicó a acomodar los baúles donde no estorbaran—. Reservé el compartimiento para uso exclusivo de Profesores... claro que ningún otro puede viajar hoy.

— ¿Quieres decir que estaremos solos?


Harry acomodó a Aimee en su canastilla de viaje para que estuviera más cómoda. Apenas acababa de hacerlo y el tren se puso en marcha haciéndolo perder el equilibrio y cayendo sobre Severus en el otro asiento.


— Parece que le entusiasma la idea, Señor Potter. —gruñó Severus mordisqueando la oreja de su esposo.

— Oh Dios, Profesor Snape... ¿Podemos hacerlo aquí?


Severus sacó su varita hechizando la puerta para que nadie entrara ni escuchara lo que sucedía en el interior de ese compartimento. Su mirada lujuriosa le dio la respuesta a Harry quien sonrió satisfecho y feliz con la idea.


Ni la estrechez del lugar les incomodó. La pareja de esposos pronto disfrutaba de un momento más de intimidad. Y mientras el Profesor empujaba una y otra vez, Harry se aferraba con uñas y dientes jadeando extasiado por las constantes embestidas. Estaba convencido de que jamás se cansaría de sentirse penetrado hasta lo más profundo por el hombre que adoraba, y que además, era un experto para elevarlo a las nubes incluso con solo un beso.


Justo cuando ambos se corrieron, Harry creyó notar en la mirada de Severus una sensación de anhelo tan intensa que su corazón se estremeció. Sin embargo, no pudo ahondar demasiado en estudiarlo pues su mente se obnubiló con el orgasmo.


No obstante, cuando Severus salió de su interior, buscó ansioso su mirada aún enfebrecida de placer, le sujetó con ambas manos por el rostro besándole por un largo rato.


— Harry... —jadeó al separarse y volver a mirarlo a los ojos—... por favor, dame otro bebé.


~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~o0o~



Hermione aún tenía un puchero triste en su rostro cuando abrió la puerta del compartimento a su mejor amigo.


— Pasa, Harry. —le invitó mientras tomaba a Aimee de brazos de su padre e iba a sentarse en el extremo contrario.


Aunque por un momento estuvo a punto de alarmarse, Harry se tranquilizó al ver que Ronald cambiaba el pañal de Richie y le sonreía. Esa era la mayor frustración de Hermione, nunca pudo hacerlo a pesar de todos sus intentos.


— Vamos, Hermione, no es la gran cosa. —aseguró Harry sentándose cerca del pequeño Weasley esperando a que su padre terminara de asearlo.

— ¡Leí todos los libros al respecto y no entiendo por qué no existe un simple hechizo para cambiar pañales! ¡Y cada que intento hacerlo me queda chueco o se desata al primer movimiento!... soy una inútil.

— Serás todo menos inútil. —rió Ron justo cuando terminaba de vestir a su bebé y se lo pasaba a Harry quien ya extendía sus brazos, ansioso por sostenerle—. Además, ya te dije que yo lo haré siempre que sea necesario, no te preocupes.

— Pero quisiera poder hacerlo.

— Hermione, no te pierdes de nada emocionante. —aseguró Harry convincentemente—. ¿Viajan solos?

— Venían Seamus y Dean pero huyeron. No soportan el hedor de un pañal sucio.


Los tres amigos rieron, era tan extraño imaginarse ya con dos bebés mientras el resto de sus compañeros aún continuaban en citas y flirteos, sin embargo, ninguno de ellos cambiaría su lugar por nada del mundo. Hermione suspiró relajándose, quizá Harry tenía razón, y además, era afortunada de que Ron siempre estuviera dispuesto a hacer el trabajo sucio.


— ¿Y el Profesor Snape?

— Tuvo que salir a dar un rondín por el tren. Me imagino que los Slytherin andan desatados creyendo que pueden hacer maldades si está él a bordo. Y bien, yo aproveché para venir a verlos, necesito un consejo.

— ¿Pasa algo malo?

— Severus quiere otro bebé. —confesó nervioso.


Ni Ron ni Hermione respondieron de inmediato, notaron que su amigo en verdad se encontraba preocupado abrazando a Richie en un angustiante silencio.


— Harry, ¿tú no quieres?

— Quisiera, Hermione, pero no ahora. —respondió sonriendo tristemente mientras el pequeño niño le acariciaba la cara—. Lo que me duele es el significado de esa petición: él se ha rendido y piensa en suplantar a Aimee... ya no la quiere.

— Oh, no digas eso. —aseguró Ron confundido—. Todo debe ser un mal entendido.

— No lo es, si no fuera por Richie... —agregó mirando el rostro de su ahijado que le sonreía como si intentara animarlo—... Severus se habría desesperado antes, no sé cómo ha podido tolerarlo tanto tiempo, pero hasta el cariño de Richie debe lastimarle. Cada vez le es más difícil resignarse a aceptar que no es suyo.

— ¿Han charlado sobre esto?


Harry negó con la cabeza al cuestionamiento de Hermione, y realmente le asustaba que su pequeña bebé ya no fuera amada, por lo menos no como hubiese querido. Sus dos amigos le cercaron en un abrazo solidario y ambos estuvieron de acuerdo en que lo mejor que Harry podía hacer era hablar con Severus y dejar claro el motivo de la petición.


Llegaste a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora